"Los problemas que les proponen, incluso nos parecen complicados a los profesores adultos", explica el coordinador local de la competición nacional
El salmantino Diego Alonso Domínguez, navega con extraordinaria facilidad entre ecuaciones y problemas que para la mayoría resultarían indescifrables. A sus 16 años, este estudiante salmantino acaba de conseguir una medalla de oro en la LXI Olimpiada Española de Matemáticas celebrada en Gijón, superando su logro del año anterior cuando obtuvo la plata.
"Este año he repetido y he tenido más suerte o estaba más preparado y he conseguido medalla de oro", explica con modestia Diego, quien representó a Castilla y León junto a otros dos estudiantes: Fernando González de Valladolid, quien también obtuvo oro, y Ángel Ibáñez de León, que consiguió bronce. "Fueron unos resultados excelentes", comenta orgulloso sobre el desempeño regional.
Alumno de primero de bachillerato en el IES Vaguada de la Palma y residente en Villares de la Reina, Diego no solo destaca por su brillantez matemática. "Además de las matemáticas, estudio en el Conservatorio Profesional de Música de Salamanca en la especialidad de piano. Llevo ya nueve años y lo disfruto mucho", revela, demostrando que los estereotipos sobre los "cerebritos" de las matemáticas quedan muy lejos de su realidad.
La experiencia en Gijón no estaba hecha para cualquiera. "Son pruebas duras. Suelen ser de tres horas y media, cuatro horas, cuatro horas y media, y constan de tres problemas que son muy complicados y habitualmente hasta nos falta tiempo para resolverlos", describe Diego sobre el desafío que suponen estas competiciones.
José Ignacio Iglesias Curto, coordinador local en la Universidad de Salamanca de la Olimpiada Española de Matemáticas, contextualiza el logro: "El nivel de la competición aumenta cada año, tanto por las capacidades de los participantes como por la complejidad de los problemas que se les proponen. Incluso a los profesores adultos nos parecen muy complicados. La magnitud del logro es realmente enorme y la recompensa muy merecida".
La preparación para estas olimpiadas no es improvisada. Diego revela su método: "Uno de los métodos de entrenamiento más sutiles es hacer problemas y hacer problemas, por ejemplo problemas de otros años".
Además, cuenta con apoyos específicos: "Me he preparado mediante una preparación que hacía el profesor Andrés Sáez Schwedt desde la Universidad de León, y también llevo ya casi dos años en una preparación telemática que organizan desde la Universidad Politécnica de Cataluña".
En este sentido, también menciona con orgullo su participación en ESTALMAT (Estímulo del Talento Matemático), un programa para estudiantes de primero o segundo de la ESO que se desarrolla en varias universidades españolas, incluida la de Salamanca. "Participé dos años y lo disfruté también mucho", recuerda.
Este oro no solo representa un reconocimiento a su talento, sino que le abre las puertas a un nuevo desafío: representar a España en la Olimpiada Matemática Internacional que se celebrará en julio en Queensland, Australia. "Creo que salimos en torno al día 10 y el 20 creo que termina", comenta sobre las fechas del viaje que le llevará al otro lado del mundo.
El equipo español estará formado por seis medallistas de oro, entre los que se encuentran Diego, su compañero castellanoleonés Fernando González, dos gallegos y dos madrileños. "A cinco de ellos ya los conocía de otras ocasiones", señala, evidenciando que estas competiciones también generan vínculos personales.
Antes de viajar a Australia, el equipo español se someterá a una intensa preparación. "Normalmente se organiza un encuentro de preparación intensiva que se suele hacer en Barcelona en junio, como un mes antes de la olimpiada. Nos preparan allí todos los días, por la mañana y por la tarde también, haciendo problemas enfocados a hacer un buen papel".
A pesar de su brillantez matemática, Diego mantiene los pies en la tierra cuando se le pregunta por su futuro profesional. "No lo tengo nada claro", confiesa, aunque reconoce que "hacer matemáticas en la Universidad de Salamanca es una opción". Entre las salidas profesionales, contempla "trabajar para empresas, investigar o también la docencia".
Su visión sobre por qué algunas personas rechazan las matemáticas resulta reveladora: "Yo creo que los que las odian es porque no las conocen lo suficiente, porque a lo mejor las han aprendido de una forma mecánica y les parece una cosa arbitraria y nada entretenida, pero realmente yo creo que cualquier persona, si se dedica un poco, lo puede disfrutar".
Con un futuro prometedor por delante, este joven salmantino demuestra que la excelencia académica y la pasión pueden ir de la mano, rompiendo estereotipos y abriendo caminos que, como los problemas matemáticos que resuelve, parecían imposibles para muchos.
Foto de David Sañudo