La conjura de los necios

En la semana que ahora termina, la red eléctrica -que controla absolutamente todos los movimientos de nuestras vidas- colapsó de manera inmisericorde y provocó un apagón que, en algunas zonas del territorio de la península ibérica (España y Portugal) fue de poco tiempo; pero, en cambio, en otras, duró varias horas; aunque la plena normalidad, sobre todo en el funcionamiento integral de los transportes ferroviarios, no llegó hasta pasado un largo día desde las 12 horas y 30 minutos del fatídico lunes 28 de abril.

Y, como es habitual en la necia, obsesiva y enfermiza animadversión que la oposición política del PP tiene al Gobierno de Pedro Sánchez, los dirigentes populares, comenzando por Ayuso, siguiendo por Feijóo y terminando por el señor de la guerra de Iraq en la que a pesar de su engaño no había armas de destrucción masiva, el de los hilillos de plastilina del Prestige, el de la boda en El Escorial en la que estuvieron invitados todos los “corruptos de la Gürtel”, el del engaño en la autoría de la masacre del 11-M, es decir, el señor Aznar, vomitaron -al estilo de la niña de “El exorcista”- su odio y su impotencia contra Pedro Sánchez, acusándole de ser el único y verdadero responsable del “apagón” que sufrimos los ciudadanos de España y Portugal y que nos está engañando a todos los españoles sobre las causas del “apagón”.

A pesar de acusar al gobierno español de ocasionar una catástrofe sin precedentes, la reunión que tuvieron los dirigentes del partido popular europeo en suelo español, concretamente en Valencia, se celebró sin ningún tipo de incidente y al que pudieron asistir todos sus miembros compromisarios. Si asistieron y no se vio alterada ninguna de sus actividades previstas, fue debido, fundamentalmente, a que los transportes nacionales e internacionales no funcionarían tan mal como han pintado en su “aquelarre” habitual contra el Ejecutivo.

Pero, además, resulta esperpéntico que sabiendo lo que ocurrió el 29 de octubre –tan solo 6 meses antes del “aquelarre” popular- en Valencia, en el que una gestión tercermundista, catastrófica y con infinidad de zonas oscuras que tardarán mucho tiempo en conocerse, por parte del gobierno de la Comunidad Valenciana, con Mazón como presidente, provocó que hubiera 228 fallecidos, muertes que pudieron evitarse si se hubieran activado adecuadamente las emergencias que competencialmente dependían exclusivamente del gobierno valenciano. Es algo que no sólo está previsto en la normativa de Protección Civil, sino que ha sido verificado sistemáticamente en el Sumario que se está instruyendo por la jueza del Juzgado de Primera Instancia en Instrucción nº 3 de Catarroja. La conclusión de estas investigaciones se resume en pocas palabras: “los daños no se podían evitar, pero las muertes sí”.

Con estos antecedentes, Feijóo tiene la desfachatez de sembrar dudas, de generar bulos en los que se acusa falsamente al Ejecutivo de Pedro Sánchez de no querer informar sobre las causas del “apagón” del lunes 28 de abril o de estar ganando tiempo para construir un “relato” que beneficie al Gobierno (en palabras del propio Feijóo). Turbios antecedentes los del PP en los que el presidente valenciano nunca ha explicado dónde estuvo el día fatídico de la DANA, dando mil versiones diferentes, contradictorias todas, y donde nunca se ha sabido qué ocurrió verdaderamente en el famoso restaurante de Valencia donde estuvo refugiado el señor Mazón ni la factura de la comida que compartió con una conocida periodista, sin dar más señales de vida, sin contestar al teléfono y sin atender a las emergencias de protección civil avisando a la población –como era su obligación- y pudiendo, con ello, haber salvado muchas vidas de ciudadanos que perecieron por el apagón informativo –ese sí que fue un apagón de los grandes-, dado que si los ciudadanos hubieran estado puntualmente informados de la catástrofe habrían actuado de otra forma y no hubiera habido tantas muertes como hubo. Estoy convencido de que Feijóo actúa así por su manifiesta incompetencia, porque está demostrando ser un político acomplejado, sentimiento de inferioridad que, por temor a hacer el ridículo en su propio partido -que cuenta con personajes políticos tan autoritarios y que ostentan mucho poder como Ayuso, Esperanza Aguirre o Aznar-, le lleva a actuar de esta forma tan mezquina y miserable.

La actuación de la derecha y la ultraderecha en ese acoso patológico hacia Pedro Sánchez y el gobierno socialista, la actuación concreta de Feijóo, Abascal o Ayuso, me recuerdan, en cierta medida, a las peripecias de Ignatius, protagonista principal de la novela tragicómica de John Kennedy Toole “la conjura de los necios”. Ignatius es un ser inadaptado y anacrónico, un personaje excéntrico que protagoniza aconteceres en los que todo le sale mal; un personaje que quiere ser escuchado en un mundo en el que, en realidad, es incomprendido. Las venturas y desventuras de Ignatius son hilarantes y ponen claramente de manifiesto las miserias del ser humano. Esperemos que el tiempo ponga en su sitio a estos personajes políticamente siniestros; sujetos que están acostumbrados a estar en el poder y que les escuece absolutamente todo cuando se percatan que no pueden seguir manejando a su antojo y conveniencia porque son otros los que gobiernan. Algo que, por otra parte, desmonta el fantasmagórico argumento esgrimido por Feijóo hace dos años cuando dijo en el Congreso de los Diputados que no era presidente del gobierno porque “no quería”. ¡Mentiroso compulsivo!