Diferentes testimonios señalan el descanso que viven en los pueblos y admiten que no tiene nada que ver con la vida de la ciudad
Con el calor del verano y el sol bañando los pueblos de todo el país, agosto se ha convertido en el mes más esperado por los salmantinos buscan escapar de la rutina diaria. Lo que comenzó como una tradición local, ha evolucionado en un fenómeno que llena cada rincón de los pequeños pueblos, ofreciendo a los visitantes una oportunidad única de desconectar de la vida urbana antes del regreso a la rutina.
"Es que no tiene comparación. Aquí es todo tan tranquilo, la gente es vive feliz y relajada. Es como si el tiempo fuera más lento. Todo se vuelve más sencillo, más relajado". cuenta Gabi, que llegó desde Madrid, donde trabaja en una de las grandes empresas para pasar unos días en Villamayor. "Es el plan perfecto para olvidarte de todo lo que dejas atrás en la ciudad. Aquí todo es más natural, más pausado".
Por su parte, Manuel Hernández lo tiene claro cada verano y vuelve a Cipérez para disfrutar de los suyos: "Me gusta mucho el ambiente, porque aunque hay bastante gente, no hay agobios. Me encanta que todo sea más relajado y que, al final, acabes conociendo a todo el mundo, es lo típico de pueblos más pequeños. Durante el año hay poca gente y ahora mira... Es como una desconexión real, te olvidas del móvil, de las noticias... solo estás para disfrutar".
Asimismo, los pequeños pueblos de España viven un verano diferente, donde las calles se llenan de vida. Y no solo los turistas lo notan. Los residentes también sienten la llegada del turismo, con todos los comercios a tope.
Por otro lado, Vicente Sánchez, que habitualmente reside entre Salamanca y su pueblo, que no es otro que Castellanos de Moriscos ha empezado a pensar ya en el regreso: "Da pena, sí, porque aquí todo es tan tranquilo que volver a la ciudad después... uff, cuesta. Pero bueno, hay que volver a la realidad y aprovechar estos últimos 15 días de alegría".