Los bomberos forestales emplean herramientas como mochilas extintoras y batefuegos, con una rigurosa gestión del peso en aeronaves y protocolos de actuación precisos para proteger el patrimonio natural
El Aeródromo de El Maíllo alberga un dispositivo de extinción de incendios forestales donde la precisión, la tecnología y la capacitación humana son vitales y que hemos conocido en este reportaje. Un análisis detallado del material y los protocolos revela la complejidad y la preparación exhaustiva de los bomberos forestales que operan desde esta base, listos para actuar en cuestión de minutos ante cualquier emergencia.
La infraestructura terrestre y aérea conforma un engranaje perfectamente coordinado. En tierra, los camiones autobomba son fundamentales. Estos vehículos, operados por un conductor y un "punta adelanto", son complementarios a las cuadrillas. "Normalmente no trabajan solos, un camión cuando trabaja en un incendio siempre trabaja en apoyo de una cuadrilla de tierra", subrayan. Además, se cuenta con camiones de reserva, esenciales "en invierno cuando tienes que mandar camiones a taller y a revisiones", asegurando la operatividad continua.
Los medios aéreos son una fuerza de choque imprescindible. El helicóptero que en temporada de riesgo alto de incendios hay en esta base puede transportar dos pilotos, ocho de cuadrilla y un agente medioambiental, un total de once personas. En contraste, los helicópteros ligeros, como los Koala, "son seis personas en la cuadrilla, un técnico capataz y tres especialistas, más un agente medioambiental y un solo piloto", ya que "no necesitan copiloto regular".
Cada aeronave cuenta con su mecánico propio, responsable del chequeo previo al despegue. Una herramienta clave es el "Bambi bucket" o helibalde. "Las personas que montan y desmontan el bambi son siempre los mismos", enfatizando la especialización.
En las próximas semanas llegarán a la base los medios aéreos, que se encuentran en otro lugares atendiendo incendios.
Las cuadrillas de tierra están compuestas generalmente por "seis peones forestales y un capataz". Se desplazan en vehículos todoterreno, "normalmente dos. Suelen llevar dos vehículos: una pickup y un todoterreno normal". En ocasiones, las pickups pueden llevar un pequeño depósito de agua.
Existen cuadrillas diurnas y nocturnas, como las identificadas con el código "November 2.5", cuyo horario habitual es de diez de la noche a seis de la mañana. Aunque, como bien apuntan, "en un incendio, al final todos acabamos trabajando de noche y de día". La gestión de los turnos es crucial, procurando que no excedan las doce horas de trabajo, seguidas de diez o doce horas de descanso, si bien la emergencia puede alterar estos parámetros.

Cuando suena la alarma en la base, la respuesta es inmediata. "Ellos cuando escuchan la alarma es que hay una emergencia, se dirigen ahí al hangar de cuadrillas, ahí tienen que tener los EPIs y todo preparado para vestirse y en 10 minutos tienen que estar en vuelo", detalla un responsable. Este hangar de cuadrillas, con sus vestuarios, es el centro neurálgico de la preparación.
El embarque es una operación milimetrada. "Cada miembro de una cuadrilla helitransportada tiene una posición fija en el helicóptero. Todo el mundo se sienta siempre en el mismo sitio". Esta norma no es aleatoria; cada posición conlleva tareas específicas, como la apertura y cierre de puertas o el despliegue del helibalde. El técnico helitransportado se encarga de las comunicaciones vitales entre el puesto de mando y la aeronave.
Una vez en la zona del incendio, el piloto selecciona un punto de toma seguro. La cuadrilla desembarca bajo la supervisión del técnico, responsable de la seguridad y de decidir la táctica y herramientas. El capataz apoya al técnico y organiza a los especialistas. En zonas de pasto, comunes en Salamanca, se priorizan mochilas extintoras y batefuegos.
La mochila extintora, con 20 litros de agua, "baja un poco la altura de llama", permitiendo trabajar con fuegos de hasta un metro o metro y medio. Es entonces cuando entra en juego el batefuegos. "Lo que hace es quitar el oxígeno a la llama. Lo mantienes un segundo en el suelo y le quitas oxígeno a la llama". Ambas herramientas trabajan en conjunto.
Pero la tarea no termina ahí. "Tú apagas la llama, pero el fuego no queda apagado de ahí", advierten. Es necesario el remate, utilizando herramientas de raspado "para llegar al suelo mineral" y asegurar que no haya reigniciones. "Si vamos 7 en la cuadrilla, pues bajamos herramienta ataque directo y siempre un par de herramientas de remate".

Para combatir el desgaste físico, se aplica una estrategia de rotación: "Lo que se hace es rotar las herramientas, porque no debemos estar haciendo un movimiento siempre durante horas, que si tú cambias de movimiento físicamente es más asumible". La elección de herramientas también se adapta al tipo de incendio; "si sueles ser pasto, pues sueles bajar más mochila y batefuegos. Y ya el monte podía bajar más de remate". En el helicóptero mediano, por ejemplo, "llevamos 3 mochila, 4, 5 batefuegos y la herramienta de remate".