Los agentes intervinieron dos rifles equipados con miras telescópicas y sistemas de iluminación, además de un visor térmico que los sospechosos intentaron ocultar arrojándolo por la ventanilla
La madrugada del pasado 15 de marzo se convirtió en una noche para olvidar para dos cazadores furtivos que operaban en la oscuridad en una reserva cinegética de Monsagro. Lo que probablemente planearon como una incursión sigilosa terminó con una investigación por varios delitos contra la fauna y la normativa de caza.
Los hechos ocurrieron durante uno de los servicios rutinarios de vigilancia que la Guardia Civil de Salamanca mantiene de forma permanente para combatir la caza furtiva en las reservas cinegéticas de la provincia.
Los agentes detectaron un turismo que circulaba con las luces apagadas por los caminos de una reserva de caza en el término municipal de Monsagro, comportamiento que inmediatamente levantó sospechas entre los efectivos.
Al proceder a la intercepción del vehículo, los ocupantes —dos varones cuya identidad no ha sido revelada— reaccionaron nerviosamente e intentaron deshacerse de un visor térmico lanzándolo por la ventanilla del asiento del copiloto, maniobra que no pasó desapercibida para los guardias civiles.
La inspección del vehículo reveló un auténtico arsenal para la caza furtiva nocturna. Los agentes encontraron:
Estos dispositivos están específicamente prohibidos por la legislación de caza, ya que permiten la captura de animales durante la noche, cuando son más vulnerables y tienen menos posibilidades de escapar.
Como resultado de la intervención, la Guardia Civil procedió a la incautación de todo el material y a la investigación de ambos individuos como presuntos autores de dos delitos:
Este tipo de operaciones se enmarca dentro de la intensa actividad que desarrolla la Guardia Civil para proteger el patrimonio natural y las especies cinegéticas de la provincia salmantina, especialmente en zonas de alto valor ecológico como las reservas de caza.
Las autoridades recuerdan que la caza furtiva no solo constituye un delito contra la normativa cinegética, sino que puede provocar graves desequilibrios en los ecosistemas y poner en riesgo la sostenibilidad de las poblaciones de fauna silvestre.