El Tratado de Guadalupe Hidalgo rehízo en 1848 las fronteras entre México y EEUU, alterándolas enormemente respecto a las instituidas en 1821, perdiendo México más de la mitad de su territorio.
En las últimas semanas las relaciones entre México y EEUU han vuelto a estar de actualidad, tras la nueva llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, en que ha vuelto a cargar contra México empleando un lenguaje y formas propios de quien mira por encima del hombro creyéndose más que el vecino.
Por otro lado, en las relaciones EEUU-México cabe destacar un hecho histórico de gran relevancia para ambos países que pese a ello es bastante desconocido, como fue el Tratado de Guadalupe Hidalgo (denominado oficialmente “Tratado de Paz, Amistad, Límites y Arreglo Definitivo entre los Estados Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de América”), firmado en 1848 y mediante el cual México perdió la mitad de su territorio a favor de EEUU.
Y es que, mediante este Tratado, que ponía fin a una guerra entre ambos países, Estados Unidos se hizo con sus actuales estados de Arizona, California, Nevada, Nuevo México y Utah, así como con parte de los de Colorado, Kansas, Oklahoma y Wyoming cuyo territorio aún estaba bajo jurisdicción de México, pasando a reconocer asimismo México la pérdida de Texas y su integración en EEUU, estando hasta entonces la soberanía sobre Texas en disputa.
De este modo, el Tratado de Guadalupe Hidalgo rehacía las fronteras ratificadas en febrero de 1821 entre España y Estados Unidos en el oficialmente denominado “Tratado de amistad, arreglo de diferencias y límites entre su Majestad Católica el Rey de España y los Estados Unidos de América”, más conocido como Tratado de Adams-Onís, que supuso la cesión de Florida por parte de España a EEUU, reconociendo no obstante la soberanía española sobre Texas, que teóricamente heredaría México tras su independencia.
Sin embargo, la pertenencia de Texas a México fue un quebradero de cabeza desde los inicios del recién nacido estado mexicano, que tuvo que enfrentarse a sucesivas rebeliones encabezadas por los angloparlantes residentes en Texas que apoyaba Estados Unidos (entre ellos el virginiano Samuel Houston, que da nombre a la ciudad texana de Houston).
Y es que, aunque teóricamente Texas era parte de México (que a su vez se había independizado del Imperio Español en septiembre de 1821), formando parte del estado de Coahuila y Texas, la región de Texas se sublevó en 1835 declarándose independiente en 1836 tras vencer las tropas rebeldes a las estatales mexicanas en la guerra de independencia de Texas, finalizada con el Tratado de Velasco en que México se comprometía a cesar las acciones militares contra los rebeldes, aunque sin reconocer la independencia de Texas, que sí fue reconocida por EEUU.
Por otro lado, cabe resaltar que el movimiento separatista de Texas fue alentado por los estadounidenses, que previamente habían ofrecido a México comprarle Texas, oferta que fue rechazada, auspiciando posteriormente el separatismo de esta región y la reclamación de nuevos territorios mexicanos por parte de Texas tras la proclamación de su independencia.
De esta manera, este hecho, unido al reconocimiento que hizo EEUU en 1845 de Texas como estado de los Estados Unidos, sirvió de excusa a los estadounidenses para atacar México en 1846, iniciándose una guerra en la que las tropas estadounidenses llegaron incluso a hacerse con la capital de México en septiembre de 1847, finalizando esta guerra con la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848, que conllevó el reconocimiento de la pertenencia de Texas a EEUU y la cesión de gran parte del territorio mexicano a los estadounidenses, una cesión territorial que con Texas incluida representaría el 55% del territorio mexicano de entonces.
De este modo, el Tratado de Guadalupe Hidalgo rehízo en 1848 las fronteras entre México y EEUU, alterándolas enormemente respecto a las previamente instituidas en 1821, si bien no fue el episodio que acabó de fijar esta frontera, que en 1854 acabó por configurarse con la venta a EEUU de la hasta entonces región mexicana de La Mesilla, un área que permitiría a los estadounidenses construir una línea férrea mucho más barata para crear una línea transcontinental por el sur del territorio estadounidense, librando la hasta entonces montañosa zona fronteriza contigua a La Mesilla.
Se cerraba así un nuevo episodio en la siempre complicada (aunque por diferentes razones) política fronteriza entre México y Estados Unidos, que como en anteriores ocasiones finalizó con un resultado favorable a los intereses estadounidenses, que quizá tuvo en la guerra mexicano-estadounidense y el Tratado de Guadalupe Hidalgo su episodio más amargo para México.
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