Viernes, 05 de diciembre de 2025
Volver Salamanca RTV al Día
Auza desgrana la fe de Santa Teresa: confianza y reparación ante el mundo
X

Auza desgrana la fe de Santa Teresa: confianza y reparación ante el mundo

Actualizado 15/05/2025 15:58

El Nuncio Apostólico ante la UE presidió la eucaristía en Alba de Tormes por la veneración de Santa Teresa, ofreciendo una profunda homilía. En ella, desgranó la fe de la Santa, centrada en la misericordia divina, la respuesta a la traición mediante la confianza, y un inquebrantable celo misionero.

FOTOS: DAVID CORRAL

En una atmósfera cargada de devoción y expectación, Monseñor Bernardito Auza, Nuncio Apostólico ante la Unión Europea, presidió la eucaristía de la quinta jornada de veneración del cuerpo de Santa Teresa de Jesús en Alba de Tormes. Su homilía se convirtió en una profunda meditación sobre la misericordia divina, la traición y, sobre todo, la inquebrantable confianza en Dios que caracterizó a la santa andariega.

Ante una nutrida congregación que incluía al obispo emérito de Ávila, padres carmelitas, autoridades civiles y eclesiásticas como la alcaldesa de Alba de Tormes y el Duque de Alba, Monseñor Auza comenzó sus palabras pidiendo disculpas por un ligero retraso, achacado a los avatares de una mudanza que implica "no solamente de casa, sino de país y de ciudad". Sin embargo, subrayó que "no habría podido faltar esta grande ocasión", agradeciendo la invitación y recordando sus múltiples visitas a Alba de Tormes desde 1986, atraído por la presencia imborrable de Santa Teresa.

Auza desgrana la fe de Santa Teresa: confianza y reparación ante el mundo | Imagen 1

La misericordia divina en el corazón de Teresa

El Nuncio centró su reflexión inicial en la exclamación teresiana: "Cantaré eternamente tus misericordias, Señor". Destacó cómo Teresa, al recordar "humildemente las flaquezas de sus años mozos", se autodenominaba "esta pecadora" para enaltecer la acción misericordiosa de Dios en su vida. Esta humildad, lejos de ser un signo de debilidad, fue el motor que la impulsó a "servirle más fielmente con la más grande altura del espíritu".

Desde su infancia, Teresa estuvo marcada por "el deseo del martirio, la realización monástica y un sueño misionero", un anhelo de "conquistar para Cristo a todo el mundo" que se convirtió en el "incentivo de su celo apostólico" y la fuerza detrás de la reforma del Carmelo. Monseñor Auza evocó las vibrantes palabras de la Santa en 'Camino de Perfección': "Escucha toda la Iglesia, dice Teresa, está así ardiendo el mundo.

Quieren tornar a sentenciar a Cristo, como dice, pues le levantan el testimonios, quieren poner su iglesia por el suelo y hemos de gastar el tiempo en cosas que por ventura, si yo se las diese, tendríamos un alma menos en el cielo". Estas ansias universales llevaron a Teresa a contraponer una reforma basada en "la oración, en la pobreza y penitencia evangélica" frente a un mundo que maltrataba a la Iglesia.

El relato del encuentro de Teresa con el franciscano Pablo Alonso Maldonado, quien le habló de "tantas almas como allí se perdían" en las Indias Occidentales, sirvió para ilustrar la profunda sensibilidad misionera de la Santa. "Teresa se retiró a una de las pequeñas ermitas del convento de San José, él lloró amargamente pidiendo a Jesús que le ayudara a hacer útil a las almas de los no bautizados", recordó Auza, añadiendo una poderosa cita teresiana: "Precia más nuestro Señor, un alma que por nuestra industria oración le ganamos mediante su misericordia, que todos los servicios que le podemos hacer". Así, Teresa se erigió como "la primera misionera auxiliar", un espíritu que se perpetuaría en su hija espiritual, Santa Teresita del Niño Jesús, patrona de las misiones.

Auza desgrana la fe de Santa Teresa: confianza y reparación ante el mundo | Imagen 2

El eco de la traición: de David a Cristo

Monseñor Auza conectó la vida de Teresa con el pasaje evangélico proclamado, donde Jesús, tras lavar los pies a sus discípulos, anuncia la traición: "El que compartía mi pan me ha traicionado". Esta traición, explicó el Nuncio, ya estaba prefigurada en la historia del rey David, un "hombre conforme al corazón de Dios", quien también sufrió la deslealtad de su amigo íntimo, Ajitófel. Citando el Salmo, Auza expresó el dolor de David: "Si mi enemigo me injuriase, lo aguantaría, pero eres tú mi compañero, mi amigo, mi confidente... Eres tú quien me traiciona".

La fe encarnada: responder con amor y confianza

El amigo de Jesús, continuó Monseñor Auza, debe estar dispuesto no solo a dar bienes materiales, sino a "padecer con él y comparecer con él". Citando al Papa Francisco, recordó la necesidad de "llorar con Jesús", pues de lo contrario, Jesús puede terminar convirtiéndose en "algo sobre lo que se cree que se discute... pero no en alguien verdaderamente significativo o central en nuestra vida". "Pero también es verdad que una fe sin sentimientos, sin afectos, no es una fe auténticamente humana", enfatizó el Nuncio, calificando esta idea como "teresiana de puro".

La vida de Santa Teresa, en este sentido, ofrece una "lección de amor, amor hasta que duela, amor de reparación" por nuestras propias traiciones y faltas de amor. Sin embargo, Monseñor Auza, nuevamente en sintonía con el Papa Francisco, advirtió contra una interpretación "dolorista". La verdadera reparación no reside en la primacía de los sacrificios moralistas, sino en la confianza. "Solo la confianza es capaz de reparar una traición", aseveró con firmeza. "Solo la confianza posee esa fuerza que logra hacer de la vida ofrenda, manteniendo en firme nuestra vida sobre la roca".

En este punto, resonaron con especial fuerza las célebres palabras de Santa Teresa: "Nada te turbe, nada te espante. Todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene, nada le falta, solo Dios basta". Es esta confianza en la misericordia y el amor del Señor la que "nos salvará de traiciones" y nos traerá consuelo y esperanza. Al final de su vida, recordó el Nuncio, a Teresa le bastaba la presencia de Dios, resumiendo sus aspiraciones en la frase pronunciada en el monasterio de Alba: "En fin, Señor, muero, hija de la Iglesia".

Auza desgrana la fe de Santa Teresa: confianza y reparación ante el mundo | Imagen 3

El llamado perenne: ser misioneros en el mundo actual

Como conclusión, Monseñor Auza extendió el legado teresiano a los fieles de hoy. "Como hijos de la Iglesia, por don de Dios, a través nuestro bautismo, es propio poseer un espíritu evangelizador y misionero como Santa Teresa". Un espíritu, añadió, que "no puede callar ante la indiferencia religiosa, moral de muchos de nuestros contemporáneos, y que no puede callar ante todas nuestras dificultades de nuestra vida cotidiana". El camino cristiano implica tomar la cruz, no como meta, sino como "el camino de la plena realización de nuestra vocación cristiana".

Monseñor Bernardito Auza finalizó su homilía pidiendo la intercesión de Santa Teresa, la Virgen María y San José, y compartiendo con la asamblea un gesto significativo: el regalo de una edición de la "Opera Omnia de Santa Teresa" que había recibido recientemente con su nombre impreso, un "bello regalo" que quiso extender simbólicamente a todos los presentes. Un broche de oro para una profunda catequesis sobre la fe vivida con la radicalidad del amor y la confianza teresianas.