"¿Qué sería de Unionistas con un poco (solo un poco) más de puntuación en campo ajeno? ¿Dónde estaría el equipo de Dani Llácer?", se pregunta Chema Díez en su columna de opinión
33 puntos, once finales o 990 minutos, llámenlo como quieran. Eso es lo que le queda por afrontar a Unionistas de Salamanca en el tramo decisivo de una temporada en la que puede hacer aún más historia.
Poco importa lo que haya pasado hasta este momento, menos aun lo que podía haber sido y no fue, que pudo haber sido mucho y ha sido poco; o menos de lo esperado.
Sí, hablamos de la actuación del equipo lejos de su estadio, de un Reina Sofía que es una auténtica muralla imposible de derribar para los rivales que pisan tierras charras.
Desde el día 1, antes incluso de empezar la temporada 2024-25, afirmé que el objetivo de Unionistas tenía que ser clasificarse para el play off de ascenso a Segunda División; marcarse esa ambiciosa meta viendo los rivales y el nivel del grupo no era una idea descabellada. Mucho menos analizando el paso de una temporada en la que la igualdad es la nota predominante entre la gran mayoría de los equipos, salvo una CyD Leonesa que lleva claro marchamo de regresar al fútbol profesional.
¿Por qué este ambicioso objetivo? Por una razón muy sencilla; ningún rival (salvo el líder) ha demostrado una superioridad aplastante sobre el equipo de Dani Llácer y creo que solo la falta de valentía ha privado al equipo de contar con una mayor puntuación en la tabla. ¿Acaso tiene algo que perder Unionistas? Sinceramente, creo que el premio puede ser mucho mayor que terminar la liga en mitad de tabla o más abajo, porque la permanencia es un objetivo que se da por sentado. Y eso es algo que Unionistas también se ha ganado por derecho propio desde su ascenso a la antigua Segunda B.
En la actualidad, el equipo capitalino está a solo dos puntos del quinto puesto, que da acceso a jugar una fase de ascenso a Segunda División; todo ello, después de una desastrosa trayectoria fuera de casa, lejos de los suyos, donde solo ha logrado sumar 8 puntos de los 39 que ha disputado, con cero victorias, ocho empates y cinco derrotas. ¡Y qué empates y derrotas!
La imagen del equipo fuera de casa dista mucho de lo que es o debería ser Unionistas: un equipo valiente, sin complejos y con la clara identidad de no tener miedo a ninguno de sus rivales; así lo ha demostrado en infinidad de ocasiones, incluida una Copa del Rey en la que ha conseguido éxitos sin precedentes.
Las explicaciones de Dani Llácer sobre la mala racha del equipo fuera de casa no me convencen en absoluto, vistos los resultados, el planteamiento y la manera de jugar del equipo, situación que quizá trasciende más a lo mental y psicológico que al plano deportivo. Pero, los números no engañan y definen a la perfección la situación del equipo lejos de Salamanca; y con un nutrido grupo de aficionados caminando junto a jugadores y cuerpo técnico sin importar el escenario, el lugar o la situación.
Por el contrario, la parte excepcionalmente positiva la ha dado el equipo en el Reina Sofía, en Salamanca, junto a toda su gente y en un campo en el que no pierde desde finales de septiembre de 2024. Basta con un simple dato: Unionistas es el tercer peor equipo de todo el Grupo I de Primera RFEF fuera de casa y es el mejor en su estadio, superando a la CyD Leonesa.
Esto, traducido en números, indica que Unionistas ha ganado 9 partidos, ha empatado 4 y solo ha perdido uno, para lograr 31 de los 42 puntos que ha disputado en tierras salmantinas. Casi nada…
La versión del equipo en casa, sin ser excesivamente atrevida, sí otorga una gran fiabilidad y genera una sinergia especial con su gente, una química difícil de entender para los que no viven el día a día ni cada partido en el Reina Sofía.
¿Qué sería de Unionistas con un poco (solo un poco) más de puntuación en campo ajeno? ¿Dónde estaría el equipo de Dani Llácer? Como dije anteriormente, la realidad es la que es y el pasado no se puede cambiar, pero sí puede valer para aprender de cara al presente y a un futuro que aún ilusiona, y mucho, a aficionados y a la propia ciudad.
Once finales o 990 minutos para jugar un play off de ascenso, que sería la guinda perfecta del pastel que elabora con los mejores ingredientes posibles un club que quiere seguir creciendo y que nunca se marca un techo. Ojalá la prudencia que se demuestra esta temporada se desate de una vez por todas y se hable abiertamente de alcanzar (como mínimo) ese quinto puesto que permitiría al club tirar la puerta abajo.
Y, de paso, quitarse esa cruz fuera de casa y la espinita de aquella mañana de hace ya unos años en los anexos del José Zorrilla en Valladolid, donde a miel se quedó en los labios en un partido muy cruel, que aún se recuerda en Unionistas. Tiene en su mano dejar ese día como una ‘simple anécdota’… ojalá sea así.