El caballista mirobrigense Cristian Romo sufrió una aparatosa caída en la zona de la Báscula, sin consecuencias graves.
La mañana dominical dejó numerosas y variadas actividades en la comarca de Ciudad Rodrigo y en las vecinas tierras portuguesas. Desde primeras horas, se respiraba ambiente festivo y deportivo: a las 10:30 horas se daba la salida en Sancti Spíritus a la Media Maratón, que concluiría en Ciudad Rodrigo, mientras los vecinos de El Bodón peregrinaban a la ermita del Cristo para trasladarlo en procesión a la iglesia de San Lorenzo, donde comenzaría su triduo a partir del próximo miércoles. Al otro lado de la frontera, en la localidad portuguesa de Castelo Mendo, los visitantes podían disfrutar de su espectacular feria medieval, una cita ya tradicional en estas fechas.
En Gallegos de Argañán, aunque se notó la ausencia de público respecto a otros años, la jornada dominical también tuvo su protagonismo dentro de las celebraciones en honor al Cristo de la Exaltación, cuyos actos más solemnes se desarrollaron el sábado. Para poner el broche a las fiestas, el equipo de gobierno municipal organizó un encierro a caballo, que congregó a numerosos jinetes y aficionados, animados por el buen tiempo y las agradables temperaturas.
El encierro se inició puntualmente, con astados de la ganadería salmantina Miranda de Pericalvo, guiados por bueyes y caballos desde el campo hasta la Plaza Mayor, convertida en coso taurino para la ocasión. La conducción transcurrió con normalidad hasta que, a escasos metros de la entrada al casco urbano, en la zona conocida como la Báscula, el caballo del jinete Cristian Romo resbaló en una curva asfaltada y cayó aparatosamente al suelo, justo cuando el grupo de astados y otros caballistas pasaban cerca.
El accidente generó momentos de gran tensión debido al riesgo de ser arrollado tanto por el ganado como por los demás jinetes. Afortunadamente, todo quedó en un susto: Cristian y su montura salieron indemnes, sin lesiones de consideración.
Tras el incidente, el encierro continuó sin más contratiempos, y los asistentes aprovecharon la soleada mañana para disfrutar de un refrigerio y de los productos típicos de la zona en los establecimientos hosteleros.
Las fiestas del Cristo de la Exaltación concluyeron por la tarde con una clase práctica a cargo de dos alumnos de la Escuela de Tauromaquia de Salamanca, seguida de una capea tradicional con reses bravas, poniendo el broche final a unos días intensos de celebración.