Disfrazarse

Nunca he sido de disfrazarme aunque lo he hecho varias veces. Con los alumnos ha sido divertido y con las hijas también.

El carnaval tiene sus orígenes en antiguas festividades paganas, principalmente grecorromanas, las Saturnales en Roma y las Dionisíacas en Grecia, donde se realizaban fiestas, con disfraces y banquetes en un ambiente de deshinibición.

Con la expansión del Cristianismo se asoció a la Cuaresma . El término carnaval viene del latín carne levare ( quitar la carne).

Tenemos famosos carnavales en Cadiz, Barranquilla, Río, Venecia…

Podemos hacer mofas de la realidad política reinante o dejar llevar los sueños para ser piratas, brujas o princesas.

Cuando la Iglesia marcaba la moral era un desenfreno antes del ayuno, la contención del sexo y demás placeres mundanos. Nuestra generación no comía carne los viernes en casa de la abuela pero lo demás ya nos lo saltábamos. Actualmente muchos jóvenes conocen más el carnaval que la cuaresma.

La Cuaresma tiene sus similitudes con el Ramadán de los musulmanes. En las dos hay ayuno y se busca la humildad y el acercamiento a Dios. La primera es una preparación para la Pascua y el Ramadán conmemora la revelación del Corán a Mahoma.

Me da la sensación de demasiados disfraces durante todo el año. Veo el condicionamiento de las apariencias en las familias, en las Iglesias, en la política y en las escuelas.

Los que creemos en la educación buscamos rescatar el “yo” auténtico, la esencia de la mejor versión del alumno. Cuando estamos con jóvenes que han sido maltratados parece que los han adulterado.

Atreverse a quitarse las máscaras para reconocerse es una tarea ardua y normalmente dolorosa.

Si disfrazarnos para carnaval nos trae risa bienvenido sea. La risa produce endorfinas y disminuye el cortisol.

Me gustaría disfrazarme de genio de la lámpara, de mago o de santo con súper poderes. Tengo muchos candidatos y candidatas a los que me gustaría darles la oportunidad de conseguir sus sueños. Que no necesitaran disfrazarse para sobrevivir.

La justicia en el mundo también parece disfrazada de arbitrariedad. No vale amargarse por lo que no se puede cambiar, hay que luchar por los que sí podemos influir.