Es una tónica habitual del verano y los salmantinos se animan a ir a los pueblos en busca de las fiestas, un mejor clima y otra manera de disfrutar antes de la vuelta al trabajo
Como cada año, el mes de agosto supone un notable aumento de población en muchos pueblos de la provincia de Salamanca. Localidades que durante el resto del año cuentan con pocos cientos —o incluso decenas— de habitantes, ven cómo su censo real se multiplica gracias a la llegada de personas que vuelven por vacaciones, fiestas patronales o para pasar unas semanas en sus casas familiares.
Es el caso, por ejemplo, de pueblos como Lumbrales, Vitigudino, La Alberca o Aldeadávila de la Ribera, donde el número de personas presentes puede duplicarse o incluso triplicarse durante este mes. Aunque no hay cifras oficiales en muchos casos, los ayuntamientos y vecinos coinciden en señalar este incremento año tras año.
La mayoría de quienes llegan en agosto son personas originarias del propio pueblo, o descendientes de familias que emigraron a ciudades como Madrid, Bilbao o Barcelona en décadas pasadas. Muchos conservan casas familiares que solo se habitan durante el verano. Este repunte poblacional tiene efectos visibles: más actividad en bares, farmacias, panaderías y pequeños comercios, calles con más movimiento, y una mayor participación en las fiestas patronales, que en muchos pueblos se celebran precisamente en este mes para coincidir con la máxima afluencia.
El fenómeno del “retorno estival” es común en toda la España rural, pero en provincias como Salamanca, marcadas por la despoblación en buena parte del año, agosto se ha convertido en un mes clave para la vida social, económica y cultural de muchos municipios.
Con la llegada de agosto, Salamanca experimenta una bajada notable en su ritmo diario. Muchos vecinos aprovechan este mes para irse de vacaciones o regresar a sus pueblos de origen, lo que se traduce en calles menos transitadas, menos tráfico y una menor actividad comercial, especialmente en los barrios más residenciales.
La ciudad universitaria, que durante el curso mantiene un flujo constante de estudiantes y turistas, se queda en estas semanas con menos movimiento. Algunos comercios echan el cierre por descanso estival y la hostelería también nota el descenso, salvo en las zonas más turísticas del centro.