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La residencia que 'inventó la igualdad' en la España de los 70: sus antiguos alumnos celebran en Vitigudino 50 años de historia
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Un reencuentro para la historia

La residencia que 'inventó la igualdad' en la España de los 70: sus antiguos alumnos celebran en Vitigudino 50 años de historia

Actualizado 09/08/2025 14:29

Cerca de 150 antiguos alumnos de la Residencia Mixta San Nicolás de Bari de Vitigudino se han reencontrado para celebrar el 50 aniversario de una institución pionera en la España de los 70. Impulsada por Manuel Fernández Alejo, 'Manolo el cura', la residencia destacó por su modelo de autogestión y por ser mixta, un hito que sus protagonistas han recordado con emoción entre abrazos y anécdotas

Además del color, la emoción se palpaba este sábado en el aire de Vitigudino. No es para menos. Cerca de 150 personas, hoy con canas y arrugas que cuentan historias, se han reencontrado para celebrar un hito que marcó sus vidas: el 50 aniversario de la Residencia de Estudiantes Mixta San Nicolás de Bari. Un lugar que, en la España de los años 70, fue mucho más que un simple internado; fue un laboratorio de convivencia, igualdad y modernidad, un oasis de libertad cuya memoria ha reunido a sus protagonistas medio siglo después, muchos de los cuales no se veían desde hace 40 años.

El reencuentro ha comenzado en la Plaza de España, con una recepción oficial. Allí, entre abrazos, besos, apretones de manos, risas y algún que otro "¿te acuerdas de mí?", los antiguos alumnos han sido recibidos por el alcalde, Javier Muñiz, y por el alma máter de todo el proyecto, Manuel Fernández Alejo, conocido por todos como 'Manolo el cura'. La jornada ha continuado con un recorrido por los bares del pueblo, reviviendo viejas rutas, para después culminar en una comida de hermandad en el Complejo El Quijote y una fiesta vespertina en un lugar cargado de simbolismo: el frontón que ellos mismos ayudaron a construir.

Una institución pionera nacida de una necesidad

Para entender la magnitud de este evento, hay que viajar a 1973. Con el cierre del Colegio Libre Adoptado y la apertura del nuevo Instituto Ramos del Manzano, surgió un problema logístico para decenas de jóvenes de toda la comarca. ¿Dónde podrían alojarse para continuar sus estudios de bachillerato? La solución llegó de la mano del patronato Ignacio Santiago Moro, formado por el Ayuntamiento de Vitigudino, el Obispado y las monjas del Pilar, que decidieron reconvertir el antiguo edificio del colegio en una residencia.

Al frente del proyecto se puso un joven sacerdote de 25 años, Manuel Fernández Alejo. "Me dijeron: Manolo, ¿te quieres hacer cargo de sacar para adelante este edificio para ser residencia? Y yo acepté encantado. Tenía 25 años y la ilusión de toda la vida", ha recordado Fernández Alejo. Así nació la Residencia San Nicolás de Bari, un centro que albergaría a entre 100 y 120 estudiantes y que, rompiendo todos los moldes de la época, sería mixto.

"Inventamos la igualdad 50/50"

La residencia no solo fue pionera por juntar a chicos y chicas de entre 14 y 19 años bajo un mismo techo, algo insólito en la España de entonces, sino por su revolucionario modelo de gestión. "Allí, por suerte, inventamos lo de la igualdad, 50/50", ha explicado Manolo. La clave fue la creación de un equipo de gobierno elegido por los propios estudiantes, compuesto por tres chicos y tres chicas. "Esas personas, conmigo y con don Santos, hacíamos las normas, hacíamos el funcionamiento de la residencia en colaboración con ellos. Era una cosa muy muy original y muy rara, no se conocía", ha añadido.

Este modelo de corresponsabilidad y confianza funcionó. "La nuestra salió todo muy bien, muy bien, porque ahora ves, estamos celebrando 50 años", ha afirmado con orgullo su impulsor. El alcalde de Vitigudino, Javier Muñiz, ha refrendado esta idea en su discurso de bienvenida: "Fue una institución que yo creo que no se ha reconocido oficialmente y quizás debiese hacerse, pues tuvo un valor muy importante en su momento y prueba de ello es lo que estamos viviendo aquí ahora. Da la impresión de que sí les sirvió de algo todos aquellos estudios, que de otra manera hubiera sido problemático haber conseguido para mucha gente".

Recuerdos imborrables entre trastadas y descubrimientos

Las paredes de aquella vieja residencia guardan los ecos de una adolescencia vivida con intensidad. Las antiguas alumnas, hoy mujeres que rememoran con cariño aquellos días, han compartido algunas de sus anécdotas. Uno de los grupos más numerosos de alumnos y alumnas era el de Villarino, también de Aldeadávila, Barruecopardo e Hinojosa de Duero, aunque es fácil suponer todos los pueblos de la comarca estaban aquí representados "Fueron unos años inolvidables", ha sentenciado Conchi Grande, de Villarino. "El cura nos tenía a raya a todos, chicos por un lado, chicas por otro, las horas de estudio eran rigurosas y, bueno, el comedor, pues hacíamos unas fiestas que no te puedes ni imaginar".

Mari Carmen Castellanos ha recordado los viajes que organizaba Manolo, que abrieron un mundo nuevo para ellos. "Con él hicimos nuestro primer viaje, yo con 14 años, un viaje así largo, largo, largo, nos llevó a Córdoba, a Granada, a descubrir la Alhambra. Nos llevó a la playa, genera muy buenos recuerdos".

Pero también había espacio para las travesuras. Su hermana, Alfonsi Castellanos, ha relatado entre risas las "peregrinaciones" nocturnas entre habitaciones. "Nos cambiábamos de habitación y nos juntábamos en una todas a cascar y nos pillaban y claro, castigo, castigo, castigo". Maricarmen ha añadido otra anécdota memorable: "Nos metimos en unos servicios que había en la parte de abajo porque queríamos hacer güija. Como la residencia estaba muy vieja, fuimos de noche y faltaban cristales, era una noche de estas con mucho viento, empezó a sonar todo...". "También asaltamos la cocina, primero íbamos 2, luego 4, y luego íbamos una peregrinación, hasta que nos pillaron".

A Ana Sendín "lo primero que se me viene a la cabeza es que por las mañanas nos despertaban con la música de los Creedence, a toda leche, para levantarnos y para salir al instituto. Tengo unos recuerdos muy entrañables de personas que conocí, los ratos de estudio, las fiestas, los disfraces. En fin, una época de nuestra vida maravillosa que ahora en estos momentos la vamos recordando. Así que, una maravilla este encuentro", concluía.

Un legado que perdura: el frontón y el futuro

La jornada festiva tendrá un momento especialmente emotivo durante la comida, con un homenaje a los siete u ocho compañeros ya fallecidos. Y por la tarde, la celebración se trasladará al frontón de la residencia, que también cumple 50 años. Un lugar que simboliza el espíritu colaborativo del centro, ya que, como ha recordado Manolo, "lo construí junto con ellos, porque aquí hay muchos estudiantes que hicieron las zanjas, ayudaron, colaboraron, etcétera, y todo por la cara".

La música de la época, seleccionada por los propios exalumnos, pondrá la banda sonora a un reencuentro que, según su organizador, se ha quedado corto. "La gente ve que esto va a ser único y van a querer repetirlo para el año que viene. Ya están diciendo que como va a salir todo muy bonito y muy bien, a repetir, a repetir". Un deseo que demuestra que el espíritu de San Nicolás de Bari, aquel que unió a una generación en un proyecto de futuro, sigue más vivo que nunca medio siglo después.