Lunes, 28 de abril de 2025
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El espejo que no mentía
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El espejo que no mentía

Actualizado 03/02/2025 08:36

Muchas veces no vemos como a nuestro alrededor hay cosas increíbles, hoy nos parece normal levantarnos por la mañana y mirarnos en el espejo, pero evidentemente esto no siempre fue así de lo contrario Narciso no caería al río, donde cada día contemplaba su belleza, donde cada día su egoísmo crecía hasta límites increíbles, hasta llegó el día en que resbaló y se ahogó en el espejo de cristalinas aguas.

Este cuento fue leído mucho por el joven Chikitan que se preguntaba cómo podría crear un espejo y venderlo a las gentes por un precio elevado. Acudió a la biblioteca del pueblo y leyó varios libros. Por medio de ellos, supo que los espejos nacen en el 3.000 antes de Cristo y que los griegos y egipcios, los utilizaban con diferentes finalidades. No eran de cristal, sino de bronce, cobre o plata muy pulidos, por lo que no mostraban los detalles con nitidez.

Siguió leyendo día tras día hasta que descubrió que alrededor de 1835 un químico alemán, padre de la química orgánica, fue quien logró crear el espejo tal como lo vemos hoy.

—Dijo Chikitan—, yo voy a ir más allá, idearé un espejo donde se pueda ver el alma.

Y tras dedicar días, horas y sin apenas descansar para comer o dormir… por fin llegó el momento en que su invento cobró forma. En esos espejos, la gente no veía su reflejo, veía su verdadero YO.

Fueron conocidos como los espejos del alma. No distorsionaban la modestia, los actos de bondad, valentía, la verdad y las motivaciones.

Tampoco le protegían para ocultar sus defectos, incoherencias, actitudes o miedos.

El joven se miró en el espejo, y feliz por el resultado, decidió que se hicieran miles de espejos. Los vendería.

La curiosidad de la gente por verse era enorme. Todos los que buscaban el espejo, pagaban una fortuna. De inmediato se iban a sus hogares, para ver los resultados que revelaría su espejo.

El hombre se volvió orgulloso, narcisista y psicópata. No solo había inventado un producto para la humanidad, sino que también era rico.

No pasó mucho tiempo hasta que una larga cola se formó delante de su tulpa. La multitud estaba enfurecida, lanzaban contra él, palos y objetos que tenían a su alcance. Al grito de traidor, incompetente, devuélvenos el dinero que nos has robado

Asustado, confuso y temeroso, se protegió tras una sombrilla de la rabia de la gente.

—¿Qué tipo de broma es esta? Gritaban algunos

—¡Este espejo destruyó mi vida! Vociferaban otros.

— Mi familia desapareció.

La multitud invadió la fábrica, destruyó las máquinas y todos los espejos.

Uno de ellos gritó — ¡Ahora todo está resuelto! El creador de problemas, el narcisista, y se fueron.

Chiquitan, herido, enojado y olvidado por quienes creyó más que clientes amigos, vio un trozo de espejo que había quedado olvidado en la fábrica. Enamorado de su creación, buscó su reflejo en el espejo.

¡Aquí encuentro mi salvación! —pensó, recordando la primera vez que se miró en él.

La imagen que le devolvió el trozo de espejo era muy diferente de aquella que un lejano día le ofrecía. Ahora era la imagen de la derrota y amargado lo rompió.

La partida de ajedrez había terminado. Y donde sus manos de humo que antes otorgaron sin medida: poder y éxito, a personas ineptas, incultas, faltos de preparación... Pensó que lo mejor era retirarse a un convento budista y allí encaminó el avión.

A la puerta de cada celda había un letrero.

Reglas:

No mentir por orgullo, no obtener beneficios personales a cambio de la mentira, no utilizar gestos altivos ni miradas retadoras; el corazón ha de estar limpio de maquinar planes perversos, sembrar la discordia entre hermanos. No olvide que “La palabra es plata, pero el silencio es oro”

Baja la mirada y casi sin aliento se dice: ¿Podré resistir esta vida sin mentir, quiero decir, rectificar?

Muchas veces no vemos como a nuestro alrededor hay cosas increíbles, hoy nos parece normal levantarnos por la mañana y mirarnos en el espejo, pero evidentemente esto no siempre fue así de lo contrario Narciso no caería al río, donde cada día contemplaba su belleza, donde cada día su egoísmo crecía hasta límites increíbles, hasta llegó el día en que resbaló y se ahogó en el espejo de cristalinas aguas.

Este cuento fue leído mucho por el joven Chikitan que se preguntaba cómo podría crear un espejo y venderlo a las gentes por un precio elevado. Acudió a la biblioteca del pueblo y leyó varios libros. Por medio de ellos, supo que los espejos nacen en el 3.000 antes de Cristo y que los griegos y egipcios, los utilizaban con diferentes finalidades. No eran de cristal, sino de bronce, cobre o plata muy pulidos, por lo que no mostraban los detalles con nitidez.

Siguió leyendo día tras día hasta que descubrió que alrededor de 1835 un químico alemán, padre de la química orgánica, fue quien logró crear el espejo tal como lo vemos hoy.

—Dijo Chikitan—, yo voy a ir más allá, idearé un espejo donde se pueda ver el alma.

Y tras dedicar días, horas y sin apenas descansar para comer o dormir… por fin llegó el momento en que su invento cobró forma. En esos espejos, la gente no veía su reflejo, veía su verdadero YO.

Fueron conocidos como los espejos del alma. No distorsionaban la modestia, los actos de bondad, valentía, la verdad y las motivaciones.

Tampoco le protegían para ocultar sus defectos, incoherencias, actitudes o miedos.

El joven se miró en el espejo, y feliz por el resultado, decidió que se hicieran miles de espejos. Los vendería.

La curiosidad de la gente por verse era enorme. Todos los que buscaban el espejo, pagaban una fortuna. De inmediato se iban a sus hogares, para ver los resultados que revelaría su espejo.

El hombre se volvió orgulloso, narcisista y psicópata. No solo había inventado un producto para la humanidad, sino que también era rico.

No pasó mucho tiempo hasta que una larga cola se formó delante de su tulpa. La multitud estaba enfurecida, lanzaban contra él, palos y objetos que tenían a su alcance. Al grito de traidor, incompetente, devuélvenos el dinero que nos has robado

Asustado, confuso y temeroso, se protegió tras una sombrilla de la rabia de la gente.

—¿Qué tipo de broma es esta? Gritaban algunos

—¡Este espejo destruyó mi vida! Vociferaban otros.

— Mi familia desapareció.

La multitud invadió la fábrica, destruyó las máquinas y todos los espejos.

Uno de ellos gritó — ¡Ahora todo está resuelto! El creador de problemas, el narcisista, y se fueron.

Chiquitan, herido, enojado y olvidado por quienes creyó más que clientes amigos, vio un trozo de espejo que había quedado olvidado en la fábrica. Enamorado de su creación, buscó su reflejo en el espejo.

¡Aquí encuentro mi salvación! —pensó, recordando la primera vez que se miró en él.

La imagen que le devolvió el trozo de espejo era muy diferente de aquella que un lejano día le ofrecía. Ahora era la imagen de la derrota y amargado lo rompió.

La partida de ajedrez había terminado. Y donde sus manos de humo que antes otorgaron sin medida: poder y éxito, a personas ineptas, incultas, faltos de preparación... Pensó que lo mejor era retirarse a un convento budista y allí encaminó el avión.

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