De los más de 2.800 alumnos, "más de 100 tienen necesidades específicas de apoyo educativo. Y todos están desarrollando su examen con absoluta normalidad"
Los pasillos universitarios de Salamanca respiran una mezcla de tensión contenida y esperanza palpable. Miles de jóvenes se enfrentan desde esta mañana a uno de los momentos más decisivos de su trayectoria académica: la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU). En el distrito de Salamanca, son 2.840 los estudiantes inscritos, de los que 1.625 están en la provincia de Salamanca, una cifra que refleja la magnitud del desafío organizativo, especialmente este año.
La jornada está marcada "un procedimiento un poco nuevo con algunas novedades", según palabras de la vicerrectora de Estudios de Grado y Calidad de la USAL, encargada de supervisar el arranque de las pruebas, Bertha Gutiérrez. Este nuevo escenario generó "un poco de miedo" inicial, como admitió la responsable universitaria, pero el balance de las primeras horas es positivo. "No ha habido ningún problema. Ha habido alguna pequeña incidencia, pero se han salvado sin demasiado problema", aseguró, destacando la normalidad como tónica dominante a pesar de los inevitables nervios estudiantiles.
La adaptación al nuevo modelo de la EBAU ha supuesto un esfuerzo considerable para todas las partes implicadas. "Han tenido que trabajar muchísimo todas las personas que que ponen en marcha el el procedimiento, empezando por la propia coordinación, pero también todos los profesores y profesoras que intervienen", explicó la vicerrectora. Este trabajo exhaustivo, que incluyó debates sobre aspectos técnicos como "cuántas lecturas tienen que hacer, que si 15 lecturas, que si 5 lecturas", ha sido crucial para que el engranaje funcionase.
La mayor concentración de inscritos se da, lógicamente, en Salamanca capital, con cifras algo menores en los campus de Ávila y Zamora, entre otros puntos del distrito universitario. Pese a la complejidad, la vicerrectora se mostró "optimista", aunque reconociendo que los estudiantes están "nerviosos, que es como tienen que estar" ante una prueba de esta envergadura.
Eva Lahuerta Otero, responsable Técnico de Organización y Desarrollo de las Pruebas de Acceso de la Universidad de Salamanca, corroboró esta sensación de normalidad controlada, detallando algunas de las incidencias "clásicas" que se han presentado. "Desde una estudiante que a última hora, se ha caído y se ha fracturado un brazo, hasta algún estudiante que de los nervios pierde el DNI o no lo trae, se le ha olvidado en casa", relató Lahuerta. Afortunadamente, matizó, "nada que no se pueda solventar".
Un caso particular fue el de una estudiante que sufrió una fractura de brazo el pasado 31 de mayo, justo antes de los exámenes. Para ella, como para otros alumnos con necesidades específicas, la USAL tiene preparados protocolos. "Tenemos estudiantes que, por lo que sea, tienen ya movilidad reducida y ellos trabajan normalmente en bachillerato con el ordenador, por lo tanto, hacen su examen de ordenador", explicó Lahuerta. En el caso de la alumna con el brazo fracturado, "ha solicitado también transcripciones, o sea, que le vamos a ayudar cuando se canse, tenemos ahí una persona de apoyo que le ayuda".
Este nivel de atención es fundamental, ya que, según Lahuerta, de los más de 2.800 alumnos, "más de 100 tienen necesidades específicas de apoyo educativo. Y todos y cada uno de ellos están desarrollando su examen con absoluta normalidad". Este logro es fruto del trabajo de un vasto equipo. "Tengo que dar las gracias aquí a un equipo de más de 200 personas que está detrás de esto", enfatizó Lahuerta, enumerando a "vigilantes, correctores, coordinadores de materia, servicios informáticos, la sección de acceso, 27 coordinadores de materia y todo el servicio de asuntos sociales".
La labor de Salamanca como coordinadora de la EBAU en toda Castilla y León va mucho más allá de la gestión en su propio distrito. Implica una tarea ingente de unificación y consenso. Eva Lahuerta detalló la complejidad de este rol: "Implica muchas cosas, desde armonizar todos los contenidos de las pruebas, reunir a todos los coordinadores de materia de las 4 universidades públicas, a todos los grupos de trabajo, que nos pongamos de acuerdo, que creemos los contenidos, que estén a tiempo, realizar las pruebas, enviar las distintas pruebas a las distintas sedes".
Pero la coordinación no termina ahí. Un aspecto crucial es la gestión de las incompatibilidades horarias. "Cuando un estudiante o una estudiante le coinciden 2 o más exámenes en un tramo horario, tenemos que encontrar una solución válida para todo Castilla y León, porque como saben, los exámenes son únicos en nuestra región", señaló Lahuerta. Este proceso de "armonizar esos procesos" requirió un intenso trabajo durante el fin de semana previo para "conseguir una solución que cuadre, básicamente".
Una de las preguntas que flota en el ambiente es si los cambios introducidos con la PAU y el nuevo modelo podrían influir en las calificaciones finales de los estudiantes. Ante esta cuestión, Eva Lahuerta se mostró cauta: "No lo sé. Es verdad que yo no espero una bajada drástica".
No obstante, reconoció una realidad palpable en las nuevas generaciones: "Es verdad que los estudiantes cada vez se comunican de una forma más digital. Entonces, es verdad que el lenguaje escrito y la lectura, pues, son hábitos que, por desgracia, se están perdiendo en su entorno digital". Esta tendencia a "economizar el uso del lenguaje", incluso omitiendo signos de puntuación en comunicaciones informales, podría ser un factor. Sin embargo, Lahuerta confía en la preparación de los alumnos: "Ellos saben que lo tienen que hacer, es decir, en bachillerato ya les venían penalizando por este tipo de cosas, así que yo creo que están muy preparados. Espero que lo hagan muy bien".
Con los exámenes ya en marcha, la maquinaria de la PAU en Castilla y León, pilotada desde Salamanca, avanza. Las "pequeñas incidencias" se gestionan con diligencia, el nuevo modelo se pone a prueba y miles de estudiantes depositan en estas jornadas el fruto de años de esfuerzo. El ingente trabajo de coordinación y el compromiso de cientos de profesionales son la garantía para que, más allá de los nervios y las novedades, el proceso se desarrolle con la máxima equidad y normalidad posible, abriendo las puertas del futuro universitario a una nueva generación.
Fotos de David Sañudo