"Muchos cofrades se quedaron con este sentimiento de tristeza por no poder salir en procesión", afirma el presidente de la Junta de Semana Santa de Salamanca, Francisco Hernández
El cielo gris y la lluvia persistente han sido los protagonistas inesperados de la Semana Santa salmantina, dejando tras de sí un reguero de procesiones suspendidas y cifras de ocupación hotelera por debajo de las expectativas iniciales. Lo que prometía ser una celebración con lleno absoluto en los establecimientos turísticos ha quedado finalmente en un 80% de ocupación, según confirma Jorge Moro, presidente de la Asociación de Empresarios de Hostelería de Salamanca.
"Por malas noticias en esta Semana Santa para la hostelería. Como hemos visto, el tiempo ha sido determinante para que no hayamos alcanzado el 100 por 100 de ocupación como manteníamos al principio entre un 95 y un 100. Hemos rozado el 80 por 100, se han cancelado bastantes reservas", explica Moro, evidenciando cómo las previsiones meteorológicas adversas provocaron cancelaciones de última hora que han impactado significativamente en el sector.
El balance resulta especialmente amargo para los hosteleros salmantinos, que han visto cómo las condiciones meteorológicas han afectado a todos los ámbitos de su negocio. "En cuanto a restauración, tampoco ha estado bien, no hemos podido aprovechar el tema de las terrazas, que como sabemos para nosotros es muy importante", lamenta el representante del sector, añadiendo que "el ocio nocturno tampoco ha trabajado bien".
La Semana Santa representa tradicionalmente uno de los periodos más importantes para el turismo en Salamanca, con miles de visitantes atraídos tanto por el patrimonio monumental de la ciudad como por sus célebres procesiones. Este año, sin embargo, hasta ocho desfiles procesionales tuvieron que ser suspendidos debido a la persistente lluvia, un golpe tanto para los cofrades como para el sector turístico.
Francisco Hernández, presidente de la Junta de Semana Santa de Salamanca, hacía un balance agridulce de estos días en los micrófonos de Onda Cero Salamanca. Por un lado, destaca la calidad de las procesiones que sí pudieron salir a la calle: "Si nos ceñimos a lo que se ha hecho durante esta Semana Santa de todas las cofradías que sí que han podido procesionar, bueno, pues hay que poner en valor el real trabajo que están haciendo nuestras cofradías por la Semana Santa".
Hernández subraya el esfuerzo y la dedicación de las hermandades salmantinas, que han demostrado su compromiso con la tradición a pesar de las adversidades. "Se han visto desfiles procesionales muy bien estructurados, muy serios, cuidando muchísimo todos los detalles", afirma con orgullo el presidente de la Junta.
Sin embargo, no puede ocultar la decepción de aquellas cofradías que, por segundo año consecutivo en algunos casos, han tenido que permanecer en sus templos. "Son muchos los cofrades que se quedaron con este sentimiento de tristeza por no poder salir en procesión después de esperar un año, incluso dos teniendo en cuenta la meteorología adversa también el pasado año", explica Hernández.
Esta frustración es compartida por los propios cofrades, que ven cómo meses de preparación y esfuerzo quedan en nada por causas ajenas a su voluntad. "Hemos sufrido bastante, con mucha emoción, pero sobre todo con mucha frustración, porque tanto trabajo hay", reconoce el presidente de la Junta de Semana Santa, dando voz al sentir general de las hermandades.
El impacto de estas suspensiones va más allá de lo emocional y afecta directamente al atractivo turístico de la ciudad durante estos días. Las procesiones son uno de los principales reclamos para los visitantes, y su cancelación repercute inevitablemente en la afluencia de público y, por ende, en la actividad económica.
A pesar de este revés, tanto el sector hostelero como las cofradías miran ya hacia adelante. La resiliencia demostrada por ambos colectivos en los últimos años, marcados por la pandemia y ahora por la meteorología adversa, es un indicativo de su capacidad para sobreponerse a las dificultades.
La Semana Santa de 2023 quedará en la memoria como un año de contrastes: por un lado, la brillantez y solemnidad de las procesiones que pudieron realizarse; por otro, la tristeza de las que quedaron en el interior de los templos. Una celebración marcada por la incertidumbre meteorológica que ha dejado un sabor agridulce tanto en cofrades como en empresarios turísticos, pero que no ha logrado empañar la esencia de una de las tradiciones más arraigadas de la ciudad del Tormes.