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Sara Santos, la conductora de bus urbano que se jubila tras 26 años al volante: "Esto ha sido siempre mi pasión"
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TESTIMONIO

Sara Santos, la conductora de bus urbano que se jubila tras 26 años al volante: "Esto ha sido siempre mi pasión"

Actualizado 21/07/2025 11:42

El próximo 28 de julio se jubila dejando una estela de cariño entre compañeros y viajeros. Su historia es la de una vocación inquebrantable.

El próximo 28 de julio, el motor de su autobús urbano de Salamanca se apagará por última vez para Sara Santos. Tras 26 años al volante, esta conductora pionera aparca el vehículo que ha sido su vida para iniciar una jubilación forzada por la salud, pero afrontada con una serenidad y una plenitud envidiables. Cuelga el uniforme con una frase que resume una vida entera: "El día que me llegue la hora, no lloréis, porque si me voy, me voy a ir satisfecha de todo. He tenido un marido ejemplar, unos hijos y unos nietos maravillosos, una vida laboral increíble. ¿Qué más le puedo pedir a la vida?".

Su historia al volante comenzó en 1999, cuando con 39 años decidió dar un giro radical a su vida para perseguir un sueño que llevaba en la sangre. Hija de camionero y la única de cinco hermanos con devoción por los vehículos grandes, su camino parecía predestinado. "Siempre me ha apasionado el conducir vehículos grandes", recuerda con nostalgia. En una época donde esos anhelos en una mujer no eran habituales, a menudo escuchaba comentarios como: "Contigo se confundieron. Tu debías haber sido un muchacho".

Antes de que la llamaran de la empresa de autobuses de la ciudad de Salamanca, Sara ya tenía una vida laboral estable. Trabajaba como celadora en el hospital de Los Montalvos y complementaba su jornada conduciendo un autobús para Aspace. "Íbamos a Villamayor con el autobús y las furgonetas, recogíamos a los niños, los llevábamos al cole y por las tardes los llevábamos a las casas otra vez", detalla. A pesar de tener una "vida laboral genial", la llamada del servicio de transporte urbano fue un punto de inflexión. "Dejé todo y me vine sin dudarlo. Lo dejé todo porque esto siempre ha sido mi pasión", confiesa con una convicción que el tiempo no ha desgastado.

Pionera en un mundo de hombres

Entrar a finales de los años 90 en un sector tradicionalmente masculino podría parecer un desafío, pero para Sara fue todo lo contrario. "No me sentía un bicho raro", asegura. Lejos de ello, encontró una segunda familia. "Desde el primer momento que entré me he sentido querida, arropada y mimada por todos los compañeros", afirma emocionada. Su gratitud es inmensa: "Soy la persona que soy hoy en día gracias a todos ellos".

Sara no estaba completamente sola. Antes que ella, otra mujer, Lucía, ya había abierto camino. "Ella fue la primera mujer que entró aquí en la empresa, yo fui la segunda. Ella fue abriendo el camino", explica. Al llegar, la acogida superó todas sus expectativas. "Me veía como perdida en un mundo en el que no entendía nada, pero si me veían parada o sin saber qué hacer, enseguida estaban ahí: 'Tú lo que necesites nos preguntas'. Se me llena la boca al hablar de todos ellos. Recuerdo que al principio, como estuve dos años de guarda, los mecánicos me enseñaron muchísimo, entraba con ellos en el foso a ver los coches".

Sara Santos, la conductora de bus urbano que se jubila tras 26 años al volante: "Esto ha sido siempre mi pasión" | Imagen 1

Como era habitual entonces, sus primeros dos años fueron como guarda nocturna. Un periodo que considera fundamental para su formación, donde aprendió las entrañas del oficio: llevaba y recogía a los compañeros, limpiaba los autobuses, revisaba niveles y cargaba los coches de gas. "Viene muy bien porque se aprende muchísimo. Aprendes a manejar todo tipo de coches, a escuchar sonidos que yo no sabía qué eran y así cuando sales a línea, vas con una seguridad tremenda. A mí, por lo menos, me sirvió muchísimo", detalla.

Desde aquellos días, Sara ha sido testigo directo de una transformación tecnológica brutal. Ha conducido una amplia gama de vehículos, viendo la evolución del transporte urbano de Salamanca en primera persona. "Ahora los autobuses vienen un poco más acondicionados para el conductor", explica sobre los modelos actuales. El contraste con el pasado es enorme: "Antes te ibas hecho polvo de la espalda, de las piernas porque solo podías adaptar un poco el asiento. Ahora tienes muchas más comodidades".

El cariño de los viajeros, el mejor combustible

Si sus compañeros han sido su apoyo, los viajeros han sido su motor diario. Aunque ha habido algún comentario aislado con cierta sorna, como el típico "¿Voy seguro?", que siempre ha despachado con humor — "Pues no, no vaya usted, espere usted al otro que viene detrás que irá más seguro"—, el balance es abrumadoramente positivo. "Con la gente me he sentido muy querida. Y ahora, según se van enterando que me jubilo, están teniendo muchos detalles conmigo, me llevan flores, bombones...", relata.

De entre todos los recuerdos, uno la marcó especialmente. "No se me olvidará nunca que una señora mayor en la Línea 12 siempre bajaba al centro a buscarse una torta de chicharrón. Y el hecho de que un día esa mujer partiese su torta para darme la mitad para desayunar me marcó". Para ella, esos gestos son los que de verdad cuentan: "Detalles tan insignificantes como que se preocupen por una, si estoy bien, si voy cansada, si quiero un caramelo... Esas cosas a mí me marcan mucho".

La decisión de jubilarse no ha sido fácil. "Mi mente quiere una cosa, pero mi cuerpo ya no puede más", lamenta Sara Santos. Una trombosis sufrida el año pasado le ha dejado secuelas en las piernas, haciendo insostenible pasar largas jornadas sentada. La salud prima y ha llegado el momento de parar.

Pero Sara no es de las que se quedan quietas. "Soy una persona muy activa, no me puedo quedar en casa porque me vuelvo loca", asegura. Ya tiene planes: se apuntará a la Universidad de la Experiencia, hará voluntariado y se dedicará a hacer ejercicio para cuidar sus piernas. Sobre todo, disfrutará de lo que más quiere: su familia, con su marido, sus dos hijos y sus cuatro nietos. Cuando vuelva a subir a un autobús, esta vez como usuaria, sentirá nostalgia. "Voy a sentir mucha pena, pena de no poder estar yo ahí sentada en el asiento del conductor, pero bueno, subiré, seré una usuaria genial e intentaré tocarles un poquito las narices a mis compañeros para ponerles un toque de humor a sus días".