El rugido de los motores y el eco del claxon honran a San Cristóbal en Alba de Tormes
Cientos de vehículos, principalmente camiones de transportistas, han participado en una procesión para recibir la bendición, haciendo sonar sus cláxones en un acto que combina devoción religiosa y tradición familiar.
El asfalto de Alba de Tormes no vibra hoy por el trasiego habitual. Lo hace con un ritmo distinto, más profundo y solemne. Es el sonido de cientos de motores que, al unísono, rinden homenaje a su protector. Como cada año al llegar julio, la villa ducal celebra con fervor la festividad de San Cristóbal, el patrono de los conductores, en una jornada donde la fe, la tradición y el orgullo profesional se dan la mano.
Desde primera hora, las calles se han convertido en un museo rodante de la carretera. Camiones, tráileres, furgonetas, coches e incluso motocicletas, todos engalanados para la ocasión, forman una larga caravana que avanza lentamente, esperando el momento culminante de la bendición.
Una herencia al volante
La fiesta de San Cristóbal en Alba de Tormes es mucho más que un evento religioso; es un rito de paso, un legado que se transmite de generación en generación. Es la estampa del padre que, con orgullo, cede por un momento el volante a su hijo en un camión. Es también la mirada del padre que recuerda décadas de kilómetros y que hoy ve a sus hijos continuar con la misma devoción que él aprendió.
Para la gran familia de los transportistas, esta jornada es un punto de encuentro anual muy importante. Es un día para aparcar las largas rutas y compartir vivencias, para reafirmar un sentimiento de pertenencia a una profesión dura y sacrificada, pero que llevan grabada en el corazón.
Un desfile de gigantes
La procesión es un espectáculo visual. Los gigantes de la carretera, que habitualmente recorren miles de kilómetros, lucen hoy sus mejores galas. No hay rastro de polvo o barro; solo carrocerías relucientes adornadas con cintas, flores e imágenes del santo. Dentro de las cabinas, no solo viajan los conductores. Les acompañan sus familias o amigos, convirtiendo la procesión en una fiesta.
Uno de los momentos más importantes es la bendición con el párroco de Alba de Tormes, Emilio Vicnete. Con el hisopo rociando agua bendita sobre cada vehículo, se busca la protección divina para el año que viene, para cada viaje, para cada regreso a casa. La respuesta de los conductores es inmediata y atronadora: una sinfonía de cláxones que resuena, un "amén" sonoro y potente.
