Van Dyck: el corazón del tapeo salmantino que late con historia y sabor

Hay lugares en Salamanca que trascienden su condición de meras calles para convertirse en epicentros de la vida social. La zona de Van Dyck es, sin duda, uno de ellos. A escasos quince minutos del bullicio del casco histórico, este entramado de calles se erige como el templo del tapeo, un ritual profundamente arraigado en el ADN español que en Salamanca cobra una dimensión especial.

Con más de una treintena de bares, Van Dyck no es solo un destino para los miles de estudiantes universitarios que pueblan la ciudad de septiembre a mayo, sino un punto de encuentro intergeneracional para salmantinos y visitantes. Aquí, la conversación fluye tan fácilmente como la cerveza y el vino, acompañada de una oferta de pinchos y raciones donde la relación calidad-precio ha sido históricamente uno de sus grandes atractivos. No se trata de buscar la última vanguardia culinaria, sino de disfrutar de la esencia del tapeo: variedad, ambiente y precios asequibles.

Para comprender la magnitud y el arraigo de esta costumbre, es fundamental escuchar a quienes viven el día a día del sector. Jorge Moro, presidente de la Asociación de Hostelería de Salamanca, lo detalla. “Esto se remonta, te puedo decir, como hace 40 años”, explica, señalando la longevidad de esta tradición. “Ya había bares en Van Dyck emblemáticos, que de hecho siguen todavía”.

La identidad universitaria de Salamanca jugó un papel crucial en el desarrollo de la zona. “Hubo un tiempo en el que los universitarios empezaron a ir por esa zona”, comenta el presidente de los hosteleros. “Abrieron un montón de establecimientos y la gente, sobre todo la universitaria, acogía muy bien esa zona debido a lo a la calidad precio que tenían en la misma zona”. Esta simbiosis entre oferta y demanda estudiantil consolidó a Van Dyck como un referente.

A diferencia de otras zonas más enfocadas a la restauración de mesa y mantel, Van Dyck ha mantenido su apuesta por el formato ágil y social del tapeo. “Van Dyck está ofreciendo, sigue ofreciendo, pues, lo que viene siendo lo que es el pincho y la caña y el vino y tal, es una zona más de tapeo, hay gente que demanda eso”, subraya.

El impulso vital de las terrazas postpandemia

La evolución de Van Dyck no ha estado exenta de desafíos. “La zona se estancó hace como 2 o 3 años. Cuando vino la pandemia, ahí nos asustamos porque creímos que iban a cerrar muchos establecimientos en masa”, confiesa Jorge Moro. Ante esta crítica situación, la Asociación de Empresarios de Hostelería tomó cartas en el asunto.

“Entendíamos que había bares muy emblemáticos y con una trayectoria importante y además sobre todo de un interés gastronómico que entendíamos que tenía que permanecer y que teníamos que mantener esa zona como fuera, y que las terrazas iban a ser un poco el salvavidas de todo esto, y así se solicitó al Ayuntamiento”.

Y así fue. Las terrazas se convirtieron en un balón de oxígeno fundamental, especialmente para establecimientos de dimensiones reducidas, característicos de la zona. “La zona ha vuelto a la vida”, afirma con rotundidad.

En definitiva, la zona de Van Dyck continúa siendo un pilar fundamental de la cultura gastronómica y social salmantina. Como ejemplo, bares y restaurantes como Van Dyck 50 (C. de Van Dyck, 50); Café Bar El Gago (C. Alfonso de Castro, 2); Mesón Los Faroles (C. de Van Dyck, 26); Mesón La Navilla (C. Pizarro, 42); La Posada del Ermitaño (C. de Van Dyck, 24); La Fresa Vinos y Tapas (C. de Van Dyck, 8); La Orquídea (C. Ayala, 3) o Restaurante Don Cochinillo (C. de Van Dyck, 55) son parada obligatoria. Van Dyck es y será un lugar donde la tradición del tapeo se renueva constantemente, un ritual querido por salmantinos y visitantes.