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Una tiendecita antigua y encantadora
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TANTOS LIBROS POR LEER

Una tiendecita antigua y encantadora

Actualizado 13/05/2025 08:09

Traigo hoy aquí un libro cuya “acción” se desarrolla en el atractivo escenario de una tienda de libros. Se trata de 84, Charing Cross Road, su autora es la norteamericana Helene Hanff, y su presencia en el mercado español se debe a la editorial Anagrama, bajo cuya rúbrica han aparecido ya infinidad de reediciones desde su publicación en 2002.

84, Charing Cross Road era la dirección de un librería londinense, ya desaparecida, la afamada Marks & Co, que es, en cierto modo, la principal protagonista de la obra. De manera que, como hace siete días, nos encontramos con un texto en el que los libros tienen un papel destacado y principal. Celebramos de este modo, una semana más -y así ocurrirá todavía el miércoles próximo-, la insustituible pasión por la lectura en estas jornadas en las que la Feria del libro da sus últimos coletazos en nuestra ciudad.

Un día de octubre de 1949, Helene Hanff (que es el personaje principal de su propio libro, clara y abiertamente autobiográfico) escribe desde Nueva York una carta a los responsables de la librería Marks & Co de Londres, tras haber leído en una revista literaria un anuncio de la tienda británica en el que los londinenses se daban a conocer como ‘especialistas en libros agotados’. Amante de los libros antiguos e interesada en algunos de imposible acceso, bien por demasiado caros para el exiguo presupuesto de una joven sin notables perspectivas profesionales, bien porque los ejemplares de segunda mano que sí están a su alcance resultan ser, en general, mugrientos y estar repletos de anotaciones escolares, Helene ve en la sorprendente y casi milagrosa aparición del pequeño anuncio un modo cómodo y sencillo de satisfacer sus necesidades de lectura y formación así como una fuente inagotable de placeres librescos.

Helene Hanff había nacido en 1916 en Filadelfia, en el seno de una familia de inmigrantes y con muy pocas posibilidades económicas. Iniciada por su padre en la pasión por el teatro, desde muy joven pretendió dedicarse a escribir obras para los escenarios. Instalada en Manhattan, sobrevivió durante décadas, en ocasiones al borde de la miseria, pergeñando piezas teatrales casi nunca representadas, escribiendo guiones televisivos, trabajando como publicista o colaborando en revistas varias. Cuando se decide a escribir esa primera carta a sus corresponsales ingleses, Helene está persuadida de poder suplir sus carencias formativas labrándose una cultura de un modo autodidacta a través de su propia selección de lecturas clásicas. Es por ello por lo que, ante las limitaciones que encuentra en ese ámbito en el Nueva York en el que reside, decide escribir a la librería londinense. A partir de ese contacto inicial, y durante veinte años, Helene se cartea con Marks & Co, a través del librero principal, Frank Doel. En 84, Charing Cross Road se recoge toda esta correspondencia, varias decenas de cartas, que la propia Helene Hanff ha conservado en el desorden de su apartamento neoyorkino.

El motivo central de las cartas es, en un principio, meramente comercial: la norteamericana, solitaria, inteligente, maniática y extravagante, reclama, puntillosa y excesiva, libro tras libro con indicaciones muy precisas y a veces intempestivas, aunque siempre repletas de humor y ternura, sobre la encuadernación, la edición, las erratas, el estado de los lomos o las cubiertas, el precio y muchos otros aspectos, como digo meramente mercantiles, por llamarlos así, de los libros. El bueno de Frank Doel le contesta, siempre educado, bastante circunspecto y formal, y haciendo gala de su muy británico humor, intentando satisfacer las exigencias, algo estrambóticas pero siempre bienintencionadas, de su excéntrica corresponsal estadounidense.

A partir de las primeras cartas, y generada ya una tímida confianza mutua -tímida en lo que se refiere al discreto aunque tierno Frank, más atrevida y descarada por parte de la irreverente Helene-, el intercambio epistolar se hace más personal, incluso íntimo, y se abre a la familia de Frank y más tarde a algunos de los restantes dependientes y miembros del personal de la librería. En las primeras etapas de esta correspondencia Londres vive inmersa en la terrible posguerra, de manera que la magnanimidad de Helene la lleva a aprovechar los envíos postales para proporcionar a sus ya amigos británicos huevos en polvo, carne, medias y otros bienes de casi primera necesidad de los que los londinenses, en su racionamiento obligado, se ven privados. El origen comercial de las cartas, aunque subsiste, se va entreverando, pues, con los lazos amistosos, con un cierto cariño mesurado (no puede ser de otra manera, habiendo ingleses de por medio, perdón por la generalización tópica), de modo que son ya las vidas, la intimidad, la relativa soledad de ambos personajes principales, las que afloran por entre solicitudes de libros raros, comentarios sobre ediciones perdidas o glosas sobre textos o pasajes o capítulos de algún volumen insospechado (en un itinerario literario por otra parte ciertamente escogido).

Y así, mientras vamos leyendo y a medida que pasan los años por nuestros protagonistas, junto a la pasión entusiasta por la lectura y los libros que rezuman sus cartas, nos va poseyendo la ternura, una cierta melancolía, pues sentimos con ellos su imposible afinidad espiritual, la cercanía de sus almas pese a lo insalvable de la distancia física.

El encanto, la humanidad, la delicadeza, la sensibilidad que desprenden esas cartas, lo conmovedor y emocionante de esa correspondencia de años, ha entusiasmado a generaciones de lectores en el mundo entero y ha dado lugar a la traslación del libro a los escenarios teatrales, con numerosas adaptaciones en muy diversos países. Incluso, en 1987, el libro fue llevado al cine, en un enamorado regalo del productor Mel Brooks a su mujer, la actriz Anne Bancroft, que compartió protagonismo con Anthony Hopkins en la encarnación de los dos personajes principales.

Más de cincuenta años después de su publicación originaria, 84, Charing Cross Road sigue siendo una delicada joya literaria que proporciona a quien se adentre en sus páginas una muy reconfortante experiencia de lectura y de humanidad.

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Helene Hanff. 84, Charing Cross Road. Editorial Anagrama. Barcelona, 2002. Traducción de Javier Calzada. 128 páginas. 10.90 euros

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