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El rostro de Santa Teresa de Jesús cobra vida gracias a la ciencia y la historia
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ALBA DE TORMES

El rostro de Santa Teresa de Jesús cobra vida gracias a la ciencia y la historia

Actualizado 28/03/2025 09:32

Su rostro, ahora visible, invita a redescubrir a esta mujer excepcional que, 442 años después de su muerte, sigue inspirando al mundo.

Más de cuatro siglos después de su muerte y 510 años de su nacimiento, el rostro de Santa Teresa de Jesús, la célebre mística española y reformadora de la Orden de las Carmelitas Descalzas, ha sido recreado con una precisión sin precedentes gracias a la tecnología forense moderna. Este hito, que combina ciencia, historia y fe, ha sido posible tras la apertura de su sepulcro en agosto de 2024, un evento autorizado por el Vaticano que ha permitido a expertos internacionales estudiar sus restos.

Tres lunares y una mirada profunda

En un emotivo acto que fusiona historia, arte y espiritualidad, ha sido presentada una escultura que recrea con asombrosa precisión el rostro de Santa Teresa de Jesús, la célebre mística y reformadora del siglo XVI. La obra, basada en una minuciosa reconstrucción forense y en testimonios históricos, muestra a la Santa a los 50 años, una etapa que corresponde a los inicios de su vida reformada, cuando habitaba el Monasterio de San José de Ávila. La escultura plasma un rostro sereno y lleno de plenitud, con rasgos que destilan introspección y fortaleza.

Los pómulos marcados, la frente despejada y unos ojos ligeramente almendrados, dotados de una profundidad contemplativa, configuran una imagen que parece capturar el alma de Teresa. Las cejas, gruesas y arqueadas, enmarcan un rostro equilibrado, dividido en tercios, tal como lo describió Madre María de San José, quien compartió años de convivencia con la Santa. Entre los detalles más distintivos, destacan los tres lunares que adornaban su piel, incorporados con fidelidad a la obra.

La estructura ósea sólida, una nariz recta y bien definida, labios firmes y una barbilla redondeada que combina dulzura y determinación completan esta representación. Según los responsables del proyecto, la escultura no solo refleja la complexión física descrita por los contemporáneos de Santa Teresa, sino que también establece un puente entre los datos forenses y los relatos históricos, ofreciendo una visión integral de su figura.

El Padre Miguel Ángel González, prior OCD de Alba de Tormes y Salamanca, presidió la presentación y subrayó la trascendencia de la obra: “Con esta imagen tenemos no solo un testimonio físico, sino también un reflejo del alma de Santa Teresa de Jesús, una ‘vera efigies’ que une ciencia y mística”.

Por su parte, el Padre Francisco Sánchez Oreja, Provincial OCD de la Provincia de los Carmelitas Descalzos de Santa Teresa de Jesús en España, añadió una reflexión profunda: “Contemplar este rostro es mirar a la Madre Teresa de Jesús en su humanidad plena, en su carne y en su espíritu. Es una invitación a redescubrir su mensaje, siempre vivo y actual. Gracias a la ciencia y al arte, la Santa vuelve a hablarnos con el rostro que un día miró al cielo”.

Visión integral

Esta obra, que combina el rigor científico con la sensibilidad artística, no solo honra la memoria de Santa Teresa, sino que renueva su presencia en el mundo contemporáneo, invitando a fieles y curiosos a reencontrarse con su legado espiritual y humano.

La Orden del Carmelo Descalzo encargó estos trabajos teniendo en cuenta las pruebas obtenidas en Alba de Tormes y consistentes en fotografías, radiografías, proporciones y medidas, además de la redacción literaria realizada por la madre María de San José, carmelita descalza contemporánea de la Santa.

El equipo de investigación, liderado por la Universidad Gabriele D’Annunzio de Chieti-Pescara (Italia), ha sido el encargado de llevar a cabo el proyecto para desentrañar nuevos detalles sobre su vida, su salud y el estado de conservación de sus históricas reliquias. Entre los protagonistas de esta iniciativa destaca la profesora Jennifer Mann, del Victorian Institute of Forensic Medicine de la Universidad de Monash (Australia), quien ha sido la encargada de reconstruir el rostro de la santa.

“El profesor Ruggero D’Anastasio, del equipo italiano, me contactó para liderar esta reconstrucción facial”, explica Mann. “Me proporcionaron datos excepcionales: medidas antropomórficas detalladas y radiografías tomadas desde múltiples ángulos”. A esto se sumaron fuentes históricas clave, como el retrato pintado por fray Juan de la Miseria y una descripción minuciosa realizada por la Madre María de San José, quien convivió con la santa y destacó detalles como la simetría de su rostro, sus cejas anchas y arqueadas, y tres lunares distintivos.

Precisión metódica

El proceso de reconstrucción, descrito por Mann como un ejercicio de precisión metódica, comenzó con la recreación del cráneo en arcilla, utilizando las medidas y radiografías como base. “Reconstruí la mandíbula, esculpí los dientes faltantes y luego apliqué técnicas forenses de aproximación facial empleadas en Estados Unidos y Reino Unido”, detalla la profesora. Marcadores de profundidad de tejidos, arcilla blanda y fórmulas matemáticas permitieron estimar las características de los tejidos blandos —ojos, nariz y labios— con una exactitud asombrosa.

La escultura final representa a Santa Teresa a los 50 años, con un rostro regordete que refleja la descripción de la Madre María de San José. Su velo, toca y hábito, inspirados en pinturas de la época, fueron diseñados siguiendo las recomendaciones del Padre Miguel Ángel González, mientras que el Padre Postulador General de los Carmelitas Descalzos dio su aprobación al proyecto.

“El mundo ha cambiado enormemente desde el siglo XVI, cuando vivió Santa Teresa”, reflexiona Mann. “La tecnología actual nos permite recrear rostros históricos con base científica, y esta escultura podría ser la representación más fiel de cómo era ella en vida”. Para la profesora, este trabajo no solo es un avance técnico, sino también un honor personal: “Ha sido una experiencia única contribuir a esta obra”.

La reconstrucción de Santa Teresa de Jesús no solo ofrece una ventana al pasado, sino que también subraya cómo la colaboración entre disciplinas —ciencia, arte e historia— puede iluminar el legado de figuras que han marcado la humanidad.