, 30 de marzo de 2025
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Tres años de horror
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TANTOS LIBROS POR LEER

Tres años de horror

Actualizado 25/02/2025 09:09

Esta semana, coincidiendo con el tercer aniversario de la invasión de Ucrania por los ejércitos de un Putin que hoy, merced a sus siniestros acuerdos con Trump, parece que va a lograr sus fines, quiero proponerles la lectura de Un lugar inconveniente, un estremecedor libro de Jonathan Littell. Se trata de una obra espléndida, aunque muy dura, insoportable casi en su aspereza, con la que quiero recordar el terrible drama que sigue viviendo Ucrania, ahora que, pasados los primeros momentos en que la guerra ocupaba las primeras páginas de periódicos y noticiarios, su horror parece haber quedado olvidado, sepultado por una frenética actualidad, pródiga, por otro lado, en tragedias, catástrofes e infortunios.

Jonathan Littell es un escritor franco-norteamericano, nacido en Nueva York, de una familia judía de orígenes lituanos emigrante en los Estados Unidos. Littell saltó a la fama literaria -y también a la polémica y la controversia- a partir de la publicación en 2006 de Las benévolas, una monumental novela, un best-seller mundial, que ahora tiene su continuación, en cierto sentido, en Un lugar inconveniente, una obra que no es, en puridad, un libro de Littell en exclusiva, pues sus densas, dramáticas, demoledoras y pese a ello -o precisamente por ello- necesarias trescientas cincuenta páginas aparecen entreveradas de un centenar de imágenes -algunas de muy difícil contemplación, dada su crudeza- de Antoine d’Agata, fotógrafo francés con una amplia carrera profesional a sus espaldas.

En abril de 2021 ambos viajan a Kyiv (en una nota introductoria al libro su autor precisa que en él privilegiará la grafía ucraniana de los nombres o los topónimos; y así Kyiv y no Kiev) para visitar Babyn Yar, el barranco -que hace ochenta años estaba en las afueras de la capital ucraniana y hoy, en parte urbanizado, se integra en el centro de la ciudad- en el que entre los días 29 y 30 de septiembre de 1941 fueron asesinados, a sangre fría y de manera despiadada, 33.771 judíos, según los ordenancistas cómputos de los responsables de los comandos nazis. En total, en los meses de la ocupación por las tropas de Hitler la cifra de fusilados en el barranco superó las cien mil personas.

La finalidad de su viaje es reconocer el sitio, inventariar los restos del pasado, hablar con alguno de los muy escasos testigos vivos de los sucesos allí ocurridos, también con vecinos, autoridades locales, investigadores y responsables de museos e instituciones, en un intento de reconstruir la memoria del emplazamiento y de los atroces crímenes allí perpetrados. El Babyn Yar que el escritor y el fotógrafo se encuentran en su visita es un espacio anodino, sin interés, una paraje urbano sin especial relevancia, tan insustancial que la pareja se cuestiona la conveniencia de iniciar siquiera su proyecto. El lugar, sin embargo, bajo su apariencia común, insignificante, bajo la superficie trivial de banal escenario urbano, transmite una turbadora sensación de incomodidad, de extrañeza, de inconveniencia.

Y es, precisamente, esa percepción de que la existencia del lugar molesta a muchos, hasta el punto de pretender borrar -los barrancos cubiertos, la tierra alisada, plegada- las huellas de la masacre y, así, esquivar el recuerdo, omitir su memoria, lo que lleva a Littell y D’Agata a descartar la engañosa fachada y perseverar en la indagación, muy dificultada por el paso del tiempo, por la actual “normalización” de la zona, sepultada por la reconfiguración del espacio urbano a lo largo de las ocho décadas transcurridas desde los espantosos sucesos, por la opacidad de las autoridades, por el revelador silencio, quizá culpable, de la comunidad y por los intereses políticos -incluso los de grupos de signos opuestos-, que comparecen para rodear de obstáculos su labor.

En el transcurso de su investigación, llega el fatídico 24 de febrero de 2022, la invasión rusa, con la ofensiva sobre la capital, a la postre fallida. Cuando, ya en marzo, las tropas de Putin se retiran, ante la inesperada y resuelta resistencia ucraniana, para concentrarse en Járkiv y el Dombás, los soldados ucranianos que entran en las aldeas liberadas, descubren espantados el rastro que los rusos habían dejado a su paso: centenares de cadáveres de civiles esparcidos por las calles, los patios de los edificios y los jardines de las casas, abandonados en los caminos rurales y tirados en los arcenes de las autopistas. Las ciudades pequeñas y las aldeas ocupadas estaban en ruinas, en cualquier pueblo aparecían fosas comunes, los sobrevivientes referían torturas, violaciones sistemáticas, ejecuciones sumarias, fusilamientos indiscriminados. Bucha, un pequeño suburbio de Kyiv, a apenas veinticinco kilómetros de la capital, se convierte en un símbolo universal del horror, y las imágenes de los cadáveres de ciudadanos comunes paralizados en “escenas” de su cotidianidad dan la vuelta al mundo.

Respaldados por el encargo y los medios de Le Monde para trabajar en la zona, Littell y D’Agata se encaminan a la ciudad “liberada”. Lo que encuentran allí cambia el sentido y el propósito originarios de su proyecto. Ahora Babyn Yar y Bucha confluyen, superpuestas las respectivas monstruosidades que representan, las matanzas nazis de 1941 y las de Putin en 2022.

Un lugar inconveniente es la documentada crónica (si podemos llamarla así) de la confluencia de ambas investigaciones, siempre más difusa e imprecisa en el primer caso, por el mucho tiempo transcurrido, la escasez de testimonios directos -paliada en parte por la abundante documentación existente- y la dificultad del reconocimiento topográfico -facilitado hoy por la más moderna tecnología-; más dolorosa y atrozmente factible en Bucha por la cercanía de los hechos, la posibilidad de su constatación directa, la facilidad para el recorrido inmediato por los escenarios de los crímenes, para las entrevistas a los protagonistas, a las víctimas de las atrocidades, a los supervivientes de los muchos suplicios y padecimientos infligidos por los brutales ocupantes.

Un libro de lectura imprescindible que permite conocer la actual situación que vive Ucrania, entender los complejos conflictos históricos, culturales, religiosos, sociales, políticos que subyacen a un enfrentamiento de siglos y, sobre todo, ser conscientes del horror de una guerra que se prolonga de manera atroz y cruel durante ya tres largos años.

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Jonathan Littell y Antonie d’Agata. Un lugar inconveniente. Editorial Galaxia Gutemberg. Barcelona, 2024. Traducción de Robert Juan-Cantavella. 344 páginas. 23.50 euros.

Alberto San Segundo - YouTube

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