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El joven reportero del copete rebelde
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TANTOS LIBROS POR LEER

El joven reportero del copete rebelde

Actualizado 03/12/2024 08:53
Alberto San Segundo

Con la ya relativa cercanía de las Navidades (más que relativa, con las ciudades compitiendo en la absurda carrera por la iluminación más ostentosa, los supermercados rebosando de turrones y las televisiones esparciendo sus fragantes publicidades), no soy capaz de sustraerme a la enojosa dictadura de los rituales sociales y voy, por ello, a presentarles en estas semanas previas a las fiestas algunos libros que pueden resultar especialmente adecuados para estos días; bien porque su extensión los hace propicios para las largas jornadas de previsible descanso vacacional; bien porque su temática es abiertamente navideña; bien porque los creo apropiados para los acostumbrados regalos de estas fechas; bien, por fin, porque, como es el caso de mi propuesta de hoy, encajan simultáneamente en más de una de estas circunstancias.

En las Navidades los niños disfrutan de un muy especial protagonismo. Y pensando en ellos -pero no solo, estoy seguro de que muchos adultos disfrutarán también de mi sugerencia de esta semana- quiero hablarles de un libro -que son muchos- que tiene al inmortal personaje de Tintín como centro. El primer álbum del intrépido reportero belga se publicó en 1930 (antes, a lo largo de 1929, sus aventuras habían aparecido por entregas en Le Petit Vingtième, el suplemento infantil del diario belga Le Vingtième Siècle). Estamos, pues, a las puertas de la celebración del nonagésimo quinto aniversario del ya legendario icono universal. Es por ello por lo que, además de sugerir la lectura de los veinticuatro volúmenes de sus peripecias (y de invitarles a regalárselos a los más pequeños), quiero presentarles un libro que forma parte de la ya muy extensa bibliografía en torno al excepcional personaje creado por Georges Rémi, Hergé; una bibliografía consumida -más aún, devorada con fruición- por la inmensa secta “tintinófila”, a la cual, sin excesos pero también sin disimulo, me adscribo.

Y es que a mí, permítanme la confidencia, me entusiasma Tintín, siempre me ha gustado, desde que era un chaval y mi padre me compraba sus álbumes para premiar regularmente mis esfuerzos escolares. Los cuentos del chico del copete rebelde han sido para mí un referente estético -e incluso, si me apuran, ético- desde aquellos tiempos en los que aún no sabía lo que ética y estética significarían en mi vida. Y por ello, ya de adulto, he seguido releyéndolos, disfrutando de sus aventuras y deleitándome en la maravilla de sus dibujos, la genial línea clara que no solo es un rasgo estilístico distintivo del autor, sino que ha dado pie a una tendencia esencial en el mundo del tebeo. Pero no me limito a gozar de sus fantásticas historias propiciadoras de placeres siempre inagotables, sino que, como buen devoto del personaje, leo también todo lo que se va publicando sobre él, e incluso me compro gadgets varios, bolígrafos, calendarios, cuadernos, toda suerte de bibelots “tintinianos”. En fin, la infancia nunca del todo olvidada...

A ese copioso universo que rodea al “mito” pertenece mi sugerencia de hoy, un libro formidable que explora algunas de las muchas y muy ricas facetas a las que se abre la fecunda creación de Hergé. Se trata del excepcional Tintín, el sueño y la realidad, obra del experto Michael Farr y publicado en 2002 en una bellísima edición de la editorial Zendrera (no se pierdan su muy “tintinesca” página web), repleta de jugosas informaciones y espléndidas ilustraciones (y hoy, por desgracia, prácticamente inencontrable). En él, Farr se adentra en la ingente documentación conservada en los archivos de Hergé para rastrear el correlato ‘real’ de las historias, las tramas, los personajes, la ambientación, el mobiliario, las vestimentas, y una infinidad más de detalles de los cuentos del joven belga.

Hergé era un perfeccionista. En cada uno de sus álbumes, salvo en los muy primeros, elaborados de un modo más superficial, invertía mucho tiempo. Y gran parte de ese tiempo lo empleaba en documentarse de un modo exhaustivo, rozando casi la obsesión. Hergé acumulaba revistas, postales, catálogos de muebles, recortes de periódicos, fotografías varias, pasquines, folletos, impresos, cualquier documento que pudiera servirle en un futuro como referencia para ilustrar sus historias. Y así, los coches de los cuentos están fielmente representados a partir de los modelos originales, las lanchas fuera borda y los barcos reproducen la publicidad recogida en los salones náuticos, los vestidos eran copiados de revistas de moda de la época, las cámaras fotográficas se basaban en anuncios de Leica, las armas duplicaban los modelos encontrados en catálogos especializados, las casas que aparecen en la aventura de La Isla Negra son la representación ‘ficticia’ de fotografías de viviendas rurales escocesas. Y los correajes de la ropa militar, y las marcas de los neumáticos en las arenas del desierto, y las flechas de los indios americanos, y la botella del whisky que consume habitualmente el Capitán Haddock, y el emisor de ultrasonidos que inventa Tornasol, y la propia figura de éste, y el fetiche con la oreja rota, y la vestimenta de Abdallah, y el mono narigón de Vuelo 714 para Sydney, y las joyas de la Castafiore… todos, absolutamente todos los detalles de cada una de las historietas tienen una base real, y ese referente, esa ingente cantidad de documentación en la que se basó Hergé, fue conservada por él, como una urraca ladrona, la gazza ladra de otro de sus cuentos, en sus desmesurados archivos.

Michael Farr, periodista como Tintín, investiga, apasionado, en esos registros, y el resultado de su profunda pesquisa es este fantástico Tintín, el sueño y la realidad. Con profusión de ilustraciones, escogidas con excelente criterio de entre ambos mundos, el real de la documentación original de los archivos de Hergé y el de la ficción de los tebeos de Tintín, aparecen, analizados cuento a cuento, aventura a aventura, infinidad de esos pequeños detalles que pueblan las excelentes historias del joven reportero y que le dan ese carácter singular y universal que ha sido reconocido en el mundo entero desde hace más de ochenta años.

En estas ya inminentes Navidades lean y regalen los libros de (y sobre) Tintín. Les aseguro horas de placer inolvidable.

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Michael Farr. Tintín, el sueño y la realidad. Editorial Zendrera Zariquiey. Valencia, 2002. (traducción de Teresa Artigas). 208 páginas. 29.50 euros

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