El bar requiere tiempo

A la poeta no le basta con títulos magistrales y versos que nos remuerden la lectura, nos sorprenden a cada línea y nos dejan a la intemperie del lenguaje. A la poeta también le van las frases que en la charla distendida, brillan como gemas más allá de la fiebre de los metales. Porque hay verdades que arden en la boca…

Y frases que nos hacen sonreír de pura certeza: frente a la prisa y al café que se bebe camino del trabajo, en esa calle en la que comen en países que no saben de sentarse o de acodarse en la barra, en España, el bar requiere tiempo. Una copa de vino blanco de dorada transparencia para ella y una cerveza donde se concentra el frío que anhelamos, para mí.

En la lectura del encuentro de poetas, las voces son como un ritornello que sube y baja según sea la intensidad del lector que nos regala el fruto de su escrito. Y me dejo mecer en el silencio cuando un verso, una metáfora elevan y afilan la atención de quien se deja acariciar por las palabras. Me pasa en la conversación diaria y me pasa con los amigos poetas o poetas amigos que se empeñan en hacer magia. Y espero acordarme de la frase o llegar a las profundidades del bolso donde anida la agenda para escribir la gracia de su genio. En España, el bar requiere tiempo. Y es cierto, nada de prisas acodados en la barra, ante el despliegue de la comida que ahora quizás dejamos de lado deseosos del hielo y del rumor de espumas de la caña. Tiempo para encontrarnos, reírnos, tomar algo, seguir la reunión de otra manera, perderlo en la quietud de la terraza o entrar y salir de uno a otro local como si estuviéramos en el mismo. Somos una ciudad pequeña, no necesitamos que nadie nos espante de la mesa ni nos ponga un cronómetro para la charla. Nos gusta el tiempo compartido y el bar es un lugar donde ser reconocidos. Y si adquirimos el cargo de parroquianos, hasta obviamos pedir lo que ya se sabe que necesitamos.

El bar requiere tiempo y la poeta, escucha. Tiene el don de llamar a las cosas por otro nombre más bello y más certero. El don de la risa entre frase y frase y la emoción entre verso y verso. Estar con ella es un regalo y por desgracia, el tiempo del trabajo nos hurta ese privilegio. Sin embargo, con qué elegancia deja a un lado la prisa y sus premuras y nos entrega un tiempo cálido e intenso sin pensar en lo que podría en ese momento estar haciendo. Y de repente, la frase con un peso de sentencia y de secreto. El bar requiere tiempo. Y el amor, y la amistad, y el verano, todo lo bueno. Tiempo para disfrutarlo. Entonces, los amigos, bebemos el vino blanco y la cerveza rubia con la alegría de reír y de seguir encadenando versos.

Charo Alonso.

Fotografía: Fernando Sánchez Gómez.