La pregunta que resuena en el pabellón municipal no es solamente si habrá equipo la próxima temporada, sino si Alba de Tormes está dispuesta a dejar morir una parte fundamental de su historia reciente.
El tiempo se agota. El calendario marca martes, 8 de julio, y en el horizonte del deporte albense se dibuja una fecha límite que nadie quería ver llegar: el próximo jueves, 10 de julio. Ese día, si nada lo remedia, el Albense Fútbol Sala podría firmar su disolución. No por una crisis deportiva, no por falta de talento en la cancha, sino por algo más profundo y doloroso: la ausencia de una candidatura dispuesta a tomar las riendas del club.
La entidad se encuentra en una encrucijada crítica. La falta de un presidente y una junta directiva que garanticen su viabilidad ha activado una cuenta atrás que amenaza con borrar décadas de historia, de goles y de formación. El pabellón municipal, testigo de tantas tardes de gloria y de esfuerzo, contiene la respiración ante un futuro incierto que pende de un hilo.

En momentos como este, cuando todo parece tambalearse, la mirada debe volverse hacia dentro. Nadie es mejor que nadie, nadie deber ser imprescindible, ni nadie tiene la verdad absoluta. Para muchos socios la solución no pasa únicamente por encontrar a una persona valiente que dé un paso al frente, sino por un ejercicio colectivo de responsabilidad y generosidad, alguien que no sea solamente la única cabeza visible. Es el momento de dejar atrás viejos rencores, admitir críticas constructivas. mirar al futuro y aparcar las diferencias por un bien mayor.
Salvar al Albense F.S. requiere un pacto de unidad. Exige que todos los que, de una forma u otra, sienten los colores del club, desde exjugadores y directivos hasta aficionados y padres de la cantera, sumen en la misma dirección. La supervivencia del equipo no puede depender de una sola persona, sino del compromiso de un colectivo que comprende lo que está en juego y está dispuesta a protegerlo.

La posible desaparición del Albense F.S. no es solo una noticia deportiva; es una herida profunda en el tejido social de Alba de Tormes. Perder al club significaría mucho más que quedarse sin los partidos del fin de semana. Supondría: