La escritora salmantina, premio Castilla y León de la Crítica, publica esta visión certera de nuestra nueva forma de regresar a la tierra.
Arde la tierra, esa naturaleza feraz que protagoniza la última novela de la salmantina Pilar Fraile, la autora que tuvimos el placer de conocer en una indispensable antología de la narrativa escrita por mujeres en Castilla y León publicada en el 2022 y seleccionada y prologada por Celia Corral Cañas. Allí, una contundente Pilar Fraile, la primera mujer que ha ganado el premio de la crítica, precisamente en esta Castilla y León que arde por su ladera oeste, afirmaba lo siguiente: “La experiencia de vida rural y en la naturaleza está presente tanto en mi obra poética como en narrativa y mis artículos”.
Esta Salamanca que celebra a Carmen Martín Gaite es cuna de espléndidas escritoras. Y ahora, con esta fantástica edición de la última novela de Pilar Fraile, publicada por la siempre indispensable Candaya, lo afirmamos más todavía. Partiendo precisamente de las leyes de la caza -¿Alguien se ha detenido en la belleza de los textos jurídicos y administrativos?- la autora crea una ficción fantásticamente bien urdida para leer la realidad en la que vivimos, algo a lo que nos tiene acostumbrados esta poeta delicada, esta articulista certera, esta narradora de fuste que leyó la modernidad y el futuro en Días de euforia, publicado en el 2020 y que había vuelto su perfil hacia la tierra en el 2018 con Las ventajas de la vida en el campo.
Las leyes de la caza es, desde el punto de vista narrativo, una novela perfecta. Cada protagonista va desvelando la trama conduciendo al lector por unos hechos que se desarrollan en la montaña marcada por el río y el frío, la lucha entre el campo y la ciudad, la comunión y “comunidad” con la tierra y el feroz consumismo. La autora nos lleva, de forma muy inteligente, a entender a todos los que se enfrentan al lobo, a los que buscan más allá del niño perdido, a los que se aprovechan de la fragilidad y de los recursos. Y el lector apenas puede soltar esta desasosegante crítica a la vida moderna que no es maniquea ni siquiera tendenciosa. Y esa es la infinita inteligencia de Pilar Fraile, sin tomar partido hacia nadie, salvo quizás en el hermoso y muy adecuado final, nos hace desear mancharnos la manos y lavarlas en el río, todos somos partícipes del desastre.
Porque denuncia muchas cosas Fraile sin denunciarlas: la falta de asideros, la compleja maternidad, el consumismo feroz, la ciudad invivible, el campo sometido a las luchas entre ecologistas y lugareños, la corrupción policial, el ansia de una prensa voraz y estúpida y sobre todo, repetimos, la falta de asideros. Esos que buscamos en el detalle fantástico que nos libre de la ferocidad de una realidad donde todos mentimos, todos nos aprovechamos. Y lo hace la autora con una inteligencia tan sutil que lo único que hacemos es pasar las páginas, atrapados en su discurso, en su frío, en el río que nos atruena.
Un río que es real en el imaginario de Pilar Fraile, autora premiada, traducida, que tiene en Salamanca su infancia y juventud. El suyo es el paisaje del Puente Congosto donde vivió hasta los 14 años, embebiéndose del paisaje abrupto de un Tormes que desciende de Gredos con las crecidas que tan bien sabe describir la autora y que forman parte de esta novela. El paisaje es un protagonista más que marca la acción, que la vertebra, y en ese punto de orgullo de lo nuestro que sentimos ante la biografía de Pilar Fraile, reconocemos en ella el rumor del agua, el conocimiento veraz, sin idealismos, y el amor por los personajes que conoció de niña y que ahora recupera en este thriller que, junto la indispensable Cordillera de la leonesa Marta del Riego Anta, nos sitúan en una narrativa necesaria, la de la vuelta a la tierra, la de mujeres capaces de leer la actualidad con certeza y con belleza. Un libro absolutamente indispensable, y además, muy nuestro, porque nuestra es Pilar Fraile, uno de los nombres con mayúsculas de nuestra letrada tierra.

Charo Alonso.