La Basílica de la Anunciación de Nuestra Señora del Carmen en Alba de Tormes no es solo un templo, sino un "relicario vivo". Así lo definió Francisco Sánchez Oreja, provincial de los Carmelitas Descalzos, durante su homilía en la misa celebrada hoy con motivo del día dedicado especialmente la Orden Carmelita.
Sánchez Oreja recordó que fue en este monasterio albense donde Santa Teresa de Jesús falleció el 4 de octubre de 1582, convirtiendo a la villa en el destino final de su vida terrenal y el punto de partida hacia "la vida de Dios". Desde entonces, Alba de Tormes se erigió como el epicentro de la devoción teresiana. "Aquí reposa para siempre esta mujer", afirmó el provincial, destacando que peregrinar hasta su sepulcro es "caminar hacia un lugar santo".
Centro de peregrinación desde el siglo XVI
El provincial carmelita repasó cómo la villa ducal se consolidó rápidamente como foco de veneración. Ya en 1591, el obispo de Salamanca certificó el estado incorrupto del cuerpo de la Santa, iniciando el proceso de beatificación.
El propio breve de beatificación, señaló Sánchez Oreja, "confirma a Alba de Tormes como centro de peregrinación fundamental", al conservar "la reliquia por excelencia": el cuerpo de la Madre Teresa.
Esta designación impulsó la construcción, en 1616, de una capilla específica para albergar y proteger mejor la urna con los restos de la entonces Beata Teresa, consolidando la importancia del lugar.
Citando a Sancho Dávila, Sánchez Oreja recordó cómo Alba de Tormes pasó a ser considerada "tierra dichosa" no tanto por sus nobles señores, sino por acoger el cuerpo de la Santa, cuya veneración crecía con el tiempo y los milagros asociados a su incorrupción.
Significado espiritual y llamada a la familia carmelita
El provincial enfatizó que la veneración de las reliquias en Alba de Tormes debe ser un camino hacia Jesucristo. "Son solo signos pobres y frágiles", admitió, pero a través de ellos "Dios quiere manifestarnos su presencia, su poder y su gloria", además de reforzar la fe en la Resurrección.
Advirtió contra la tentación de "menospreciar lo que esta realidad significa dejándonos llevar por opiniones personales de poco fundamento", subrayando la importancia de transmitir el mensaje correcto a los peregrinos.
Para Sánchez Oreja, Alba de Tormes es un "lugar santo", un "signo visible de la presencia del Dios invisible", donde Dios habla especialmente a través de la figura de Santa Teresa. En este contexto, las hermanas carmelitas de la comunidad local son "custodias que velan y cuidan con esmero" este tesoro espiritual.
Finalmente, el provincial destacó que no hay lugar más oportuno que este templo albense para el encuentro de la familia teresiana. Estar en Alba de Tormes, junto a las reliquias, es una invitación a conectar con la "verdadera tradición" y los orígenes de la espiritualidad carmelita, inspirándose directamente en la vida y obra de la Santa.
