La jornada terminó con una sesión de juegos de madera y una chocolatada
Artesas, tripas, cuchillos, aguardiente, tajos y mesa de madera y un sinfín de aperos propios de la tradicional matanza atrajeron ayer la mirada de los vecinos de Encinas de Arriba, para contemplar las labores propias de dicha fiesta en su tercera edición.
Desafiando al frío y a las condiciones meteorológicas adversas, se agradeció especialmente la invitación a perronillas y aguardiente que ofreció el Consistorio a primera hora de la mañana para iniciar el día entrando en calor y con las energías a punto para vivir en la plaza todas las actividades que se fueron desarrollando a lo largo de la jornada.
Tras el sacrificio del marrano, expertos matarifes y algún que otro voluntario se encargaron de realizar el despiece del cochino ante la mirada del público. Posteriormente, llegó la hora de llenar el estómago y, a pesar de que sobre las mesas no faltó comida durante toda la jornada, llegó el momento de degustar los productos típicos del cerdo como las chichas, la panceta, el chorizo o el lomo, de las que se sirvieron más de doscientas raciones.