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"Somos currantes del verano, con casi 100 funciones solo en agosto", afirma Julián Fonseca (Kamaru Teatro)
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artista y empresario cultural

"Somos currantes del verano, con casi 100 funciones solo en agosto", afirma Julián Fonseca (Kamaru Teatro)

Actualizado 18/07/2025 15:22

El compromiso de esta compañía salmantina con el teatro familiar y educativo se ha convertido en un pilar cultural para el mundo rural tras casi dos décadas de trayectoria.

Mientras para la mayoría el verano es sinónimo de descanso y desconexión, para otros representa la cima de un año de trabajo, una temporada alta donde el ritmo se acelera hasta lo frenético. Este es el caso de Julián Fonseca, codirector de Kamaru Teatro (una compañía salmantina que lidera junto a Rubén Salinero), quien se define a sí mismo y a su equipo como auténticos "currantes del verano". Con una agenda que roza las 100 funciones solo en el mes de agosto, su historia es la de una pasión convertida en una empresa cultural que no baja el telón cuando suben las temperaturas, sino que redobla su apuesta para llevar el espectáculo a cada rincón de la geografía.

La trayectoria de Kamaru Teatro se ha forjado sobre los escenarios durante casi dos décadas. "Como compañía profesional, es decir, una SL, llevamos 18 años, luego tuvimos 5 de aterrizaje", explica Fonseca. A nivel personal, su idilio con el teatro es una relación de toda una vida: "profesionalmente desde los 18, o sea, que son más de 30 años haciendo teatro de manera profesional". Esta vasta experiencia le ha enseñado una lección fundamental: el artista y el empresario deben caminar de la mano.

El artista que se convirtió en empresario cultural

"Somos currantes del verano, con casi 100 funciones solo en agosto", afirma Julián Fonseca (Kamaru Teatro) | Imagen 1

Fonseca ha asumido sin complejos su faceta de gestor. "Sí me considero empresario cultural", afirma con rotundidad. Recuerda una reunión con el conocido productor Jesús Cimarro, quien les hizo ver la importancia de su rol en el tejido económico. "El primer error que cometemos las compañías es no ser conscientes de la importancia del tejido cultural y sobre todo empresarial que formamos", reflexiona. En Kamaru, esta dualidad se gestiona en equipo: su socio se encarga de la gestión y los números, mientras que él se ocupa del "ámbito social y sobre todo el ámbito de los trabajadores".

La estructura de la compañía es un claro indicador de su volumen de negocio. Cuentan con dos socios, una plantilla fija de tres a cuatro actores, y durante el verano el equipo se expande con otros seis u ocho profesionales de manera recurrente. "En verano tenemos una media de 10 trabajadores con bastante nivel de empleo, y luego hay días punteros que podemos llegar a mover hasta 20 profesionales", detalla. Este engranaje humano es el que permite el milagro de la omnipresencia estival.

La maratón de las 100 funciones

"Somos currantes del verano, con casi 100 funciones solo en agosto", afirma Julián Fonseca (Kamaru Teatro) | Imagen 2

La cifra es impactante: casi 100 espectáculos en un solo mes. ¿Cómo es posible? "Hacemos tres equipos de trabajo, entonces casi todos los días hay un triplete, y algunos días esos tres tienen doble función", revela Fonseca. El 90% de su contratación es pública, proveniente de ayuntamientos y programas de diputaciones o de la Junta. El secreto para mantenerse en el candelero durante tantos años se resume en una palabra: "constancia".

Esta filosofía de trabajo continuo se refleja en su catálogo. Tienen espectáculos que se niegan a desaparecer del repertorio. "Hay espectáculos que no mueren, incluso algunos que hasta los hemos querido matar", comenta con humor. Es el caso de una obra sobre Mozart creada en 2010 que los pueblos pequeños siguen demandando por su formato y economía. Al mismo tiempo, la creación no cesa. Su último estreno, "El Aventulibro", ya tenía "siete u ocho fechas contratadas" antes de su puesta de largo, una prueba de la confianza que han generado en programadores y público.

Teatro para todos: el delicado equilibrio entre entretener y educar

"Somos currantes del verano, con casi 100 funciones solo en agosto", afirma Julián Fonseca (Kamaru Teatro) | Imagen 3

Kamaru Teatro ha desarrollado un lenguaje propio que huye de las etiquetas. No hacen teatro infantil, sino familiar. "Trabajamos un lenguaje muy horizontal que lo entiendan todas las edades", explica. Su público es el de la plaza del pueblo, donde conviven "un niño de 6 años y un abuelo de 90". El objetivo es que cada uno encuentre su propio mensaje. "Nos gusta que el chiste con el que a lo mejor los niños se quedan con el gag, el adulto diga, 'mira, aquí han metido un doble sentido y lo agradece'".

Más allá del entretenimiento, cada obra lleva el sello de la compañía: un componente educativo. "Siempre todos los espectáculos tienen que tener su componente educativo", subraya. Esta responsabilidad les ha llevado a ser extremadamente cuidadosos con los mensajes. Fonseca narra un episodio revelador con un espectáculo sobre el ciberacoso que abordaba el tema del suicidio. La directora externa, Nina Reglero, les advirtió del riesgo. "Me dijo: 'un chaval que lo entienda al revés y le lleve a ello, yo ya no duermo por el resto de mi vida'", confiesa. La reflexión les hizo cambiar el enfoque, demostrando que su compromiso va más allá del aplauso.

La conciliación, el mayor de los espectáculos

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Este ritmo de vida tiene un peaje personal. Con un hijo de siete años, la conciliación es un desafío constante. "Yo me he ido a la playa en octubre o en noviembre", recuerda de épocas pasadas. Aunque ahora intentan reservar una semana en septiembre, la flexibilidad es limitada. Sin embargo, Fonseca ha transformado la obligación en una oportunidad. "Más que como obligación, para mí es casi como un regalo", asegura, consciente de que el tiempo con su hijo es el bien más preciado.

Así es el intenso verano para este trabajador incansable que, junto a su equipo, desempeña una función vital, especialmente en el mundo rural, pero también en el urbano. "Las compañías de teatro hacemos una tarea, como otros sectores culturales, muy importante en verano, sobre todo para el ámbito rural", concluye. Una labor esencial que asegura que, mientras muchos descansan, la cultura siga más viva que nunca.