La pequeña lleva combatiendo desde los 7 años contra un Sarcoma de Ewing y se ha convertido en la imagen de la lucha contra esta enfermedad
La historia de M4RIA es una historia de lucha, amor y esperanza. Desde que fue diagnosticada con sarcoma de Ewing a la edad de siete años, su vida y la de su familia cambiaron para siempre. La enfermedad llegó de forma inesperada, como un ladrón en la noche, y desde entonces, cada día ha sido una batalla. Sin embargo, en medio de la adversidad, la familia de M4RIA ha encontrado la fuerza para seguir adelante, apoyándose mutuamente y enfrentando cada desafío con valentía. Los cuatro visitan las instalaciones de SALAMANCA AL DÍA y abren el alma para contar su historia. Siempre es M4RIA la protagonista, hoy también lo son ellos, sus padres y su hermana mayor.
Juan, el padre de María, recuerda el momento en que todo cambió. “Estábamos de vacaciones en Mallorca y María comenzó a quejarse de un dolor en la pierna. Al volver, el dolor persistió, así que decidimos llevarla a urgencias. Los médicos no encontraban nada, decían que era un dolor muscular. Pasaron los días y, cuando ya no pudo más, la llevaron al hospital. Fue entonces cuando nos dijeron que tenía cáncer”. La angustia y la incertidumbre se apoderaron de la familia en ese instante. “No sabíamos bien qué era el sarcoma de Ewing, pero sí sabíamos que era un cáncer muy agresivo, y el mundo se nos vino abajo”, añade Juan, con la voz entrecortada.
La madre, del mismo nombre, se emociona al oír a su marido. Recordar todo es volver a sentir el dolor. Ella ha estado a su lado en cada paso del camino. “Recibir esa noticia fue devastador. No solo para nosotros como padres, sino también para María. Era una niña llena de vida, que disfrutaba del deporte y de jugar con sus amigos. De repente, todo eso se detuvo”. La madre recuerda cómo, en medio de la confusión, tuvieron que encontrar la manera de explicarle a María lo que estaba sucediendo, y asegura que nunca se le ocultó nada, fue consciente de la gravedad del diagnóstico y de cómo sería el proceso desde el primer momento. “Tuvimos que ser fuertes, no solo por ella, sino también por su hermana Lucía. La vida cambió para todos nosotros”.
M4RIA, que ahora tiene 12 años, no pierde detalle de lo que dicen sus padres mientras los mira, y no pierde la sonrisa. Ella también reflexiona sobre su experiencia. “Al principio, no entendía lo que significaba tener cáncer. Solo sabía que tenía que ir al hospital y que me hacían cosas raras. Recuerdo que me sentía asustada, pero también decidida a luchar”. A pesar de su corta edad, M4RIA ha demostrado una madurez sorprendente. “He pasado por muchas cirugías y tratamientos, y aunque ha sido difícil, siempre he intentado mantener una actitud positiva. Mis padres me han enseñado a no rendirme”.
El proceso de tratamiento ha sido largo y complicado. “Ha pasado por siete u ocho cirugías”, explica Juan. “Cada vez que parecía que estaba recuperada, había que seguir con las pruebas y analíticas, y constantes recaídas. Es un proceso muy duro”. La madre añade: “Hemos tenido que aprender a vivir con la incertidumbre. Cada llamada de los médicos trae consigo una mezcla de esperanza y miedo. Siempre estamos esperando lo peor, pero también deseando lo mejor”.
La familia ha enfrentado momentos de desesperación y tristeza, pero también han encontrado razones para sonreír. “Recuerdo una vez que salió del quirófano y, a pesar de todo, me miró y sonrió”, dice la madre. “Esa sonrisa me dio fuerzas para seguir adelante. Ella es una luchadora, y su valentía nos inspira a todos. Ahora está en una de las recaídas, hay que seguir luchando, y ella es la que nos da fuerza”. Juan asiente, recordando cómo, a pesar de las dificultades, M4RIA ha mantenido su espíritu alegre. “Siempre ha sido una niña llena de vida. A veces, me sorprende cómo puede encontrar alegría incluso en los momentos más oscuros”.
La relación entre M4RIA y su hermana Lucía también ha sido fundamental en este proceso. Lucía, que en ese momento tenía doce años, se sintió abrumada por la noticia del diagnóstico de su hermana. “No te esperas que te digan que tu hermana tiene cáncer. Al principio, fue difícil de aceptar. Pasé mucho tiempo sola, con mis abuelos, porque todo en nuestra vida cambió, pero también aprendí a ser fuerte”, comparte Lucía. “A medida que pasaba el tiempo, nos unimos más. Aprendí a valorar cada momento que pasamos juntas”.
