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Vivienda propia
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Al cabo de la calle

Vivienda propia

Actualizado 21/06/2025 09:11

La vivienda persiste, por séptimo mes consecutivo, como el principal problema que tienen los españoles. Según el barómetro de junio de 2025 del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) el 32,5 % de los encuestados señala la vivienda como su mayor preocupación, por delante de otros asuntos muy mediáticos y polémicos como la inmigración o la política. La vivienda es un viejo problema pendiente de resolver, que se muestra resistente a las promesas electorales, las reformas administrativas, las soluciones exprés, las leyes o los decretos.

Lejos de caminar hacia la solución, la percepción negativa de la ciudadanía respecto de la vivienda sigue creciendo, con un salto de siete puntos respecto al mes de mayo. Una subida que deja claro el malestar social en torno al acceso a una vivienda asequible y digna. Se siguen acumulando meses de incremento, porcentajes de carestía, jóvenes, familias y mayores que no llegan a poder disponer de ella. Encontrar un techo bajo el que cobijarse se ha convertido en un lujo al que muy pocos tienen acceso. En España hay una emergencia de vivienda ante la cual un tercio de la población levanta sus voces.

Como si no fuera bastante complicado la compra de una vivienda por su carestía, el conseguir una hipoteca asumible, o el pagar unos alquileres abusivos, la cuestión ha desembocado en una inseguridad endémica y estructural para el ciudadano, al tener que destinar en torno a la mitad del sueldo a la vivienda, no poderte emancipar de tus padres por no encontrar vivienda o porque los bajos salarios no te lo permiten, así como vivir con la incertidumbre de si en los próximos meses tendrás que abandonar la casa donde vives.

Incertidumbre esta última que no solo la padecen los jóvenes, también las personas mayores. Esas que, por la razón que fuere, a lo largo de su vida no se hicieron con vivienda propia, y que ahora, con las transformaciones del mercado y unas normativas que lo permiten, o porque no pueden pagar los altos alquileres, los echan de allí donde han vivido siempre y se encuentran en la calle sin tener un lugar donde cobijarse.

Sabemos que la cuestión de la vivienda es un problema internacional, aunque con sus matices y especificidades en cada país. En el caso de España, en los últimos tiempos y aunque el asunto sea más complejo, podemos sintetizar el problema en el aumento del coste de la vivienda, ya sea por compra o alquiler, frente al estancamiento de los salarios.

En el 2023 y según Fotocasa, los alquileres de vivienda se incrementaron un 51,4 %, mientras que los sueldos solo subieron un 3,4 %, según InfoJobs, plataformas de transacciones de viviendas y de puestos de trabajo, respectivamente. Esto hace que, con 881 euros de media de alquiler mensual, España se haya situado entre los países más caros del mundo en el ranking elaborado por LoveMONEY con datos de Numbeo, plataforma de base de datos para el estudio de la calidad de vida, quien calcula que hay más de 1.200 millones de personas en todo el mundo que viven de alquiler.

Entre las consecuencias de esta lamentable situación está el hecho de que esté cambiando una de las singularidades tradicionales de la vivienda en España, cual es que los españoles apostaban por tener vivienda propia, en propiedad. Cuestión esta frecuentemente criticada por algunos países y también por economistas, desde el punto de vista de la economía. Algunos pensamos que la compra y disponibilidad de casa propia era y sigue siendo la mejor opción particular, para que el ciudadano pueda generar riqueza con sus ahorros y dotarse de un patrimonio mínimo que le evite ser desahuciado en algún momento. Solo por eso, la vivienda propia es un activo muy rentable en términos económicos y de seguridad para la dignidad humana.

El alquiler de vivienda en España siempre fue la segunda opción. Así, y según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) el 89 % de los hogares españoles con residentes de más de 65 años son en propiedad. Pero la prolongada crisis actual de la vivienda ha cambiado el modelo. En el año 2000, el porcentaje de jóvenes con vivienda propia era del 70 %, frente a solo el 36 % del 2020 y el 29 % del 2023, año este último en el que la vivienda propia cayó a mínimos históricos.

España ha dejado de ser un país de vivienda propia, una pena para quienes creemos en sus bondades. La brecha generacional sigue agrandándose, la vivienda en propiedad pierde terreno. Cuando toca buscar vivienda, los jóvenes optan mayoritariamente por el alquiler. Tomando como referencia la franja de menor edad, la que está entre los 16 y 29 años, para ellos el arrendamiento en el 2023 fue el régimen de hogares elegido por el 56,6% de los jóvenes. Cada vez más la edad determina el cómo vives, si lo haces en casa propia o en una de alquiler. La carestía de la vivienda se ha convertido en un gran factor de empobrecimiento de los trabajadores.

Entre otros factores para ese cambio generacional en cuanto a la vivienda, está la precarización del empleo con la consiguiente pérdida de ingresos por parte de los jóvenes, el encarecimiento de la compra de la vivienda, con la derivada de la subida estrepitosa del alquiler, y la dificultad de acceso al crédito como requerimiento para poder comprar una vivienda. Conseguir hoy una hipoteca por parte de los bancos es casi un lujo al alcance de pocos.

Por todo ello, algunas fuentes de información manifiestan que el 60 % de las compras de viviendas que se realizan en España se hacen sin hipoteca. Un claro indicio de que quienes compran son los que se hacen llamar inversores y que muchos de ellos más bien son especuladores. No son los jóvenes necesitados quienes compran vivienda para tenerla en propiedad, más bien esta, la vivienda, se ha convertido en un factor de empobrecimiento de los más humildes que, en las condiciones actuales, les es muy difícil encontrar una oportunidad de tener vivienda propia.

Cabe esperar que las autoridades competentes y quienes manejan los hilos del mercado, busquen soluciones: poniendo coto a los pisos turísticos, liberando suelo para construir viviendas, aligerando los trámites en la concesión de licencias, facilitando la consecución de financiación, promoviendo un proceso constructivo que favorezca la construcción acelerada de viviendas, e impulsando la disponibilidad de vivienda pública. Y, ojalá, la vivienda propia vuelva a ser la opción prioritaria, posible.

Les dejo con DELLAFUENTE - A LO MEJOR:

https://www.youtube.com/watch?v=dDM4WBS5--c

Aguadero@acta.es

© Francisco Aguadero Fernández, 20 de junio de 2025

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