De una amistad del colegio al corazón de las fiestas de Carbajosa: "Es algo que espero todo el verano y que disfruto mucho"

El verdadero pulso de las fiestas de Carbajosa de la Sagrada no solo se mide en los grandes escenarios o en el programa oficial. Late con especial fuerza en el epicentro de la convivencia y la diversión: las casetas de las peñas. Desde ese núcleo de amistad, Ainhoa, una joven que ha adoptado el municipio como su hogar festivo, ofrece un testimonio que radiografía la esencia de vivir las celebraciones desde dentro, demostrando que la pertenencia no siempre depende del padrón, sino del compromiso y los lazos afectivos.

Para Ainhoa, su inmersión en la vida festiva de Carbajosa tiene un origen claro y un nombre propio. "Mi vínculo con Carbajosa principalmente es por mi amiga Sara, porque somos amigas desde el colegio hace muchos años", explica. Esa amistad forjada en la infancia se convirtió en el puente perfecto para integrarse en una nueva comunidad. Su implicación es tal que durante la semana grande se instala en el municipio: "Me quedo aquí en casa de Sara y vamos a todo lo que hay". Su primer recuerdo se remonta a 2023, una experiencia que la marcó y la hizo volver. "Sigo viniendo porque la verdad es que es algo que a lo largo del verano espero mucho y me lo paso muy bien", confiesa.

A través de Sara se unió a la peña 'La Penúltima', un grupo que aunque se constituyó formalmente hace dos años, se asienta sobre un grupo de amigos forjado hace varios años. Desde dentro, Ainhoa ha sido testigo del auge de esta cultura en el municipio. "Este año hay muchísimas más casetas y eso creo que hace que la gente se vaya juntando más y vaya haciendo muchas más peñas, lo que está genial", comenta, destacando la buena salud de las fiestas.

Una inmersión total: organización, intensidad y el valor de la convivencia

La fiesta para una peña no arranca con el chupinazo, sino semanas antes, en el espacio virtual donde se gesta la coordinación. "Lo típico del grupo de WhatsApp, de ir eligiendo qué disfraz nos vamos a poner para el pregón, ir organizándonos un poco", relata Ainhoa. Esta preparación, que a veces implica quedadas para confeccionar disfraces, es parte fundamental del ritual que enciende la ilusión: "Así lo vas cogiendo con más ganas".

Una vez que arrancan las celebraciones, la gran diferencia entre el visitante ocasional y el miembro de una peña es la intensidad. Para ellos, no hay días menores. "Lo vivimos igual un martes que un viernes prácticamente", sentencia con rotundidad. "La gente de fuera pues obviamente lo vive más los días grandes, por decirlo así, del fin de semana. A nosotros nos da igual que sea un lunes que el sábado que el domingo".

Al preguntarle por sus momentos favoritos, Ainhoa se aleja de los grandes eventos y se centra en la esencia de la convivencia. Lo que más valora, según confiesa, "no es tanto la verbena o la orquesta, sino las vaquillas o el cenar todos juntos, estar en la zona de las carpas, hablar con la gente...". Es en ese espacio compartido donde se reencuentra con amigos a los que solo ve una vez al año, con quienes se queda "hablando hasta tarde, una vez acaba ya la verbena". Esa conexión humana, junto a la emoción de participar activamente en eventos como el Grand Prix, en el que compitió el año pasado, es lo que realmente da sentido a la fiesta para ella.

Desde su perspectiva implicada, Ainhoa también ofrece una sugerencia para mejorar el programa: "A lo mejor las actividades que hay a las cinco de la tarde, que entre el calor que hace y que todavía ni te has levantado de la siesta, pues yo creo que a lo mejor podrían ponerse un poco más tarde para que vaya más gente", señala. Sin embargo, demuestra una gran comprensión hacia los organizadores: "Es entendible que hay mucha preparación detrás y que cuadrar todo es complicado", concluye.