La madre destaca la importancia de mantener la normalidad en la vida de Lucía. “No queríamos que la enfermedad de M4RIA afectara demasiado a Lucía. Intentamos que siguiera con sus actividades, que tuviera su propio espacio. Es importante que cada uno de nosotros tenga su propio lugar en esta familia, incluso en medio de la tormenta”.
El impacto de la enfermedad en la vida familiar ha sido profundo. “Hemos tenido que adaptarnos a una nueva rutina”, dice Juan. “Mi trabajo ha cambiado, y mi prioridad siempre ha sido estar con María. La empresa en la que ahora trabajo, Panelais Producciones, ha sido comprensiva, pero no es fácil. Cuando a la niña le diagnosticaron el cáncer tenía otro trabajo, y a los seis meses le despidieron. Ahora me siento arropado por la empresa, porque desgraciadamente son muchas las ausencias para poder estar con mi familia en los tratamientos, en las estancias de hospital…”. La madre también ha tenido que dejar su trabajo para cuidar de María. “No podía dejar a mi hija sola. Cada día es una lucha”. La madre asiente, recordando las noches en las que se despierta en medio de la oscuridad, preocupados por el futuro. “A veces me siento perdida. Pero luego miro a mi hija y veo su fuerza, y eso me da esperanza”.
A medida que la familia enfrentaba la enfermedad de María, decidieron que no solo lucharían por ella, sino que también ayudarían a otros en situaciones similares. La Fundación La Sonrisa de María nació del encuentro entre María y Gonzalo Caballero, un torero comprometido con causas solidarias, que se volcó con ellos desde el primer día que la conoció. Juntos, decidieron crear esta fundación con el objetivo de recaudar fondos para la investigación del Sarcoma de Ewing y apoyar a las familias afectadas. Inspirados por la incansable sonrisa y el espíritu luchador de María, trabajan para brindar esperanza y avanzar hacia un futuro donde el Sarcoma de Ewing pueda ser curado. “Queremos ayudar a otras familias que están pasando por lo mismo”, dice Juan, el padre de María. “Es importante que la gente sepa lo que estamos viviendo y que haya más apoyo para la investigación y el tratamiento del cáncer infantil”. La madre añade: “Hemos participado en muchísimos eventos y recaudaciones de fondos. Queremos que la voz de María se escuche y que se haga algo para ayudar a otros niños. Ella es la cara visible, pero en beneficio de todos, que nadie piense que es en beneficio propio. Todo el dinero que se recauda en las diferentes iniciativas solidarias es íntegramente para la Fundación, nosotros no recibimos absolutamente nada, es importante que la gente lo sepa porque a veces recibimos críticas que no entendemos.”
M4RIA ha tenido la oportunidad de vivir experiencias inolvidables que han marcado su vida. Uno de los momentos más destacados fue su participación en la celebración de la Eurocopa en Cibeles que recogió la copa al grito de “campeona”. “Conocí a varios futbolistas, y fue algo increíble, gracias a Álex Baena que me metió detrás del escenario y todos se volcaron: Morata, Ferrán y Pedri… todos. Fue un momento mágico, estar allí levantando la copa con ellos fue increíble”, cuenta con una sonrisa. “Nunca imaginé que podría vivir algo así”. Además de su experiencia en la Eurocopa, M4RIA ha tenido la oportunidad de conocer a otras personas famosas y ha hecho nuevos amigos en el camino. “He conocido a muchos futbolistas, toreros, políticos de diferente índole y cada encuentro ha sido especial. Siempre he soñado con conocer a Messi, me queda pendiente, y espero que algún día se haga realidad”, dice con entusiasmo.
A pesar de las dificultades, M4RIA ha encontrado formas de seguir adelante. “He aprendido a disfrutar de las pequeñas cosas. A veces, solo salir a caminar con mi familia o ver una película juntos es suficiente para hacerme feliz”, dice con una sonrisa. “Mis amigos también han sido un gran apoyo. Aunque no siempre pueden entender lo que estoy pasando, siempre están ahí para mí. No importa lo que pase, siempre seguiré luchando. Tengo a mi familia a mi lado, y eso es lo más importante. Juntos, podemos superar cualquier cosa”.
La historia de M4RIA y su familia es un testimonio de amor, resiliencia y esperanza. A pesar de los desafíos que enfrentan, su unión y apoyo mutuo son un faro de luz en medio de la adversidad. Siguen las sesiones de quimioterapia en su vida, pero lucha; con cada paso, demuestran que la vida sigue siendo un regalo que vale la pena disfrutar. “Quiero seguir luchando y ayudar a otros niños que están pasando por lo mismo. Yo quiero curarme y quiero que sepan que no están solos y que hay esperanza”, concluye con determinación.