Viernes, 05 de diciembre de 2025
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Edadismo y discriminación
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Al cabo de la calle

Edadismo y discriminación

Actualizado 07/06/2025 09:23

El 82,5 % de los españoles piensan que los jóvenes tienen más problemas que los mayores y que una de cada tres personas mayores de 65 años se ha sentido ignorada por su edad, según el estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sobre Edadismo, publicado en febrero 2025. Aunque el CIS ha centrado su investigación en estos dos colectivos, nosotros pensamos que el edadismo puede darse o aparecer relacionado con cualquier edad a lo largo de nuestra vida, si bien, es más significativo en las personas mayores y en los jóvenes (menores de 35 años).

Por su parte, el Diccionario de la Lengua Española (DLE) solo cita a los mayores cuando define al edadismo como una “Discriminación por razón de edad, especialmente de las personas mayores o ancianas”. Definición introducida en el 2022, si bien, el término fue acuñado en los años sesenta por el gerontólogo y psiquiatra estadounidense Robert Butler.

Una primera reflexión, más allá de lo que nos dice el DLE, es la de ¿qué entendemos por edadismo? Sociológicamente, entendemos por edadismo a la forma de pensar (estereotipos definidos) sentir (prejuicios propios o ajenos) y actuar (discriminadamente) con respecto a nosotros mismos o a los demás, por razones de la edad cronológica, que puede ser distinta a la edad biológica. La edad es una de las primeras observaciones que hacemos sobre otras personas. Y el edadismo surge cuando utilizamos esa edad observada para categorizar y clasificar a las personas por atributos, que pueden ocasionar daño, desventaja o injusticia, menoscabando la solidaridad intergeneracional.

Desde esa concepción, el edadismo está muy presente en la vida cotidiana, aunque pasa desapercibido para una gran parte de la población, incluso para los afectados. Hemos de tener en cuenta que el edadismo es la tercera forma de discriminación en el mundo, tras el racismo y el sexismo. Pero que si vamos más allá de los hechos concretos y consideramos que se puede apreciar en nuestras conversaciones y gestos, al contar chistes sobre o en torno a las personas mayores, sugerir el estilo de vestimenta o preguntar la edad, entonces el edadismo podría pasar a la primera posición en cuanto discriminación mundial.

Las personas mayores cada vez tienen más peso en el conjunto de la población, pero las cosas, el vivir día a día no les resulta fácil. De los 49 millones de habitantes que hay en España, más de nueve millones, el 20 %, son personas mayores de 65 años y se espera que en las próximas décadas lleguen al 30 %. Sin embargo, es a partir de los 50 cuando la gente declara haber sentido algún tipo de discriminación a causa de su edad.

Como otros aspectos de la antropología y la sociología, el edadismo es difícil de acotar y de medir. Lo podemos encontrar en diferentes niveles, escenarios y circunstancias. De acuerdo con el Informe Mundial sobre el Edadismo, este se puede clasificar en tres tipos: edadismo institucional, cuando nos niegan un acceso a algo por la edad; edadismo interpersonal, cuando otras personas tomen decisiones por nosotros considerando la edad y, edadismo autoinfligido, cuando una persona se avergüenza de su edad. Intervienen también los diferentes tipos de edadismo, entre ellos y por su importancia, el que se da en el ámbito laboral y de la salud.

Es frecuente que se produzca una discriminación por razones de edad a partir de los 45 años en el ámbito laboral a pesar del conocimiento y la experiencia acumulada. En España, la mayor fuerza laboral se encuentra en torno a los 45 años. No tiene mucho sentido que sea a esa edad, cuando las cosas se empiezan a complicar para los mayores por una cuestión de edadismo. Máxime, sabiendo que a partir de los 55 la expulsión del mercado de trabajo supone un desempleo de larga duración que hace casi imposible volver a encontrar un trabajo. Cuestión penosa para la persona afectada y un desperdicio del talento acumulado, algo que, ni por una razón ni por la otra, deberíamos permitirnos o, al menos, reflexionar sobre el ¿por qué algunas personas dirigen países o incluso el mundo a los 80 años y en cambio se discrimina a trabajadores de 50 por su edad?.

Por otra parte, en el ámbito de la salud, es frecuente que, ante una consulta médica por alguna dolencia, te despachen con el que los síntomas de los cuales te aquejas son normales a tu edad. Otra forma de edadismo es infantilizando el lenguaje que usamos con las personas mayores, hablándoles como si fueran niños. Un trato que, si bien con frecuencia es cariñoso, no siempre es agradable. Cosa que no se da solo en el sector sanitario, también en otros ámbitos.

En los jóvenes, el edadismo aparece muy vinculado a los problemas que les afectan y que según el estudio citado del CIS son la vivienda con su precio de compra y alquileres; la precariedad laboral, debido a las condiciones, salarios bajos, temporalidad, horarios y conciliación; y, como consecuencia de las dos anteriores, las dificultades para independizarse y abordar un proyecto de vida sólido. La solución para el 58,9 % de los encuestados sería garantizarles un empleo y sueldos de calidad, seguida de asegurarles alquileres de casas económicamente accesibles, según opina el 55,9 %.

La misma investigación nos indica que el 68,9 % de los encuestados cree que los mayores de 65 años tienen “muchos o bastantes problemas”, entre ellos, el que los hijos les atienden peor que generaciones anteriores, opina el 58,6 %. Pero el principal problema que tienen las personas mayores en España es la insuficiencia económica para gastos corrientes de vivienda, agua, luz, calefacción y comestibles, seguido de la insuficiencia de recursos públicos para sus necesidades de residencias, centros de día o ayuda a domicilio.

Llegados aquí cabe preguntarse si ¿se están tomando las medidas oportunas para mejorar la vida de los mayores y evitar que sean víctimas del edadismo? Alguna cosa se está haciendo. Habría que adaptar el entorno para facilitar sus desplazamientos o movimientos, mejorar la atención que empresas privadas y administraciones públicas ofrecen a las personas mayores, fomentar la existencia de lugares de ocio y convivencia para las personas mayores, llevar a cabo políticas para reducir la brecha digital y revisar algunas políticas públicas que son discriminatorias, amén de la creación en los ayuntamientos de concejalías específicas para los mayores, como las hay para la juventud o la mujer.

Nosotros, los ciudadanos, podemos contribuir a reducir el edadismo, revisando nuestro lenguaje, despojándonos de prejuicios, superando los estereotipos al respecto y siempre, siempre, teniendo en cuenta los derechos humanos.

Escuchemos +de75 - Los Clásicos:

https://www.youtube.com/watch?v=77_C-xjRY8o

Aguadero@acta.es

© Francisco Aguadero Fernández, 6 de junio de 2025

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