Durante la inauguración del curso internacional 'BioPhySAL' en Salamanca, que busca posicionar a la ciudad como un referente mundial en biofísica y biología estructural
Salamanca se ha convertido esta mañana en el punto de encuentro donde el futuro de la biología se desvela a nivel molecular. La razón tiene nombres y apellidos: Eva Nogales, candidata al Premio Nobel y catedrática de Bioquímica, Biofísica y Biología Estructural en la prestigiosa Universidad de California en Berkeley, y Carlos Bustamante, uno de los biofísicos más influyentes del planeta y profesor en la misma institución. Ambos han elegido la ciudad del Tormes, un gesto cargado de simbolismo y estrategia, para inaugurar el curso internacional “BioPhySAL”, un evento que ha atraído a jóvenes promesas científicas de todo el globo.
El objetivo del curso es ambicioso: ofrecer formación avanzada en biofísica y biología estructural a estudiantes de posgrado y de últimos años de grado. Pero el trasfondo es aún más profundo. Se trata de una iniciativa que busca tejer puentes entre la élite científica internacional y el talento emergente, y hacerlo en un escenario, Salamanca, que aspira a recuperar el protagonismo que por historia le corresponde. Como ha señalado Nogales, la elección no ha sido casual. Se trata de una oportunidad única para que los futuros líderes de la investigación interactúen con pioneros en su campo, pero también para poner el foco en una universidad con un legado inmenso y un futuro prometedor.
La idea, que nació en los pasillos de Berkeley, ha sido impulsada con una convicción férrea por Carlos Bustamante. Para él, este curso es una declaración de intenciones. “En mi opinión, coloca Salamanca en el mapa propiamente de la biofísica y de la biología estructural en el mundo”, ha afirmado con rotundidad. Su motivación va más allá de lo puramente académico; es un proyecto con alma, casi una misión personal. “Mi interés personal cuando se me ocurrió la idea de crear este este curso fue justamente hacer eso, que Salamanca vuelva a tener la brillante trayectoria que tuvo en el pasado”, ha confesado.
Bustamante ha recordado el peso histórico de la institución salmantina, un argumento que resuena con fuerza en el octavo centenario de la Universidad. “Como lo diré ahora en mi presentación, Salamanca es el alma máter de España y de Hispanoamérica, así que es muy importante, es un lugar muy especial”. Para lograr este reposicionamiento, el curso “BioPhySAL” ha traído a la ciudad a las “figuras top de la biofísica avanzada y de la biología estructural”.
El contenido del curso refleja las fronteras actuales del conocimiento. Bustamante ha explicado que las investigaciones más punteras se centran en tres áreas clave que están representadas en el programa: la capacidad de estudiar procesos a nivel de moléculas individuales, la observación de la célula con superresolución espacial y el uso de la criomicroscopia electrónica para desvelar la ultraestructura molecular. Estas técnicas, que parecen sacadas de la ciencia ficción, son las herramientas con las que se está reescribiendo el libro de la vida.
Eva Nogales, cuya trayectoria la sitúa en la antesala del Nobel, ha aprovechado la ocasión para realizar una radiografía lúcida y crítica del estado de la ciencia en España. Su análisis parte de un reconocimiento inequívoco al capital humano. “Los científicos españoles hacen una labor excepcional, dado los medios con los que cuentan”, ha sentenciado. Una afirmación que es a la vez un elogio y una denuncia.
Nogales ha señalado la dependencia de la ciencia de los vaivenes económicos, un error estratégico para un sector que requiere una visión a largo plazo. “Es importante darse cuenta de que la ciencia es un trabajo a largo plazo, un esfuerzo a largo plazo, una inversión que va a dar sus frutos, pero en la que se tiene que invertir durante mucho tiempo”, ha explicado. La inversión, ha matizado, no es solo económica, sino también humana y de infraestructuras.
Su crítica más afilada, sin embargo, se ha dirigido al sistema de gestión. Nogales ha abogado por un cambio de paradigma que vaya más allá de la mera inyección de fondos. La clave, según ella, es utilizar el dinero “de forma más efectiva, con menos burocracia, con menos jerarquías”. Su propuesta es revolucionaria en su simplicidad: “poniendo al científico y a su labor en el centro y haciéndole partícipe de qué tipo de decisiones se toman para facilitar su labor”. Un llamado a empoderar a quienes están en el laboratorio, a escuchar sus necesidades y a eliminar las trabas administrativas que frenan el progreso.
A pesar de su visión crítica sobre el sistema nacional, las impresiones de Eva Nogales sobre su colaboración con la Universidad de Salamanca y sus investigadores han sido inmejorables. “Solo puedo decirte que las interacciones que he tenido con científicos aquí en Salamanca han sido excepcionales, que estoy muy impresionada por el trabajo que están haciendo”, ha declarado. Ha destacado la increíble respuesta de la USAL ante la propuesta del curso, subrayando el esfuerzo local para organizar no solo las ponencias, sino también las prácticas con técnicas e instrumentos punteros.
