Ya rehabilitado, recuerda la “complicado y duro” que ha sido todo el proceso de rehabilitación, pero lanzando un mensaje de esperanza: “Se puede salir”
“Empecé a jugar cuando tenía 18 años”. Con esa frase, estrenado la mayoría de edad, recuerda, Luis (nombre ficticio) como comenzó su adicción a los juegos. “Jugaba de una forma lúdica con mis amigos, empezamos a ir los fines de semanas a las salas de juegos y ahí empezó todo”, recuerda.
“Jugaba a la ruleta y a las apuestas deportivas, todo presencial” y así estuvo durante casi 4 años, hasta los 22 que entró en ASALJAR, la Asociación de JUgadores Rehabilitados de Salamanca con quienes hemos hablaod en esta entrevista. Durante ese tiempo, “me convertí en una persona muy solitaria, dejé de lado a amigos y familia. El juego me atrapó por completo. Dejé de lado a todo el mundo, mentía por todo e incluso llegué a inventarme unos estudios que había acabado y que había encontrado trabajo, para que nadie de mi entorno sospechara de nada”.
La situación se volvió muy complicada porque estaba absorbido por completo. “Lo que en un principio fueron unos euros, se convirtieron en cientos incluso en momentos en miles, perdí todo el dinero que tenía ahorrado y llegué a robar a mis padres para poder jugar. El juego me atrapó por completo y se apoderó de mí”, explica.
La dura y complicada situación hizo que tomara una decisión: salir de ese agujero. Fue en enero de 2018. “Forzado por la situación, me vi tan ahogado que se lo conté a mis padres, ya que ellos me pidieron un dinero que les dejara en modo broma y se lo conté”, recuerda.
A partir de ese momento su vida comenzó a cambiar. Entró y conoció a Asaljar que, según él mismo, “me ha devuelto las ganas de vivir y me ha enseñado a que las segundas oportunidades existen. Que no es una enfermedad y no es un vicio como está instaurado en la sociedad. Que las cosas que hacía (robar, mentir…) las hacía por la enfermedad, no porque fuera mala persona y que merece la pena rehabilitarse porque mi vida desde que entré en Asaljar es otra, una vida libre, sin juego y normal”.
El proceso de rehabilitación ha sido “muy complicado. Hay momentos muy duros, entender que te está pasando es muy complejo y requiere de tiempo, aceptarlo y perdonarte ya que no eras tu, era la enfermedad la que te hacía hacer esas cosas”.
En la actualidad, tras 7 años con la asociación, Luis no ve fecha de caducidad. “Siempre se puede aprender algo y sobre todo ayudar a los nuevos compañeros qué llegan con tus experiencias. Ahora me encuentro libre sin juego, tengo gente a mi alrededor que me quiere y me acepta como soy y sobre todo me apoya y me sigue ayudando. Voy a ser un adicto al juego toda mi vida, pero desde enero del año 2018 soy un adicto en rehabilitación y soy yo el que controla mi vida, no el juego”.
“La soledad, esa sensación de estar solo, ir perdiendo amigos, familia y sobre todo perderme a mí, fue lo más duro”, sin embargo, no tiene miedo en una recaída. “Tengo las herramientas, sé lo que tengo lo hacer y sobre todo tengo a mi familia, pareja, amigos y a Asaljar para ayudarme cuando lo necesite. Me siento muy tranquilo y libre sin jugar”.
Un mensaje que quiere que la sociedad tenga presente, porque de la adicción “se puede salir. Que no tengan miedo, que si ven que se les ha ido de las manos, pidan ayuda, que por desgracia no van a ser los primeros ni los últimos. Asaljar está abierto para todos y todas, siempre es bienvenido. Nunca es tarde para cambiar y vivir una vida libre de juego”, asegura con su experiencia.
Un cambio y una adicción superada gracias a él pero también a su alrededor. “Quiero dar las gracias a mis padres, mi pareja y amigos, por ayudarme desde el segundo uno y apoyarme en este proceso. Sin ellos no habría sido posible y no quiero olvidarme de Asaljar, increíble la labor que se hace, de una forma desinteresada. Una vida sin juego es posible. Una vida libre sin juego también“, concluye.