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Sara Seguín: "En Alba de Tormes he sentido la presencia de Santa Teresa y la ternura de la gente"
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VENERACIÓN SANTA TERESA

Sara Seguín: "En Alba de Tormes he sentido la presencia de Santa Teresa y la ternura de la gente"

Actualizado 23/05/2025 20:27

Lo que comenzó como un "sí' a una solicitud de ayuda se convirtió en un encuentro personal con la santa y una comunidad de fe, marcando un antes y un después en su relación con la Doctora de la Iglesia.

Unas vacaciones transformadas en una profunda vivencia espiritual. Sara Seguín, miembro de la Cofradía del Cristo Yacente de Salamanca, no imaginaba que dedicar sus días libres a colaborar en la histórica veneración del cuerpo incorrupto de Santa Teresa en Alba de Tormes la llevaría a un encuentro tan personal con la santa y con una comunidad volcada en la fe. Lo que comenzó como una respuesta a una petición de ayuda se ha convertido en una experiencia que, según sus propias palabras, la ha cambiado profundamente, un testimonio valioso de cómo la devoción teresiana sigue tocando corazones, incluso de aquellos que, como Sara, no se sentían inicialmente cercanos a la figura de la Doctora de la Iglesia.

Respuesta cofrade

La conexión de la Cofradía del Cristo Yacente con este evento singular en Alba de Tormes tiene un nombre propio: el Padre Miguel Ángel. "El padre Miguel Ángel tiene un vínculo cercano con nuestra Cofradía", explica Sara Seguín. En el marco de las diversas actividades que la cofradía salmantina realiza a lo largo del año, más allá de los actos puramente penitenciales de la Semana Santa, surgió la oportunidad de colaborar en la organización de la veneración. "Nos comunicó que iba a hacer esto, nos pidió ayuda y la gente de la Cofradía se ha movido para devolverle la ayuda".

Así, un grupo de entre diez y quince cofrades, encabezado por la dedicación de voluntarios como Sara, ha estado viajando desde Salamanca hasta Alba de Tormes para "echar una mano" en las tareas necesarias durante estas intensas jornadas. Este compromiso altruista es un reflejo de la vida activa de la Cofradía. "La Cofradía tiene una vida muy rica todo el año. Tiene actividades de todo tipo, culturales o de ocio", comenta Sara, destacando que esta colaboración en Alba se enmarca también en un espíritu de "confraternidad". De hecho, el inicio de esta aventura tuvo un prólogo especial que fortaleció los lazos: "Vinimos caminando hasta aquí el primer día, el día 11 de mayo, y después compartimos una comida de hermandad en los jardines de San Juan".

De la Distancia a la Cercanía Espiritual con la santa

Para Sara Seguín, esta inmersión en el universo teresiano ha supuesto un viaje interior inesperado. Dedicando sus vacaciones íntegramente a esta labor, con jornadas que se extienden casi "de sol a sol", como ella misma describe con una sonrisa que denota tanto el esfuerzo como la satisfacción, su percepción inicial sobre Santa Teresa ha experimentado una notable transformación. "Realmente, no me sentía cercana a Santa Teresa", confiesa con sinceridad. "La he leído, la he estudiado, pero no formaba parte de mi círculo cercano".

Sin embargo, la constancia, la permanencia en la Basílica de la Anunciación y la inmersión en el ambiente de devoción que rodea el sepulcro han obrado un cambio sutil pero profundo. "Poco a poco, a partir de estar aquí tantos días y tantas horas, pues he empezado a sentir como una presencia y te llena", relata Sara. La figura de la santa, omnipresente en la iglesia, se ha convertido en un referente. "Ella está en el centro, ¿no? Y eso te va acercando a lo que queremos, que es acercarte a Dios a través de ella, porque la veneración de Santa Teresa nos acerca más a Dios". El resultado es una conexión que antes no existía: "No me sentía cercana a ella y después de estos días la verdad que que me siento de otra forma".

Un Torrente de Emociones

El primer día en Alba de Tormes fue particularmente impactante para Sara. "Muy emocionante. Me he emocionado muchas veces. Aquí no sé por qué, porque era como que me estaba esperando este sitio", describe, buscando palabras para una sensación difícil de definir. "Era como sin saber que tenías que estar en un sitio, estás y sientes que te está esperando". Esta emoción no era exclusiva suya; la ha visto reflejada en los rostros y gestos de innumerables peregrinos que han acudido a presentar sus respetos y oraciones ante la santa.

