La coincidencia de ambas festividades en una sola fecha ha propiciado una celebración común y muy emotiva
Khrystòs Voskres! La expresión de regocijo por la Resurrección de Cristo en ucraniano resuena en la pequeña iglesia católica de un barrio de brazos abiertos. Tan abiertos que, desde el 2022 recibe a los inmigrantes ucranianos que huyen de la guerra para celebrar el día grande de su Pascua de Resurrección, un día que, en este año nuestro del 2025, coincide con la festividad católica. Una bendita coincidencia del calendario gregoriano y el juliano que siguen ambas ramas del cristianismo ahora unidas en la iglesia salmantina del Nombre de María.
Una parroquia de barrio abre las puertas a los vecinos ucranianos que acuden con sus ropas de fiesta, sus bordadas blusas de puntadas laboriosas y cestas donde se amontonan, cubiertas con primorosas piezas textiles también bordadas con mimo y color, los huevos de pascua, los panes y dulces tradicionales de la fiesta, las velas encendidas que significan la renovación… todo para ser bendecido y compartido en una celebración familiar que tiene mucho de nostalgia y de recuerdo doloroso, pero también de alegría. Alegría en los colores, en los niños trajeados, en los lazos, en la artesanía que llena de significado secular el tejido del afecto y de la confraternidad.
Porque esta celebración de la Resurrección en la parroquia chiquita tiene mucho de confraternidad, de abrazo ecuménico. De alegría indudablemente, porque en las palabras de Tomás Gil, párroco de la Unidad Pastoral Cristo, Luz de los Pueblos, junto con Juan Andrés Martín, la resurrección es un motivo de gozo, primer día del año que se extiende una semana más, esa semana de Pascua llena de alegría que se inicia con un día de sol y una celebración compartida en la que se escucha la lectura en español por parte de uno de los participantes ucranianos y después, en un silencio emocionado, el mensaje, en su lengua que termina con la repetición de la frase que todos entienden: Khrystòs Voskres! a la que se contesta Voystinu Voskres! (Cristo ha resucitado / Verdaderamente ha resucitado).
Tiene esta celebración conjunta alegría y nostalgia por la tierra abandonada. Tristeza por el dolor de una guerra que no cesa y por la que se pide el final. Una guerra que afecta no al poderoso, sino al hombre de la calle representado por un Cristo que resucita para llenar de alegría, de color y de cestas generosas la vida de los humildes. Y las velas y los huevos, símbolos del nacimiento y de la renovación ya en la iconografía religiosa más antigua, se convierten en elementos de fiesta para celebrar con la familia y las gentes el día más importante del calendario cristiano. Un calendario que en este domingo de resurrección, en la parroquia pequeña, tiene la grandeza del ecumenismo y un pequeño regalo en forma de icono.
Un icono que muestra al resucitado compartiendo su gloria, pero no traído de Ucrania ni de Rusia ni de ninguno de los puntos del mundo que hoy celebran la Pascua ortodoxa: se trata de un icono pintado por Tomás Gil, un oficiante que hoy abraza no solo a su parroquia de barrio, sino a quienes se acercan con sus hermosas blusas bordadas sobre el blanco de la fiesta para ser bendecidos por la pascua. Tomás Gil, que tanto sabe de arte, es el autor del icono que acompaña a la celebración, puntada primorosa, cuidado familiar y ancestral en cestas de comida que festejan el día, un día de sol y de abrazo. Un día de fiesta para sumar y encarar la furia de la guerra con la humildad del bordado sobre un lienzo que tapa la ofrenda, la blusa de un hombre y la falda que vuela al sol de una niña inquieta. Khrysòs Voskres!
Charo Alonso
Fotografías: Ángeles Rodríguez