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FOTOS | Santibáñez de la Sierra disfruta de la obra “Buscando a Nebrija"
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FOTOS | Santibáñez de la Sierra disfruta de la obra “Buscando a Nebrija"

Actualizado 13/07/2025 12:34

El público disfrutó cada segundo de la afamada puesta en escena que ya cuenta con 275 representaciones

“Tristeza y melancolía no las quiero en casa mía”, dijo Santa Teresa, y repitió ayer tarde María Luisa -la actriz Sonsoles Palacios-, el personaje que encarna a “la mujer del alcalde” en la obra de teatro “Buscando a Nebrija”, en un afán por llevar a los habitantes de Santibáñez de la Sierra por un alucinante viaje teatral hasta la vida y obra de tan importante figura histórica.

Y es que así fue, porque el público disfrutó cada segundo de la afamada puesta en escena que ya cuenta con 275 representaciones, y no solo en Salamanca, donde ya tiene su propio público que le sigue los pasos de pueblo en pueblo, sino que además fuera de la provincia ha arrancado aplausos interminables, y seguirá, porque en el venidero agosto se representará en León en el Festival Regional “Escenarios Patrimonio”.

El Centro Cultural de Santibáñez se convirtió en teatro para acoger a la compañía “Lazarillo de Tormes”, que una vez más hizo gala de su profesionalidad y carisma para con el público allí presente que, no solo ovacionó al final con cálidos aplausos y felicitaciones a los intérpretes, sino que, durante toda la obra les dieron la mayor motivación que pueden tener en escena: la más absoluta atención, las sonrisas, la complicidad.

Quedó plasmado en el corazón de los habitantes de tan hermoso pueblo serrano, la maravillosa experiencia teatral, cargada de emotividad, humor y sabiduría que, sin duda, ha sido una apuesta del Área de Cultura de la Diputación de Salamanca, que está dejando huella hermosa en los pueblos, que a pesar de no contar con teatros como edificación, no dejan de disfrutar del Arte. Y es que cuando el propósito es altruista, no tiene otro fin que la realización plena, y así quedó plasmado ayer en cada habitante del pueblo que, en toda una hora de función, vibró de felicidad en un intento teresiano de espantar lo feo, porque “tristeza y melancolía, no las quiero en casa mía”.