"Ha pasado mucha gente muy emocionada por aquí", continúa Sara, describiendo el flujo constante de fieles. Al principio, le costaba comprender la intensidad de esas reacciones. "No entiendes que gente venga llorando, no entiendes que la gente venga tan emocionada, que vengan familias que se arrodillen, que recen". Pero la convivencia diaria y la observación atenta la han llevado a una comprensión más profunda y empática. "Poco a poco te vas haciendo un poco a lo que siente esta la gente que viene y vas compartiendo sentimientos con ellos". Esta comunión de sentimientos ha hecho que la experiencia sea "muy emocionante, la verdad, lo hemos vivido muy intensamente".

Estos quince días de dedicación están llegando a su fin, y la perspectiva de retomar la rutina diaria se presenta con una mezcla de alivio por el cansancio acumulado y una inevitable nostalgia anticipada. "Me da esta pena que se acabe", admite Sara, aunque reconoce que "estamos cansados". Es el peaje físico de una entrega total.

Acogida y Gratitud en Tierra Teresiana

A pesar de ser de Salamanca, Sara y sus compañeros de la Cofradía del Cristo Yacente han encontrado una cálida y generosa bienvenida en Alba de Tormes. "Me han acogido muy bien, todo hay que decirlo", subraya con énfasis. "Al final, la gente de Alba no nos conocían de nada pero nos han acogido muy bien todos los voluntarios que no somos de aquí". Este trato ha sido fundamental para sentirse integrada y parte de un esfuerzo común. "No nos han tratado como si fuéramos de fuera, al contrario", afirma, destacando que no ha habido recelos del tipo "la santa es nuestra", sino una apertura total.

La colaboración con los voluntarios locales, entre los que menciona con cariño a Bea, Jorge y Carmen, ha sido estrecha y enriquecedora. "He hecho mucho grupo especialmente con Bea, con Jorge, con Carmen... que que tiran un poco de mí, a la vez que también me siento agradecida porque confían en mí". Pero su agradecimiento más especial se dirige al Padre Miguel Ángel, el prior de los Carmelitas Descalzos y el artífice de esta oportunidad. "Sobre todo, quiero agradecerle a Miguel Ángel que haya contado con nosotros para esto, que es algo histórico".

Sara describe al Padre Miguel Ángel como "la presencia serena, la sonrisa que todo lo calma". Destaca una cualidad que considera fundamental en su labor pastoral: su dedicación a las personas. "Él puede tardar en recorrer 100 metros 3 horas, porque se va parando con las personas, porque para él lo importante es eso, las personas". Esta filosofía se refleja en la paciencia con la que se ha gestado este evento trascendental. "Ha tardado desde el 2022 hasta ahora en poder abrir el sepulcro, son 3 años, y eso te refleja que lo que se hace con amor se hace sin prisa".

Expectación Ante la Procesión

Con la veneración llegando a su fin, la atención se centra también en la procesión, un evento que Sara espera con gran expectación. Aunque ha visto vídeos de procesiones anteriores en Alba, esta será su primera experiencia directa, y la vivirá desde una perspectiva única, tras días de inmersión total. "Creo que va a ser muy emocionante, porque todo el mundo está como muy emocionado con la procesión y, claro, todo lo de que tiene que ver con Santa Teresa para mí es muy nuevo".

Esta novedad, lejos de ser un obstáculo, se ha convertido en un aliciente para vivirlo con mayor intensidad. "Estoy viviendo todo con mucha expectación y con mucha emoción, mucha más de la que pensaba que lo iba a vivir", reconoce.

La experiencia en Alba de Tormes, rodeada de la devoción a Santa Teresa, la amabilidad de las monjas carmelitas que "me tratan fenomenal", el cuidado de los voluntarios que "me dan pastas", y la atención del propio Padre Miguel Ángel, ha calado hondo. "Me siento como un poco de aquí ya", confiesa con una mezcla de alegría por la pertenencia sentida y la tristeza del adiós inminente.

Al reflexionar sobre el significado profundo de estos días, Sara Seguín encuentra una síntesis conmovedora que va más allá de la mera organización o el voluntariado: "Al final, lo que parece es que, en medio de todo esto, pasó Dios, pasó Teresa y pasó la ternura". Una ternura que ha presenciado en los fieles, en el pueblo de Alba, y que, sin duda, se lleva consigo como el recuerdo más preciado de una vivencia que superó todas sus expectativas. La voluntaria de Salamanca, que llegó para ayudar, se marcha enriquecida por un encuentro inesperado con la fe, la historia y la calidez humana en el corazón de la tierra teresiana.