Miércoles, 11 de diciembre de 2024
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“Ni la Navidad consigue esto. Es el día más bonito del año”. La matanza que une tradición, familia y recuerdos (FOTOS)
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REPORTAJE

“Ni la Navidad consigue esto. Es el día más bonito del año”. La matanza que une tradición, familia y recuerdos (FOTOS)

Actualizado 09/12/2024 18:36
Toni Sánchez

La familia Muñoz Marcos celebra la matanza tradicional a la antigua usanza en Linares de Riofrío

En el corazón de la Sierra de Francia, en el municipio de Linares de Riofrío, se mantiene viva una tradición que ha pasado de generación en generación: la matanza del cerdo. Este ritual, además de un acto culinario que se disfruta durante todo el año, es una celebración comunitaria que une familia y amigos alrededor de una actividad que mezcla historia, esfuerzo colectivo y el sabor de lo auténtico.

En esta ocasión, SALAMANCArtv AL DÍA acompaña a la familia Muñoz Marcos en dos jornadas que comienzan con el frío de la madrugada y terminan con la mesa llena de productos que son el resultado de un trabajo meticuloso y cargado de significado. Bienve Muñoz es quien toma la palabra para explicarnos el proceso que se lleva a cabo: “Nosotros seguimos haciendo todo de la manera tradicional. Una vez que los cerdos están muertos, se les cortan los pies a los jamones que no se van a dejar para curar. Además, también se cogen las manos, las orejas y los rabos. Con todo ello nos vamos a la lumbre para pelarlos con agua cociendo y raspar con un cuchillo”.

Al mismo tiempo que las mujeres trabajan sentadas en una banqueta de madera al pie de la lumbre, los hombres chamuscan los cochinos sobre una cama de helechos secos que previamente han recogido del monte. Tras esta labor, se chamuscan con un soplete el resto de pelos que quedan sobre la piel del cerdo. Posteriormente se cuelgan los cebones (así denominan al cerdo en la familia) y se sacan las tripas antes de deshacerlos encima de dos mesas improvisadas con unas borriquetas y una gran tabla de madera.

“Ni la Navidad consigue esto. Es el día más bonito del año”. La matanza que une tradición, familia y recuerdos (FOTOS) | Imagen 1

“Cuando los hombres han escogido el magro de las gorduras, picamos la carne, se adoba y se espera al día siguiente para hacer los chorizos”, explica Bienve, quien continúa: “Las mujeres de la casa seguimos lavando las tripas como se hacía antiguamente y las utilizamos para hacer los chorizos”. Esta es una tarea a la que se dedican tradicionalmente las mujeres mientras los hombres despiezan el cerdo. A media mañana es obligatorio el almuerzo para reponer fuerzas.

Es en este momento cuando Bienve manifiesta: “Para mí es el día más bonito de todo el año porque nos juntamos toda la familia. Ni la Navidad consigue lo que se consigue el día de la matanza. Este día es el único de todo el año que como con mis tíos o con algunos de mis amigos y, aunque no tenemos puestos nuestros mejores trajes y comemos alrededor de una lumbre, estos momentos no los cambio por nada del mundo”.

“Ni la Navidad consigue esto. Es el día más bonito del año”. La matanza que une tradición, familia y recuerdos (FOTOS) | Imagen 2

Esta salmantina amante de las tradiciones ya es madre de familia y quiere que sus tres hijos continúen el legado de la costumbre: “A mí desde pequeña me llevaban a la matanza y recuerdo que me lo pasaba genial con mis primas. Por eso quiero que mis hijos lo vivan desde pequeños y tengan esa ilusión”. Bienve y su marido Javi tienen un niño de cuatro años, Martín, que nació en pleno confinamiento por la pandemia del COVID. Además, tienen mellizos de apenas siete meses. Todos han disfrutado de manera conjunta de la matanza: “A los pequeños, aunque no se enteran de nada, los hemos traído por primera vez. Martín ya ayuda en las tareas que le vamos encargando y es un día que vive y disfruta como el que más”.

Una vez que finaliza el almuerzo, toca volver a la carga. El esfuerzo de familiares y amigos bien merece la pena: “Supone mucho trabajo y mucho esfuerzo criar un cebón durante un año entero, pero luego aprovechamos absolutamente todo. Mi madre aprovecha hasta la manteca, la deshace a la lumbre y luego tiene durante todo el año para hacer hornazos y dulces”. Respecto a la garantía y propiedades de la carne obtenida en la matanza, Bienve lo tiene claro: “Nosotros alimentamos a los cerdos con harina y las sobras de la comida de casa por lo que sabemos de sobra lo que estamos comiendo después. La carne es de una gran calidad”.

Cada vez se hacen menos matanzas a cargo de los vecinos del pueblo, algo que despierta interés cuando la familia Muñoz Marcos procede a llevar a cabo la tradición: “Antes no se le daba importancia o valor a ciertos productos porque todo el mundo mataba y tenía de todo. Ahora la gente nos pide un trozo de tocino, un trozo de manteca, de hígado o de riñón y nosotros compartimos con ellos porque les hace recordar a lo que comían hace muchísimos años cuando eran niños y en su casa se hacía la matanza”.

“Ni la Navidad consigue esto. Es el día más bonito del año”. La matanza que une tradición, familia y recuerdos (FOTOS) | Imagen 3

Al día siguiente, mientras se hacen los chorizos en un ambiente ya más familiar y distendido, aparecen entre risas los recuerdos de años atrás: “Me acuerdo que un año mi padre se llevó una falange con la máquina de hacer los chorizos o que alguna vez hace muchos años cuando se mataba a cuchillo, se soltaba el cerdo y se escapaba por el pueblo. También recuerdo que cuando íbamos a lavar las tripas al río, algún que otro resbalón provocaba que nos diésemos un chapuzón en el agua que estaba helada”.

Todos ríen mientras llevan a cabo sus labores para que todo esté en orden, cuando una anécdota sale a la palestra: “Un tío de la familia se despertó de madrugada y vino a despertarnos a todos porque creía que era la hora de hacer la matanza ya. Cuando estábamos despiertos y vimos la hora, nos dimos cuenta de que eran las tres de la madrugada…”.

Y así, con las últimas luces del día reflejándose en los fríos rostros de los niños que contemplan a sus mayores trabajando en una tradición de la que algún día serán protagonistas principales, la matanza tradicional llega a su fin con los chorizos, los lomos y los jamones colgando para su curación. Cada corte, cada mano sumergida en agua helada y cada bocado degustado en torno a la lumbre hablan de la memoria colectiva que trasciende generación tras generación. Se viven en torno a la mesa instantes únicos, donde el pasado, el presente y el futuro se abrazan en el alma de quienes las viven. Porque más allá de los días de matanza, quedará el recuerdo indeleble de un legado que perdurará mientras alguien mantenga viva la llama de la tradición.