¿Desde cuándo una actividad pública que afecta a millones de personas en Europa y otros continentes no es un asunto político? Lo público siempre es político, desde que los griegos se organizaron en “polis” o comunidades políticas. ¿Por qué sí se pueden colocar carteles en los campos de futbol contra de la invasión de Ucrania por parte de Rusia o contra el racismo o por qué Robert de Niro puede arremeter duramente contra las políticas del Presidente Trump en el Festival de Cannes, y no se puede rechazar verbalmente o por escrito el genocidio del Gobierno de Israel contra la población palestina? ¿Acaso depende de quién es el agresor y quién el agredido? Todo es política, señores, TODO. Y la política es cosa de TODOS, porque es un pilar fundamental de la convivencia social y por tanto nada le puede ser ajeno.
El problema está en que hay unos que quieren sacarla de lo público y que la dejemos en sus manos para hacer su santa voluntad y otros parecen interesados en aplicarle toda clase de tintes negativos relacionándola con la corrupción, el control, las ansias de poder y cosas así; para desprestigiar a los políticos y así inhibirse en asunto de política, excusa que se manifiesta en esa frecuente y peligrosa afirmación de ¡Yo paso de la política! Pues yo no, y comparto las palabras de Martin Luther King: Siempre es el momento apropiado para hacer lo que es correcto. Rechazar la participación de Israel en el Eurovisión fue lo correcto. Por muchas razones.
Primero porque desde siempre Eurovisión ha estado politizada. Sino fuera así ¿por qué desde la invasión de Ucrania se excluyó a Rusia de participar y no se ha actuado de igual forma tras las matanzas en de Gaza y Cisjordania por parte del ejército de Israel? Otros ejemplos, Grecia presentó en 1974 una canción protesta por la invasión turca de Chipre y Turquía dejó de participar en 2012 en protesta por el sistema de jurados nacionales. Y hay más.
Segundo, porque cuando se habla de “voto popular” se miente. Los eurofans que votaron (y que mayoritariamente lo hicieron por la cantante israelí en 13 países europeos) tuvieron que pagar por hacerlo. El precio fue de 0,99 euros con un máximo de 20 votos. Es decir, por 20 euritos se tiene derecho a 20 votos. Eso no es “voto popular” sino voto vendido para financiar no se sabe qué, cuando, para mayor estafa, el festival se anuncia como un evento sin ánimo de lucro.
Tercero, porque el mayor patrocinador del festival desde 2020 es la empresa israelí de productos de cuidado capilar y cosmética Moroccanoil. Curioso.
Cuarto, porque el hecho de que Israel presentara una canción titulada “New day Will rise" (Un nuevo día se levantará) que dice cosas como “Un nuevo día llegará, la vida continuará. Todos lloran, no llores solo” no sé si es un impune desafío o una impúdica ofensa a los palestinos que el Gobierno israelí estaba masacrando con a fuego y hambre mientras Yuval Raphael cantaba en Basilea. Para ellos no se levantará ya ningún nuevo día, eso si todos seguirán llorando a sus muertos como lo llevan haciendo desde hace muchos años.
Quinto. Porque Israel estuvo a punto de ganar, aunque afortunadamente lo hizo Austria. No obstante, el dudoso televoto se decantó mayoritariamente por su representante en 13 países ¡la mitad de los participantes! y uno de ellos fue España que, por segundo año consecutivo le dio la máxima puntuación. Polonia y Armenia, fueron los únicos países en los que ni el jurado profesional y ni el televoto dieron punto a Israel.
Curioso el caso de Bélgica en que sus ciudadanos concedieron los 12 puntos a la israelí a pesar de que la televisión belga corto la emisión y mostro la pantalla en negro con un mensaje condena cuando esta subió al escenario a pesar de las advertencias de la organización del festival.
También España hizo un gesto, aunque no tan audaz como hubiera sido deseable que, no obstante, fue suficiente para que la omnipresente Isabel Díaz Ayuso cargara contra RTVE y el Gobierno de Sánchez en sus redes sociales "Es, de lejos, la más secuestrada por la politización bochornosa de todo lo público en manos de su Gobierno. Síntoma de debilidad y decadencia, de régimen".
Y como no podía ser de otro modo también fue apoyada por el Partido Popular y Vox que aprovecho la ocasión para culpar del fracaso de nuestra representante al Presidente del Gobierno ¡ya sólo les falta acusarle de conspiración en el asesinato de Julio Cesar o de estar implicado en la perdida de Cuba o Filipinas!
Por todo esto cuando la Unión Europea de Radiodifusión (UER) amenazó con una sanción a la delegación española si se hacía alguna referencia a las víctimas palestinas argumentando que "Las cifras de víctimas no tienen cabida en un programa de entretenimiento apolítico", pues uno se sonroja y se siente avergonzado, más bien eurovergüenzado. Sobre todo, al ver imágenes de una abuela exhausta empujando la silla de su nieto huérfano mientras grita a las cámaras de televisión ¡No podemos más, no somo animales! Eurovergüenza, si es que aún nos queda algo de vergüenza.
John Morley escritor y editor británico de principios del siglo XX escribió "Los que estudian separadamente la política y la moral no llegarán a comprender nunca ni la una ni la otra" El caso es que hoy andamos flojos de ambas.
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