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¿Qué nos ha enseñado la Covid-19, qué hemos aprendido?
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Al cabo de la calle

¿Qué nos ha enseñado la Covid-19, qué hemos aprendido?

Actualizado 15/03/2025 08:57

Los historiadores insisten y la sociedad ya sabe cuán importante es mirar atrás, para saber de dónde venimos y hacia dónde vamos. Nos cuesta mirar hacia atrás, hacia la pandemia de la Covid-19, porque aún queda algo de miedo, muchas secuelas y crispación política en torno al tema o como consecuencia del mismo. La pandemia fue una gran pesadilla hecha realidad, realmente existió, paralizando nuestras vidas, y muchas personas aún la siguen viviendo en sus propias carnes.

Ahora, cuando se cumplen cinco años de la declaración del Estado de alarma en España por la pandemia, todavía no tenemos perspectiva histórica suficiente como para analizar lo ocurrido de forma tranquila y sosegada. Pero sí es el momento de echar la vista atrás para ahondar en nuestras conciencias, sobre qué debemos hacer para defendernos ante lo que queda de esta y de otras pandemias que puedan llegar.

No queremos mirar atrás porque hubo muchas cosas que se hicieron bien, alguna no tan bien y otras se hicieron mal. Sí queremos olvidar el sufrimiento que nos trajo la pandemia, pero el olvido sin reparación de lo que se hizo mal puede conducir al resentimiento y este, que primero es individual y luego colectivo, es muy difícil de erradicar. Debemos olvidar porque el olvido es parte de nuestro mecanismo habitual de supervivencia. Pero es muy difícil hacerlo porque tanto las marcas visibles como las invisibles que ha dejado la pandemia en las personas, tienen su reflejo en este mundo inestable y peligroso al que también ha contribuido aquella.

Volviendo la vista atrás, recordamos que en el mes de marzo de 2020 tuvo lugar uno de aquellos momentos que han quedado y perdurarán en el recuerdo de los ciudadanos del mundo para toda la vida. El coronavirus llegó de forma brusca, generando la enfermedad de la Covid-19 y vapuleó frontalmente a la sociedad mundial, parándola en seco y encerrándola en sus casas, sin saber hasta cuándo ni quienes saldrían vivos de ella. Solo los servicios esenciales salían a la calle para cuidar de nosotros y entre ellos los sanitarios que comprometieron sus vidas y las de sus familias para salvar las nuestras.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró por primera vez la llamada emergencia de salud pública de preocupación internacional en enero de 2020. Aunque la cifra oficial de fallecidos por la pandemia es de unos 7 millones de personas, el director general de la organización mundial, el doctor Tedros Adhanom Gebreyesus, cree probable el que la cifra real sea más cercana a los 20 millones de muertos.

En el caso de España se decretó el confinamiento por la Covid-19 el 14 de marzo de 2020. El 5 de julio de 2023, después de 1 año, 8 meses y 2 días, se dio por terminada esa emergencia, dejando un balance de fallecidos de 146.619 personas, según el Instituto Nacional de Estadística (INE) desde los inicios de la pandemia hasta al 31 de diciembre del 2022. Algunas fuentes consideran la cifra total de 150.000 muertos en todo el periodo que duró la consideración de emergencia. El aspecto más doloroso ocasionado por la pandemia en España se dio en las residencias de mayores donde murieron 35.000 personas, muchas de ellas en solitario.

El 5 de mayo de 2023, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) tomó en consideración la recomendación del Comité de Emergencias y declaró el fin de la Covid-19 en cuanto que emergencia sanitaria internacional. Si bien, ello no significa que el coronavirus hubiera dejado de ser una amenaza para la salud mundial, por lo que seguía siendo una prioridad de salud pública global. La Covid-19 no había terminado, el riesgo continuaba, por lo que sugerían no bajar la guardia en la lucha contra el coronavirus. Las vacunas fueron uno de los principales puntos de inflexión en la pandemia, lo que permitió que millones de personas estuvieran protegidas contra la enfermedad grave y la muerte.

El virus había llegado para quedarse entre nosotros, y los países debían integrar las actividades de vigilancia y respuesta a la Covid-19 en los programas regulares de salud en sus respectivos territorios y comunidades. Cinco años después, el coronavirus sigue invadiendo a personas que pueden recuperarse en sus casas. Pero para otras, la Covid-19 puede resultar una enfermedad grave que requiera atención médica hospitalaria, con tratamiento en la unidad de cuidados intensivos y asistencia respiratoria, por un tiempo.

Al considerar las huellas y secuelas dejadas por la pandemia, cabe poner en primer término el llamado “covid persistente” o covid de larga duración, que se desarrolla entre un 6 y un 10 % de las personas que padecieron el covid normal. Otra de las consecuencias dejada es el desarrollo de nuevas patologías que afectan a la salud del individuo y muy especialmente a la salud mental, cuyos casos han aumentado considerablemente.

Cinco años después del confinamiento y del punto álgido de la pandemia, sus efectos aún se aprecian y son manifiestos en aspectos como el miedo que generó y que aún persiste, los ciudadanos creyeron en el sistema sanitario y van más al médico. Lo que nos ha dejado la pandemia, más allá del sufrimiento y la pérdida de seres humanos y personas queridas, es una generación diezmada, avances significativos en la digitalización, cambios en el ocio de los jóvenes volviéndose más diurno, la incorporación del teletrabajo como parte del mercado laboral (más de tres millones lo hacen en España), menos viajes y más teleconferencias o telereuniones, entre otros muchos cambios.

Sin duda la Covid-19 ha sido un factor de cambio en la sociedad, pero no a mejor como se pensaba en aquellos días, sino a peor. Hemos salido de la pandemia con menos humanidad y mucha más crispación. El negacionismo ha crecido y esto no favorece las previsiones ante nuevas pandemias.

Compartimos las afirmaciones del epidemiólogo Juan José Badiola, referente mundial en salud pública y a quien, el que suscribe, conoció personalmente en unas jornadas de Salud e Innovación, allá en el 2000 durante la pandemia conocida como el “mal de las vacas locas” y que ahora viene a decirnos que “Si la situación sigue como está, cada 8, 9 o 10 años se podría producir una nueva pandemia".

Administraciones Públicas y ciudadanos, preparémonos para ello. La creación de la Agencia Española de Salud Pública que en estos momentos está en trámite parlamentario es una necesidad y un buen camino, pero faltan muchas cosas por hacer y mejorar.

Como recuerdo de aquellos días del confinamiento, escuchemos “Resistiré” que se convirtió en una especie de himno de resistencia:

https://www.youtube.com/watch?v=hl3B4Ql8RtQ

Aguadero@acta.es

© Francisco Aguadero Fernández, 14 de marzo de 2025

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