Este evento, ha concluido, debe ser “un soplo de como de energía, de entusiasmo”. Un impulso que revitalice a la comunidad científica local y que demuestre que Salamanca no solo vive de su historia, sino que está preparada para construir su futuro. La presencia de Nogales y Bustamante no ha sido una simple visita; ha sido la siembra de una semilla en tierra fértil, un recordatorio de que el conocimiento no tiene fronteras y de que, con la visión y el apoyo adecuados, Salamanca puede volver a ser un faro de la ciencia mundial.
Un nuevo horizonte científico se ha abierto en Salamanca. La ciudad, cuna del saber humanístico durante siglos, ha reafirmado su apuesta por la ciencia de vanguardia con la inauguración del curso “BioPhySAL”. Este no es un programa formativo más; es una declaración de intenciones, un puente directo entre las mentes jóvenes más brillantes del planeta y la élite de la investigación en biofísica y biología estructural. La Universidad de Salamanca (USAL) no solo ha abierto sus puertas, sino que se ha posicionado como el epicentro de una revolución silenciosa que busca descifrar los secretos moleculares de la vida.
El encargado de dar el pistoletazo de salida ha sido el rector de la Universidad de Salamanca, Juan Manuel Corchado, quien ha presidido la apertura de un curso que trasciende lo local para convertirse en un foro de conocimiento global. “BioPhySAL” ha sido diseñado meticulosamente para ofrecer formación avanzada a estudiantes de posgrado y de los últimos años de grado, congregando en el Estudio salmantino a futuros científicos de diversas nacionalidades. El objetivo es claro: dotarles de las herramientas más sofisticadas en un campo que está redefiniendo el futuro de la medicina y la biotecnología.
Durante su intervención, el rector ha subrayado el valor estratégico de esta iniciativa, no solo para los estudiantes, sino para la propia institución. La colaboración con científicos de prestigio internacional es una pieza clave en este engranaje. Corchado ha hecho especial hincapié en la figura de una de las impulsoras del curso, destacando el privilegio que supone para la USAL contar con su liderazgo. “Para nosotros es un honor tenerla aquí, que ella impulse ese tipo de formación junto con nosotros y que haga también que el centro de toda su investigación y todo lo que hace sea la Universidad de Salamanca”, ha afirmado el rector.
Estas palabras no son protocolarias; reflejan una estrategia deliberada para atraer y retener talento de primer nivel, convirtiendo a la USAL en un imán para la investigación de excelencia. La idea es que Salamanca no sea solo un lugar de paso, sino el núcleo desde el que se generan y lideran proyectos científicos de impacto mundial. Se trata de una simbiosis perfecta: la universidad proporciona la plataforma y el talento emergente, mientras que los investigadores consolidados aportan su experiencia y prestigio, creando un ecosistema de innovación único.
La celebración de “BioPhySAL” no es un hecho aislado. Se enmarca en la sólida trayectoria de la Universidad de Salamanca en el ámbito de las biociencias. Corchado ha puesto en valor la infraestructura existente, describiendo a la USAL como un centro con “un campus biotecnológico muy potente, en el que hay muchísima investigación en desarrollo, numerosos proyectos de gran nivel”. Este curso, por tanto, se apoya sobre unos cimientos robustos, aprovechando las sinergias con centros de investigación y laboratorios que ya operan a pleno rendimiento en la ciudad.
La biofísica y la biología estructural son disciplinas que operan en la frontera del conocimiento. Permiten visualizar y comprender cómo funcionan las proteínas, los virus y otras macromoléculas a un nivel atómico. Este conocimiento es fundamental para diseñar fármacos más eficaces, entender la base de enfermedades como el cáncer o el alzhéimer y desarrollar nuevas terapias. Por ello, el rector ha calificado esta área como absolutamente crucial. “Este es un área trascendental hoy en día en el ámbito de la medicina y de la biociencia”, ha sentenciado, enfatizando la relevancia de formar a la próxima generación de expertos que liderarán los avances en este campo.
El verdadero éxito de “BioPhySAL” se medirá en el impacto que tenga sobre sus participantes. Al reunir a estudiantes de todo el mundo, el curso fomenta un ambiente multicultural y colaborativo, esencial en la ciencia moderna. Los jóvenes no solo adquieren conocimientos técnicos, sino que también construyen una red de contactos internacionales que será vital para sus futuras carreras. La USAL, con esta iniciativa, se erige como una cantera de talento global, “impulsando la formación de jóvenes en un área tan relevante para nosotros”, como ha señalado Corchado.
La satisfacción y el orgullo de la institución por este proyecto han sido evidentes en las palabras del rector, quien ha cerrado su intervención reiterando la importancia de estas colaboraciones. “Nos sentimos muy honrados con poder contar con ella para impulsar esta formación”, ha concluido, refiriéndose de nuevo a la científica que colidera el programa. Este sentimiento de honor compartido es el motor que impulsa a la Universidad de Salamanca a seguir apostando por la excelencia, la internacionalización y la investigación de vanguardia, asegurando que su legado histórico continúe proyectándose con fuerza hacia el futuro científico del siglo XXI.