Conocemos de la mano de María Mosterio dentro centro escolar. “Uno de los aspectos más gratificantes es poder influir en la salud de los niños desde una edad temprana”
La figura de la enfermera escolar se ha convertido en un pilar fundamental en los centros educativos, especialmente en aquellos donde existen niños con patologías crónicas que requieren atención médica continua. Este recurso, que debería estar presente en todos los centros, no solo cubre la atención sanitaria en situaciones de emergencia, sino que también juega un rol clave en la educación para la salud.
Es el caso de María Mosterio, una enfermera escolar en el CEIP Pablo Picasso de Carbajosa de la Sagrada desde hace varios años. “En el centro el recurso comenzó siendo destinado exclusivamente a un niño con una patología crónica, un niño con atrofia muscular espinal tipo 1, una enfermedad rara que le obliga a tener una traqueostomía y un respirador. Para él, el recurso de la enfermera escolar es vital, pues necesita asistencia las 24 horas. No solo está pendiente de su respirador, sino que también requiere que se le aspiren las secreciones respiratorias”, comenta María.
Sin embargo, el trabajo de María va más allá. Atiende a este pequeño, pero también al resto de alumnos del centro, desde primaria a la ESO, si es necesario. “Hay alumnos que requieren atención específica ya que tienen algunas patologías”. En estos casos la enfermera escolar no solo actúa de manera preventiva, sino que también tiene que estar alerta a cualquier emergencia que pueda surgir en medio de las clases o del recreo.
Uno de los roles más importantes que desempeña la enfermera es el de promover la salud a través de la educación. En el centro se organizan talleres de primeros auxilios, higiene, alimentación saludable, y prevención de enfermedades. A través de estos talleres, los estudiantes aprenden hábitos que pueden prevenir enfermedades a largo plazo, como la importancia de la higiene bucal, el lavado de manos o la actividad física.
María, explicándoles primeros auxilios a los alumnos
Una de las grandes preocupaciones de la enfermera escolar es la escasez de personal para cubrir todas las demandas de los centros educativos. María explica que el número de enfermeras escolares en su comunidad es muy reducido. En Castilla y León, actualmente hay en torno a 30 enfermeras escolares para cubrir todos los colegios, lo que representa un desafío para atender a la población estudiantil de manera adecuada. “En muchos casos, el trabajo de la enfermera escolar termina siendo una solución puntual ante una necesidad urgente, pero no es suficiente para ofrecer una atención continua y sistemática a todos los alumnos”, agrega.
La falta de personal también se debe a la falta de un marco normativo claro que regule la incorporación de enfermeras en los centros educativos. Aunque existen programas de formación especializada en enfermería escolar, como másteres o cursos de postgrado, la inserción laboral sigue siendo complicada. “No hay un sistema claro para saber cuándo y dónde se abren plazas. Al final, tienes que esperar a que haya una necesidad, lo que hace que muchos interesados no puedan acceder a este tipo de trabajo”, explica.
Un aspecto positivo que destaca María es la tranquilidad que genera en los padres saber que hay una profesional de la salud en el colegio que puede supervisar y administrar los tratamientos necesarios. “Esto no solo es importante para los niños con enfermedades crónicas, sino también para aquellos que, por diversas razones, necesitan atención puntual, como la administración de medicamentos o el seguimiento de tratamientos específicos. Los padres están mucho más tranquilos al saber que su hijo está siendo atendido por una persona cualificada. En muchos casos, los niños necesitan tomar medicación durante el día, y saber que hay una enfermera que puede hacerlo de forma segura les da mucha tranquilidad”, comenta María.
Otro de los aspectos fundamentales de la enfermería escolar es la relación estrecha que se debe mantener con los profesores y el centro. En muchos centros, los docentes se ven obligados a gestionar situaciones de emergencia sin tener los conocimientos adecuados para hacerlo, lo que genera inseguridad y posibles riesgos. “Otra de las funciones de la enfermera escolar sería formar a los docentes para que puedan identificar y gestionar emergencias médicas de manera adecuada”.
Para María uno de los aspectos más gratificantes es poder influir en la salud de los niños desde una edad temprana. “El trabajo de la enfermera escolar no se limita solo a curar heridas o administrar medicación. Es una oportunidad única para educar a los niños en hábitos saludables que les acompañarán a lo largo de su vida. Me encanta ver cómo después de un taller sobre nutrición o higiene, los niños aplican lo que han aprendido en casa y me lo cuentan con entusiasmo”, explica.
“La enfermería escolar es una necesidad cada vez más evidente, no solo por la atención a los niños con patologías crónicas, sino también para fomentar la educación para la salud. En otros países, como Noruega, este modelo está muy implantado y funciona perfectamente. Ojalá en España se apueste más por esta figura para garantizar el bienestar de todos los estudiantes”, concluye María, quien espera que el número de enfermeras escolares siga creciendo, y que los colegios puedan ofrecer una atención más integral a la salud de los niños.