Casillas de Flores despide sus fiestas con un homenaje a sus mayores

Casillas de Flores cerró sus fiestas de verano con un gesto que trasciende la mera celebración: un tributo a quienes, con su memoria y su ejemplo, encarnan el alma misma del pueblo. Tras un fin de semana intenso, la guinda de las festividades llegó en forma de homenaje a tres vecinos octogenarios cuya vida se entrelaza con la historia reciente de la localidad rayana.

El escenario elegido fue el local de la Bilicoteca, ese espacio polivalente que, una vez más, se convirtió en punto de encuentro y lugar de gratitud. Allí, la Asociación La Santa Cruz rindió reconocimiento a Pilar Martín Lanchas, fundadora de la entidad hace ya cuarenta y dos años. En sus manos, la placa conmemorativa no era solo un recuerdo material, sino la expresión viva de lo que significa haber sembrado comunidad y pertenencia durante décadas.

Junto a ella, recibieron el mismo homenaje Emilio Alfonso Mateos, a sus 89 años, y Florentina Carballo, de 86. El alcalde de Casillas de Flores, José Eloy Alfonso Baile, fue el encargado de entregar los obsequios, acompañado por el presidente de la Asociación de Mayores "La Santa Cruz" y varios miembros de la junta directiva. La emoción del momento se confundía con los aplausos de los presentes, que veían en aquellos nombres no solo rostros queridos, sino símbolos de constancia y arraigo.

La jornada estuvo marcada también por el encuentro en torno a la mesa. A la comida acudieron jubilados de la localidad junto a las autoridades municipales, en un clima de fraternidad intergeneracional. El Vicario General de la Diócesis de Ciudad Rodrigo y párroco local, José María Valeiro, junto al sacerdote colaborador Patricio José Luis, habían oficiado previamente la misa que abrió los actos, recordando que la fe y la tradición siguen siendo hilos esenciales en la vida comunitaria del municipio.

Así, con gratitud hacia sus mayores y la certeza de que son ellos quienes sostienen la memoria compartida, Casillas de Flores puso punto final a unas fiestas que, más allá de su carácter lúdico, se erigen como una reafirmación de la identidad y el afecto que une a sus vecinos.