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'Está aquí porque ella quiere': La conexión de Santa Teresa con Alba y el mensaje de su reliquia
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ALBA DE TORMES

'Está aquí porque ella quiere': La conexión de Santa Teresa con Alba y el mensaje de su reliquia

Actualizado 21/05/2025 12:28

La "feliz idea" de exponer a Santa Teresa: Monseñor García elogia la iniciativa y guía una meditación sobre la santidad encarnada

Un silencio expectante y una profunda emoción embargaron la Basílica de la Anunciación de Alba de Tormes. Ante los fieles, no solo una imagen o un sepulcro, sino el cuerpo incorrupto de Santa Teresa de Jesús, expuesto para su veneración en un acontecimiento calificado como histórico. En este solemne marco, durante la misa de las 20:30 horas, Monseñor Eliseo García, capellán del monasterio de San José de Ávila, ofreció una homilía que se convirtió en una sentida meditación sobre la santidad encarnada y el legado tangible de la Doctora de la Iglesia.

La iniciativa, impulsada por el padre Miguel Ángel, prior de los padres carmelitas de Alba, fue elogiada por Monseñor García desde el inicio de su intervención. "Entre otras cualidades, tiene una muy destacada, que tiene muy buen gusto y enardece aquellos lugares donde está y los arregla y tiene capacidad de embellecerlo. Y esta ya ha sido sublime", afirmó, reconociendo la trascendencia de permitir a los devotos contemplar directamente las sagradas reliquias.

Un cuerpo humano, una vida de entrega

Monseñor García centró su reflexión en el "cuerpo de Santa Teresa", ese vehículo terrenal de un alma extraordinaria. Recordó su nacimiento en Ávila, su vida conventual y sus incansables viajes fundacionales por los caminos de España. Un cuerpo, describió, que "debía de ser hermoso", citando a María de San José: "tuvo en su mocedad fama de muy hermosa y, hasta su última edad, mostraba serlo".

Este cuerpo no estuvo exento de fragilidad y sufrimiento. El prelado evocó la caída por las escaleras de San José donde se rompió un brazo, los "fríos, con soles, con nieves" de sus viajes, y las enfermedades. Incluso la coquetería teresiana salió a relucir al recordar el episodio del retrato de Fray Juan de la Miseria: "Dios te perdone, fray Juan, que me pintaste fea y legañosa". Era, en definitiva, "un cuerpo humano que pudieron ver tantos en su tiempo", un cuerpo que amó y fue amado, que sufrió y gozó.

Un momento crucial que destacó Monseñor García fue cuando, en la Encarnación, dieron por muerta a Teresa, y fue su padre quien se opuso a su entierro prematuro: "este cuerpo no es para enterrar". Una premonición, quizás, de la incorruptibilidad y la veneración futura que aguardaban a esos restos mortales.

De la carne a la reliquia sagrada

Pero, ¿qué distingue este cuerpo de cualquier otro? Monseñor García fue enfático: "los restos que veneramos no son un cadáver sin más, sino son sagradas reliquias, como decía Juan Pablo II cuando estuvo aquí, porque es el cuerpo de una santa". La clave, explicó, radica en la intervención divina que Teresa acogió a lo largo de su vida.

"Dejó que el señor interviniera en ese cuerpo suyo que nosotros hoy podemos venerar preciosamente, aquí expuesto", señaló. Desde el bautismo, que hace del cuerpo "templo del Espíritu Santo", pasando por la confesión y, de manera especial, la Eucaristía. La propia Santa afirmaba, según recordó el capellán: "cuando comulgo notablemente siento salud corporal", evidencia de esa íntima conexión entre lo físico y lo divino.

Fue aquí, en Alba de Tormes, donde ese cuerpo cansado recibió la unción y el viático, y donde Teresa expresó su deseo de permanecer. "No me darán aquí un puñado de tierra", dijo a las gentes de Alba, sellando su vínculo eterno con la villa ducal. Su decisión de quedarse, subrayó Monseñor García, es fundamental: "está aquí porque ella quiere".

Un puente hacia Dios y un llamado a la santidad

La veneración de estas reliquias, continuó el prelado, no es un fin en sí mismo, sino "un puente entre Dios y nosotros". El cuerpo de la santa, unido a su alma que goza de la presencia divina, nos conecta con lo trascendente. "La devoción a los santos, la reliquia de los santos, un puente para que a través de ellos podamos entrar en contacto con Dios", afirmó con convicción.

Este encuentro con el cuerpo de Santa Teresa, "tan grande, tan especial", es una oportunidad única, "la primera y la única vez que la veamos en nuestra vida", según Monseñor García. Y ante tal privilegio, surge una petición esencial: "que nos parezcamos a ella, que en ese sentido también dejemos que Dios intervenga en nuestra vida".

El cuerpo para el Señor: un mensaje perenne

El capellán abulense reconoció que la idea de que "el cuerpo es para el Señor" puede no estar "de moda". Sin embargo, insistió, "no importa que no esté de moda para que las cosas de dios sigan siendo las mejores para la condición humana". La santidad, esa plena configuración con Cristo, es el destino al que todo bautizado está llamado.

La homilía concluyó con gratitud hacia el padre Miguel Ángel por "esta feliz idea" que permitió una experiencia tan singular. "Nunca hubiéramos visto, posiblemente, un cuerpo de una santa o de un santo si no es por esta ocasión", reconoció Monseñor García. La visión del cuerpo de Santa Teresa, más allá de la curiosidad o la devoción popular, se convierte así en un poderoso recordatorio: somos llamados a la santidad, a permitir que Dios transforme nuestra propia carne en morada suya.