Las grandes cosas, por cotidianas, solo las valoramos cuando carecemos de ellas. Es el caso de la electricidad. El apagón que hemos sufrido en España y Portugal durante unas horas del lunes 28 de abril, ha venido a recordarnos que la electricidad no solo ilumina, también es un elemento crítico de nuestra vida, de las comunicaciones, la economía, la industria…, es, en gran medida, el sostén de la civilización moderna a la que pertenecemos.
La expresión espontánea de “¡Se ha ido la luz!” es el grito de alarma de que con ella se va parte de nuestro entorno, de nuestra existencia. Tan omnipresente es la electricidad que un apagón masivo desborda todos los inconvenientes y nos lleva al colapso. Haciéndonos ver lo frágiles que somos y la alta dependencia que tenemos de las redes, que son lo opuesto a la libertad individual. Es el precio de vivir en sociedad y del disfrute del que gozamos por el uso de los aparatos y de los servicios que aquellas nos proporcionan.
A lo largo de la historia contemporánea, varios acontecimientos relacionados con la electricidad han sumido a millones de personas en la oscuridad y las tinieblas, por unas horas o durante días, traemos a colación algunos de los más significativos por su gran impacto, consecuencias sociales, ocurridos por motivos varios y en diferentes partes del mundo, porque de los apagones eléctricos nadie está libre, aunque sí se puede y se debe luchar para evitar que ocurran.
El 9 de noviembre de 1965, en Ontario, Canadá, y junto a las famosas cataratas del Niágara, en una central hidroeléctrica, una línea se desconecta debido a un dispositivo de seguridad defectuoso, produciendo una reacción en cadena. Más de 30 millones de personas se quedaron sin luz durante 13 horas en Ontario, Quebec y algunas partes de EE. UU. como Nueva Inglaterra y Nueva Jersey.
El apagón más conocido y documentado es el que ocurrió el 13 de julio de 1977 en Nueva York, EE. UU. Producido por el rayo de una tormenta sobre la red eléctrica, generando el caos. Duró casi 24 horas y se quedó identificado para la historia como el “Gran Apagón”. Nueve millones de personas se vieron afectadas y durante el mismo, se produjeron graves oleadas de saqueos, atracos e incendios, provocados por actos vandálicos.
Pero el apagón más largo de la historia ha sido el ocurrido el 19 de febrero de 1998 en Auckland, Nueva Zelanda, con 66 días sin electricidad. Lo menos malo es que solo afectó a una parte de la ciudad y a unas 6.000 personas. El motivo fue un sistema eléctrico muy deteriorado que se manifestó por la falta de arreglo de un simple cable de alimentación, por lo que se fueron sobrecargando y fallando otros cables hasta que todo se estropeó, se cayó.
El 28 de septiembre de 2003, Italia sufrió un apagón que duró entre 3 y 18 horas dependiendo del lugar. El incidente afectó a unos 60 millones de personas, casi toda la población del país. Se debió a la caída de unos árboles sobre una línea de alta tensión durante una tormenta.
Mas, si tenemos en consideración el número de personas afectadas, el apagón más grande de la historia mundial se dio durante los días 30 y 31 de julio de 2012 en India. El primer día afecto a 300 millones de personas y el segundo alcanzó a unos 700 millones, aproximadamente el 10% de la población mundial de aquella época. La versión dada por las autoridades sobre las causas fue, que se originó por una sobredemanda de electricidad en ciertos lugares y los débiles corredores de transmisión de energía entre territorios no fueron capaces de asumirla.
Apagones que fueron debidos, fundamentalmente, a desastres naturales o fallos técnicos y que obligaron a replantear la seguridad de los sistemas eléctricos. Amén de los inconvenientes, perjuicios y desasosiego de los ciudadanos condenados a la oscuridad, colgados en un ascensor o encerrados en un tren varado en el interior de un túnel.
Aunque con sus matices y a la espera de que se confirmen las causas reales que se están investigando, cosa difícil y que llevará su tiempo (la Unión Europea habla de seis meses), el caso del reciente e histórico apagón español no es muy diferente de alguno de los aquí citados en los que, los fallos técnicos, el escaso mantenimiento o las redes eléctricas no apropiadas, responden a una falta de inversión que, con frecuencia, es fruto de la codicia desmesurada de las compañías eléctricas que operan en el sistema eléctrico. El gran apagón español afectó a prácticamente toda la Península Ibérica. A las 10 horas se había restablecido la red eléctrica en su gran parte y una hora más tarde (tras 11 horas sin suministro) el 61% de la población ya tenía luz nuevamente.
Bienvenidos sean los beneficios que obtienen las compañías eléctricas. Lástima que el reparto de los mismos, estén marcados por la usura de unos cuantos en forma de dividendos para los accionistas y no por el destino a mayores inversiones que redunden en la seguridad de las redes eléctricas y el bienestar de los ciudadanos. Tesis que viene a confirmar Antonio Turiel, físico e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) al señalar que, el apagón habido, sería la consecuencia directa de un modelo energético donde la lógica del beneficio a corto plazo se impone a la responsabilidad estructural: la falta de inversión en sistemas de estabilización que acompañen a las tecnologías renovables como la fotovoltaica o la eólica.
Red Eléctrica Española (REE), conocida comercialmente desde 2022 como Redeia y apuntada en el momento en que se escriben estas líneas como la principal responsable del apagón, aunque no la única, porque algunas responsabilidades tendrán los sucesivos gobiernos y las empresas eléctricas. El deseo ciudadano es que se aclare todo, se depuren responsabilidades y se pongan los medios para que no vuelva a ocurrir. Tan solo dos días después de que sucediera el apagón, REE ha presentado el resultado del primer trimestre del 2025 con unos beneficios de 145,2 millones de euros, un 3,5% más que en el mismo periodo del 2024. REE se creó en 1985 por el Gobierno español como la primera compañía en el mundo dedicada en exclusiva a la operación del sistema eléctrico y al transporte de energía eléctrica.
Otros muchos países siguieron el ejemplo de REE en el sector eléctrico y hoy es el modelo más extendido en Europa. La empresa estatal se privatizó en 1999, reteniendo el Gobierno español solo el 20% del capital a través de la SEPI y el 80% pasó a manos privadas. Algunos pensamos que, como distribuidor único peninsular, atendiendo al 94% de la demanda de energía del país, REE debía haber continuado como empresa pública estatal, para preservar un servicio al ciudadano de primera necesidad y un recurso estratégico fundamental para el desarrollo del país. Esa fue la sensación que tuvo, quien suscribe, cuando hace unos años visitó a REE en su propia sede social, para conocerla mejor en su quehacer.
Iberdrola, una de las grandes eléctricas españolas obtuvo un beneficio neto de 2.004 millones de euros en el primer trimestre del año. Endesa. Otra de las grandes, dispara el dividendo y desborda sus objetivos anuales tras ganar un 154% más en 2024, con un beneficio neto de 1.888 millones de euros. ¿Cuánto de ello se reinvertirá en la mejora de la red, para que no haya ningún gran apagón más y se refuerce el servicio al ciudadano?
Les dejo con Yuri y El Apagón:
https://www.youtube.com/watch?v=Vg2Hj7cAJj0
Aguadero@acta.es
© Francisco Aguadero Fernández, 2 de mayo de 2025
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