Según explica Fernando García, coordinador de los capellanes del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, su papel es “la existencia humana, espiritual, religiosa, de todo tipo. También sacramental, por supuesto, pero no solo eso"
En momentos de crisis y vulnerabilidad, la presencia de un capellán en un hospital puede ser un rayo de esperanza y consuelo. Fernando García Herrero, delegado diocesano de Pastoral de la Salud y coordinador de los capellanes del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, comparte con SALAMANCArtv AL DÍA su experiencia y el papel fundamental que desempeñan los capellanes en el entorno hospitalario, donde su labor va más allá de lo religioso, convirtiéndose en un apoyo emocional y humano para quienes atraviesan situaciones difíciles.
García Herrero explica que el trabajo de los capellanes no se limita a ofrecer asistencia sacramental. "Nuestro papel es la existencia humana, espiritual, religiosa, de todo tipo. También sacramental, por supuesto, pero no solo eso", afirma. Este enfoque integral permite que los capellanes se conviertan en un apoyo emocional y espiritual en momentos críticos, brindando compañía y comprensión a quienes se encuentran en situaciones de sufrimiento.
El equipo de capellanes en Salamanca está bien organizado, con turnos de veinticuatro horas que garantizan su presencia constante. "No hay ni un minuto que estemos sin control", asegura García Herrero. Este compromiso se extiende no solo a los pacientes, sino también a sus familias y al personal del hospital, con quienes buscan mantener una relación cercana y de apoyo. "Procuramos tener una relación lo más cordial y frecuente con todos, desde médicos y enfermeras hasta el personal de limpieza. Nos sentimos muy bien valorados y reconocidos", añade, destacando la importancia de la colaboración en el entorno hospitalario.
La atención a los familiares es especialmente significativa. "Fundamentalmente, lo que queda es compañía y escucha", señala el capellán. En situaciones críticas, los familiares suelen buscar consuelo, oración y una palabra de aliento. "La mayor parte de los pacientes y familiares que nos llaman nos piden que oremos por ellos, ya sea en presencia o en intención", explica. Además, García Herrero menciona que a menudo se les ofrece tiempo para compartir, escuchar y brindar apoyo emocional. "A veces, simplemente se necesita una botella de agua o un periódico", enfatiza, subrayando la importancia de una relación humana y cercana.
Los sacramentos, como la comunión y la unción de enfermos, son también parte de su labor. García Herrero menciona que, en promedio, se celebran entre tres y cuatro unciones de enfermos diarias, así como matrimonios en situaciones críticas. "He tenido casos de personas que, en su lecho de muerte, desean celebrar su matrimonio. Es un momento muy emotivo y significativo", relata. Este aspecto de su trabajo añade una dimensión emocional profunda, donde la espiritualidad y la humanidad se entrelazan, ofreciendo un sentido de paz y cierre a quienes enfrentan la muerte.
El hospital cuenta con una capilla, un espacio que se convierte en un refugio para muchos. "La gente deja notas para pedir oración por algún enfermo o para dar gracias", explica. Este espacio no solo es un lugar de culto, sino también un punto de encuentro y apoyo para todos los que transitan por el hospital. "Todos los días recibimos entre ocho y diez peticiones de oración", comenta García Herrero, destacando la importancia de este lugar en la vida del hospital, donde la fe y la esperanza se entrelazan en cada rincón.

La pandemia de COVID-19 fue un desafío monumental para el equipo de capellanes. "Vivimos la pandemia con un sentido de unidad y apoyo entre todos los que trabajamos en el hospital", recuerda García Herrero. La capilla se convirtió en un lugar de encuentro y luz en medio de la adversidad. "La entrega y generosidad del personal sanitario fueron extraordinarias. Todos necesitábamos el apoyo unos de otros", añade, reflejando la solidaridad que se forjó en esos momentos difíciles y la importancia de la comunidad en tiempos de crisis.
El equipo de capellanes está compuesto por siete sacerdotes y una religiosa, quienes trabajan en conjunto para brindar atención a los enfermos. La presencia de la religiosa es especialmente valiosa, ya que aporta una sensibilidad única a la atención espiritual. "La presencia de lo femenino en esta tarea es muy importante. Las mujeres suelen ser más sensibles a otras dimensiones que los hombres, y eso nos ayuda a crecer en ternura y cariño", explica García Herrero, resaltando la complementariedad en el equipo.
Así, el trabajo en equipo y la implicación “total” hacen que los capellanes del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca desempeñen un papel vital. "Siempre estamos dispuestos a ofrecer una mano abierta a todos quienes lo reclamen", concluye García Herrero, reafirmando el compromiso del equipo en su misión de acompañar en los momentos más complejos.
