El grupo folclórico salmantino representó a Castilla y León en la Expo Universal de Osaka, realizando 18 actuaciones entre el 29 de abril y el 4 de mayo de 2025. El quinteto cautivó al público japonés con su fusión de tradiciones charras y flamencas
El eco de las castañuelas y el tamboril salmantino resonaron al otro lado del mundo. El grupo Charros y Gitanos llevó la esencia del folclore de Salamanca hasta la lejana Osaka, convirtiéndose en embajador cultural de Castilla y León en la Exposición Universal que acogió la ciudad japonesa. Una experiencia que trascendió lo meramente artístico para sumergir a sus integrantes en un universo cultural radicalmente distinto, marcado por el orden, la tecnología y una hospitalidad desbordante.
La misión no era menor: representar a toda una comunidad autónoma en uno de los escaparates internacionales más importantes. Contratados por la Fundación Siglo para las Artes de Castilla y León y la Junta de Castilla y León, entidades responsables de la promoción cultural regional, Charros y Gitanos compartió cartel con otro referente del folclore castellano y leonés: el grupo de danza de paloteo de Laguna de Negrillos, llegado desde León. Juntos conformaron la delegación artística durante la 'Semana de Castilla y León', celebrada dentro del imponente Pabellón de España en la Expo de Osaka.

El quinteto salmantino, formado por Nano Serrano (guitarra), Mayra Pérez Muñoz (voz y baile tradicional), Iván García Pacheco (percusiones y baile tradicional), Alicia Almeida Ledesma (baile flamenco y palmas) y José Ramón Cid Cebrián (gaita y tamboril), llevó a cabo actuaciones diarias entre el 29 de abril y el 4 de mayo, cautivando al público nipón con la fusión de tradiciones charras y flamencas.
Durante seis intensos días, la rutina del grupo salmantino estuvo marcada por el ritmo de las actuaciones. Tres pases diarios, de unos veinte minutos cada uno, sirvieron para mostrar la riqueza del folclore charro. El escenario elegido no podía ser más particular: la parte superior de una gran escalinata en el Pabellón de España, diseñada para simular un amanecer a medida que se ascendía.
El público japonés quedó literalmente boquiabierto ante el espectáculo. Muchos espectadores, fascinados por la propuesta, no dudaron en repetir asistencia a varias actuaciones, acompañando con palmas entusiastas los ritmos salmantinos. La combinación de flamenco y tradición charra resultó especialmente atractiva para los visitantes nipones, quienes se sintieron inicialmente atraídos por la fuerza y expresividad flamenca, para luego quedar maravillados por la elegancia y sobriedad del baile charro tradicional.

Los trajes tradicionales salmantinos, con su rica ornamentación y colorido, causaron sensación entre los asistentes, quienes admiraron especialmente la manera tan sobria y elegante de bailar característica de los charros. Esta conexión cultural, a pesar de la distancia geográfica, demostró el poder universal del arte y la tradición como lenguajes que trascienden fronteras.
El Pabellón de España, además de acoger la semana temática de Castilla y León, contó con su propia programación. Así, las actuaciones de los grupos castellanos y leoneses se complementaron con otras propuestas, como la exhibición de alfarería a cargo de Juan Laguna, de Portillo (Valladolid), que trabajaba el barro en su torno, o el cuadro flamenco de la Compañía del Teatro Real, que tomaba el relevo por las tardes.
Uno de los momentos culminantes de la semana fue el viernes, designado como el 'Día de Honor de Castilla y León'. Esta jornada contó con la presencia de autoridades de la comunidad, incluyendo consejeros, quienes fueron recibidos oficialmente por los dos grupos folclóricos presentes: Charros y Gitanos y los danzantes de Laguna de Negrillos. La iniciativa de llevar el folclore castellanoleonés a Japón surgió a propuesta de la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte de la Junta de Castilla y León, en un esfuerzo por internacionalizar el patrimonio cultural de la región.
Más allá de los compromisos artísticos, la estancia en Osaka supuso para los miembros de Charros y Gitanos una profunda inmersión cultural. "A nivel personal la experiencia ha sido una pasada. Es una manera de vivir y una cultura totalmente diferente a la nuestra", relató Mayra Pérez, una de sus integrantes, a SALAMANCArtv AL DÍA. Lo primero que impactó al grupo fue el contraste con la vida occidental: "Nos llamó mucho la atención el orden y la limpieza. Todo se regía por colas, tú hacías cola, pero las colas, además, estaban muy bien organizadas".
La gastronomía fue otro campo de exploración. Lejos de buscar refugio en lo conocido, el grupo salmantino aprovechó la oportunidad para probar la auténtica comida local, facilitado por el hecho de que la cantina para los trabajadores de la Expo ofrecía exclusivamente platos japoneses. "Intentamos también hacer una inmersión bastante loca en la comida japonesa", comentaron entre risas a este medio. Esta voluntad de sumergirse en las costumbres locales llevó a algunos miembros incluso a probar un ofuro, el tradicional baño público japonés.

Osaka se reveló como una metrópoli vibrante y llena de estímulos. "Nos llamó mucho la atención la cantidad de información que había en la calle. Neones, letreros, luminosos, no te daba para mirar, o sea, era una locura", describieron. La ciudad demostró ser un lugar que apenas descansaba, con tiendas abiertas hasta altas horas de la madrugada, como la famosa cadena de souvenirs 'Don Quijote', operativa incluso a las 3 de la mañana, y galerías comerciales que ocupaban calles enteras.
El grupo se alojó en una zona céntrica, lo que les permitió explorar a pie barrios tan emblemáticos como Dotonbori y Shinsaibashi. Visitaron templos y el imponente Castillo de Osaka, empapándose de la historia y la estética nipona. Pero si algo dejó una huella imborrable fue la amabilidad de sus gentes. "Se desvivían por ayudarte en cualquier cosa e incluso sacaban ellos mismos el traductor del Google para poder echarte una mano", destacaron, valorando el esfuerzo por comunicarse tanto en inglés como en las pocas palabras de japonés que pudieron aprender.
La experiencia, en definitiva, fue un cúmulo de sensaciones, un choque cultural positivo que enriqueció tanto personal como artísticamente a los miembros de Charros y Gitanos. Fueron testigos y partícipes de cómo el folclore salmantino puede cruzar fronteras y dialogar con culturas milenarias, dejando una huella imborrable en el país del sol naciente.
