Esther del Brío recoge en versos populares la sentida veneración al cuerpo incorrupto de Santa Teresa, describiendo el ambiente, los preparativos y las personalidades que se dieron cita en la villa ducal.
La jornadas de veneración popular al cuerpo de Santa Teresa de Jesús, ha encontrado un eco popular en la pluma de Esther del Brío. A través de una coplilla titulada 'El cuerpo de la Santa', la autora desgrana con sencillez y emoción los momentos vividos en torno a la veneración de la mística doctora.
Los versos de Del Brío transportan a una atmósfera de "fervor y recogimiento", donde los fieles acuden a honrar a "la apóstol de la fe, a la misionera de corazones". La copla describe una "multitud congregada, como en San Pedro", reflejando la alegría y esperanza de los presentes ante la figura de la Santa.
La Santa y su capilla, engalanadas para la ocasión
La imagen de Santa Teresa es central en la narración popular: "Ella, revestida de oro y terciopelo; En el centro, en bella urna de plata, Bruñida y coronada de angelotes". Esther del Brío no olvida detalles significativos como que se encuentra "Sin un pie ni un brazo, ella, Pero con el corazón muy cerca, Siempre bravo".
La coplilla destaca el esmero puesto en la presentación: "Todo lo han engalanado. La belleza es tal, que queda una arrobada". Se mencionan los trabajos de restauración y abrillantado, recordando el "buen regalo que hizo Felipe IV" y la "buena mano los toledanos orfebres". La hermosura de "la peana, las flores" contribuye a una "armonía y delicia viva".
Un esfuerzo conjunto de "médicos, orfebres, científicos, modistas y hasta una escultora" ha trabajado, según los versos, "para que la capilla deslumbre a propios y extraños". Las reliquias, en sus "nuevos emplazamientos", son descritas como "el perfecto continente que tan bello contenido espera".
Personalidades y devotos unidos por la fe
La copla de Esther del Brío también deja constancia de las personalidades que participaron en la jornada. Menciona al "presidente Mañueco, declarado teresiano", quien "vino el primero a abrir la puerta; emocionado; uno más ya conquistado". Este hecho es celebrado como una "alegría para los cristianos" al ver a "su Santa tan íntegra, y tan engalanada".
Los albenses, protagonistas de la devoción local, "besan la mano al nuncio y al obispo que la acompañan". La figura de "la alcaldesa Conchi" es resaltada como "su mejor aliada", con un guiño popular: "Entre mujeres saben cómo partir la pana". Tampoco falta la presencia del "Duque de Alba, siempre vigilante", a quien se agradece "el cuidado".
El reconocimiento a una labor entregada
De manera especial, la coplilla subraya el papel del "padre Miguel Ángel", de quien dice: "No nos vamos a engañar, Quien ha resuelto el tinglado de la mejor manera". Se destaca su dedicación incansable, pues "Igual le da Toledo, que Ronda, que Roma entera; Sus cuitas por la Santa siempre prosperan".
Esther del Brío concluye este reconocimiento afirmando que el padre Miguel Ángel "Lo hace cada vez mejor y nada a cambio espera", pintando un retrato de entrega y servicio a la figura de Santa Teresa y a la comunidad de Alba de Tormes. La coplilla, en su conjunto, se erige como un testimonio popular de una fe viva y una tradición arraigada, recordada con cariño cada 15 de mayo.
Música y plegarias
La copla no solo se centra en la devoción local, sino que también introduce una reflexión contemporánea sobre la Iglesia universal. La mención a un "nuevo papa, Americano y aficionado a cantar" y la pregunta sobre su posible visita a Alba para conocer a Santa Teresa añaden un toque de actualidad y esperanza. Del Brío sugiere que la Santa "mucho le ayudaría en su nueva faena".
Asimismo, los versos aluden al momento en que el cuerpo de la Santa "volverá al sepulcro", un acto que se percibe no como un final, sino como una continuación de su presencia: "Y a recordarnos que ella sigue viva / En cuerpo y 'Alba'". La autora destaca la importancia de la fe y la vigilancia espiritual, incluso en momentos de "sede vacante", subrayando la perenne relevancia de Santa Teresa.
La música y las plegarias, ya sea con "hakuna o con flauta" —una curiosa referencia que sugiere la universalidad y diversidad de las expresiones de fe—, son también protagonistas en la copla, pintando un cuadro de una devoción viva que se congrega en Alba de Tormes. Un hermoso homenaje que se suma al rico legado cultural y espiritual de la villa teresiana.
El cuerpo de la Santa.
A venerar venimos a la Santa,
Con fervor y recogimiento.
A la apóstol de la fe,
A la misionera de corazones.
En torno a su cuerpo, incorrupto, nos
reunimos.
Somos multitud congregada, como en
San Pedro.
Somos alegría y esperanza.;
Ella, revestida de oro y terciopelo;
En el centro, en bella urna de plata,
Bruñida y coronada de angelotes.
Sin un pie ni un brazo, ella,
Pero con el corazón muy cerca,
Siempre bravo.
Todo lo han engalanado.
La belleza es tal, que queda una
arrobada.
Lo han restaurado, abrillantado,..
¡Qué buen regalo hizo Felipe IV! y
¡Qué buena mano los toledanos
orfebres!
¡Y qué hermosa la peana, las flores!
Todo en armonía y delicia viva.
Las reliquias en sus nuevos
emplazamientos,
Que son, ni más ni menos, el perfecto
continente
Que tan bello contenido espera.
Médicos, orfebres, científicos, modistas
Y hasta una escultora han trabajado
Para que la capilla deslumbre
A propios y extraños.
Y el presidente Mañueco,
declarado teresiano,
vino el primero a abrir la puerta;
emocionado; uno más ya conquistado.
Qué alegría para los cristianos.
Ver a su Santa tan íntegra,
Y tan engalanada.
Los albenses besan la mano
Al nuncio y al obispo que la
acompañan.
La alcaldesa Conchi es ya su mejor
aliada,
Entre mujeres saben cómo partir la
pana.
Viene también el Duque de Alba,
Siempre vigilante;
Le agradecemos el cuidado.
Pero es el padre Miguel Ángel,
No nos vamos a engañar,
Quien ha resuelto el tinglado de la
mejor manera.
Igual le da Toledo, que Ronda, que
Roma entera;
Sus cuitas por la Santa siempre
prosperan.
Lo hace cada vez mejor
Y nada a cambio espera.
Ya llegamos a Alba,
Allá se ve el ducal castillo;
Venimos impacientes por rezarle,
Como tantos peregrinos,
Que recorren mil distancias.
Todas resultan cortas,
Para el alma entregada.
También suena buena música,
Y muchas plegarias,
Igual con hakuna
O con flauta.
Y ahora que tenemos de nuevo papa,
Americano y aficionado a cantar;
¿Vendrá a conocer a Teresa?
Ella mucho le ayudaría
En su nueva faena.
La Santa volverá al sepulcro,
Más querida y más amada.
Con sede vacante, no quiso recogerse.
Que alguien tiene que vigilar
Por la fe y la gente.
Pero ahora ya va siendo hora,
De que su cuerpo vuelva a descansar,
Honrando a Dios en su descaso eterno.
Y a recordarnos que ella sigue viva
En cuerpo y “Alba”.










