La salmantina ha recogido esta semana el Premio Docente 2024 que otorga Escuelas Católicas de Castilla y León
Carmen Villarrubia es la docente salmantina recientemente jubilada que ha sido galardonada con el Premio Docente 2024, un reconocimiento que celebra su destacada trayectoria en el ámbito educativo, concretamente en el Colegio San Agustín.
Visita junto a su marido las instalaciones de SALAMANCArtv AL DÍA, aún emocionada pues esta misma semana ha recogido ese premio. Asegura que se sorprendió al recibir la noticia del reconocimiento, recordando cómo las felicitaciones inundaron su teléfono tras la publicación del galardón. "Me quedé sorprendida, fue un momento de bloqueo total. Estaba abrumada por tantas llamadas y mensajes de cariño", confiesa quien ha dedicado su vida a la enseñanza desde 1984.
Carmen se jubiló el 30 de noviembre de 2023, un día que coincidió con su cumpleaños, pero su amor por la educación no ha disminuido. "No he perdido la relación con el colegio. No porque me lo exijan, sino porque no quiero dejarlo. He intentado asistir a todos los actos que han realizado", afirmó con una sonrisa.
Su vida profesional esté dedicada al 100% al Colegio San Agustín. Allí empezó en educación infantil en el aula de preescolar en el año 1984. "Recuerdo que me llamaron en un verano, cuando me enteré de que había una vacante para abrir un aula de preescolar. Solicité la plaza y, tras un proceso de selección, fui elegida", relata con nostalgia. En aquel entonces, el aula estaba compuesta por veinticinco niños, todos de género masculino, ya que el colegio era un internado masculino. "Era un entorno muy diferente al de hoy. Teníamos mesas y sillas simples, y la mayoría del material didáctico lo creé con la ayuda de mi marido y mi padre, ya que en ese momento el colegio no podía permitirse comprar muchos recursos", recuerda.
A medida que pasaron los años, el aula fue evolucionando y creciendo. "Con el tiempo, se crearon más aulas de preescolar y, por fin, se permitió la entrada de alumnas. Fue un momento emocionante, ya que la diversidad en el aula enriqueció la experiencia educativa", comentó. Carmen se dedicó a formar a los más pequeños, creando un ambiente de aprendizaje lleno de cariño y atención. Después de varios años en educación infantil, decidió dar un paso más y se trasladó a primaria, donde continuó enfocándose en los primeros años de educación, siempre con la misma pasión y dedicación que la caracterizó desde el principio.
A lo largo de su trayectoria, Carmen ha dejado una huella profunda en la vida de sus alumnos. "He sido madre en el aula, y ese amor de madre lo he transmitido a los niños", explica. Para ella, la enseñanza va más allá de los contenidos académicos; se trata de formar personas. Carmen recuerda con emoción conmovedoras historias de éxito de antiguos alumnos, algunos de los cuales han alcanzado logros significativos en sus vidas. "He vivido historias muy bonitas, por ejemplo, ver a un niño con alguna deficiencia física que ha sido mi alumno y ver que ha logrado por ejemplo tocar en una orquesta me llena de orgullo. Aunque yo no haya tenido un papel directo en su éxito, sé que he contribuido a su desarrollo humano".
Carmen explica los cambios que ha observado en la educación a lo largo de los años. Según explica, todo ha cambiado. “Los niños de hoy responden a estímulos modernos, como las tablets y los móviles, en comparación con la emoción que sentían por actividades más tradicionales. Antes, los niños se emocionaban con un cuento, ahora es diferente. Tienen tantos estímulos que a veces es difícil captar su atención".
A pesar de tantos desafíos personales y profesionales a lo largo de su trayectoria, Carmen ha encontrado satisfacción en su labor, describiendo su trabajo como una parte fundamental de su vida. "He tenido dos sueldos: el económico y el de afecto. El cariño y la satisfacción que he recibido de mis alumnos son invaluables. Este trabajo ha sido mi vida, y también quiero destacar el papel de mi familia, que ha sido fundamental, tanto el apoyo de mi marido como el de mis hijos, que han sido motor de mi vida", afirma.
Ahora ha recibido la recompensa a tanta entrega con ese reconocimiento de la Escuela Católicas de Castilla y León, y mandan un mensaje inspirador para futuros docentes: "La ilusión es clave. Si tienes ilusión por lo que haces, puedes ser un buen maestro". Su deseo es seguir vinculada al colegio, contribuyendo en lo que sea necesario. "Quiero seguir ayudando, ya sea con fotocopias o decorando para eventos. He sido parte de este lugar durante tantos años que no puedo simplemente desaparecer", concluye.