Peculiaridades de la soledad

La soledad puede que sea la pandemia más extendida por el mundo y también la más persistente. No se acaba ni se erradica nunca, va y viene. Salta de un individuo a otro. Es una enfermedad epidémica oculta en ocasiones y en otras se manifiesta cruelmente. Tradicionalmente, la soledad la hemos asociado a algún tipo de carencia, lugar inhóspito, a sentimientos de pesar o melancolía, por la pérdida de alguien o de algo querido y apreciado por nosotros.

En estos tiempos de incertidumbre, polarización y saturación, la soledad es buscada por muchas personas, como refugio o mecanismo para evadirse y alejarse del trajín diario que satura las mentes y los cuerpos. De ahí que, en las recientes fiestas navideñas, muchas personas eligieron la soledad, el estar solas, frente a las tradicionales reuniones familiares o de amistad. Una investigación de la Universidad de Ohio State, en Estados Unidos, sobre salud mental, Navidad y soledad, aporta información precisa al sentimiento que muchos tenemos: un 46 % de los participantes reconocieron no tener tiempo suficiente para sí mismos en Navidad.

Por otra parte, el compartir la alegría que traen las fiestas navideñas no ha sido suficiente para que casi un 44 % de los españoles admitan sentirse solos y, mayormente lamentable es que, por primera vez, son las nuevas generaciones, los jóvenes, quienes más padecen el sentimiento de soledad, aunque, con frecuencia, sea una soledad buscada.

Mas, conviene no abusar de la soledad buscada o elegida, no sea que, de tanto usarla y sentirla, acabe instalándose en nosotros como una enfermedad de lamentables consecuencias. La contrapartida de elegir la soledad buscada es que, al final, te encuentres solo, sin nadie que se fije en ti, como si no existieras. Circunstancia que nos puede llevar a reflexionar sobre el existencialismo y sobre nuestra propia existencia.

Pero hay otro tipo de soledad que no se elige ni se busca, sino que nos viene impuesta por el tiempo, las circunstancias y las formas de vida, esta es la soledad no deseada, que golpea y machaca, a veces sin piedad, al individuo. Podemos ver legiones de individuos enfermos de soledad, recluidos en sus casas o deambulando por las calles, resistiendo sin ningún tipo de amor o cariño. Una soledad cronificada que supone uno de los problemas sociales más graves y urgentes a resolver.

La soledad no deseada es una problemática que cada vez preocupa más a expertos y a la sociedad en su conjunto. Máxime, cuando los estudios indican que cada vez afecta más a la juventud. Un estudio llevado a cabo por Madrid Salud, pone de manifiesto que, uno de cada cinco jóvenes madrileños, se sienten solos. Soledad que no se debe al hecho de ser jóvenes, sino que en ello influyen un conjunto de factores del entorno en el que se vive, económicos, sociales o de otra índole. Las dificultades económicas, la pobreza, cuestiones educativas o los cambios sociales, generan la angustia suficiente como para padecer esa soledad no deseada, más allá de la edad.

Cuando pensamos en la soledad viene a nuestra mente la imagen de la persona mayor que el tiempo y las circunstancias le han impuesto el vivir en soledad, fenómeno ya conocido y no siempre bien atendido por familiares, amigos o administraciones públicas. A ellos va dedicado nuestro primer pensamiento y cariño. Menos conocido y por ello más sorprendente, es el fenómeno de la soledad en los jóvenes. Según un estudio de 40 dB., publicado por El País el 19 de marzo de 2023, los menores de 25 años se sienten más solos que los mayores de 65. Achacan los jóvenes el estado de su soledad a la falta de recursos económicos, mientras que dedican más tiempo a las redes sociales y a foros de internet que los mayores, que es otra manera de estar o querer escapar de la soledad.

El mismo estudio pone de manifiesto que la mayoría de la población española, el 77 %, piensa que la soledad no deseada es un problema social importante en España. Se trata de una soledad cercana: en torno al 22 % de la población se ha sentido muy o bastante sola en el año anterior y un 42,3 % dice conocer directamente a alguien en esa situación de soledad no deseada, en la mayoría de las veces.

Todo parece indicar que el denominador común de padecer la soledad no deseada se encuentra en la sociedad. Una sociedad que no escucha, que no atiende las necesidades o expectativas de las personas que la componen. Por su parte, la comunidad científica ha constatado que la soledad es un factor de riesgo no solo individual, también de salud pública, como lo es la polución medioambiental, la obesidad o el tabaquismo.

Todo ello nos lleva a pensar, y así lo atestiguan los expertos, que la soledad sostenida en el tiempo es un riesgo para la salud mental. Casi un 32 % de los que manifiestan haber sentido mucha o bastante soledad, aseguran que no tienen relaciones regulares ni casi esporádicas con nadie, ya sea por rechazo social, del entorno o por iniciativa propia.

Durante un tiempo y a la hora de analizar la soledad, se puso de manifiesto una cierta influencia del aislamiento obligatorio que supuso el confinamiento por la Covid, pero a estas alturas, pasados los años, la pandemia ya no es un factor determinante para la soledad. Solo el 10,6 % cita aquel aislamiento como una posible causa de sus sentimientos de soledad.

Te encuentras solo cuando no tienes alguien con quien hablar en tono suave y de buenas maneras. Alguien a quien comentarle y confiarle aspectos importantes de tu vida u opiniones y, eso se logra habiendo alguien que te escucha, alguien con quien dialogar hasta de forma apasionada, rompiendo así el sentimiento de soledad.

No se resuelve la soledad, buscada o no deseada, encerrado en una burbuja, refugiado en tu consola, con tu móvil o ante tu fría pantalla. Estamos en la era del mayor número de conexiones de la historia y nos sentimos más solos que nunca. Una pandemia contra la que habrá que seguir luchando.

Les dejo con Pastora Soler - La soledad :

https://www.youtube.com/watch?v=_DRS1c8mbk4

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© Francisco Aguadero Fernández, 24 de enero de 2025