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"Me encantaría garantizarle a Taira y a Stinga que nada ni nadie va a arruinar esta doble oportunidad a Salamanca"
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ARTÍCULO DE OPINIÓN DE JACOBO RAMALLO

"Me encantaría garantizarle a Taira y a Stinga que nada ni nadie va a arruinar esta doble oportunidad a Salamanca"

Actualizado 03/12/2024 13:38
César García

"Ojalá que los dos equipos, con goles de Carlos de la Nava y Antonio Amaro, plasmaran su machada en las portadas de los periódicos"

Jacobo Ramallo, entrenador salmantino que ha trabajado en Australia, Portugal o India, y que actualmente dirige al Lusail SC en la Segunda División de Qatar, no se olvida del fútbol charro y en este artículo relata su encuentro con dos exjugadores que hicieron historia en la UD Salamanca, al tiempo que reflexiona sobre el actual panorama del fútbol salmantino, llamando a la tolerancia y el respeto para dos proyectos distintos.

Aquí tienes un texto que merece la pena en un día como este, a las puertas de dos encuentros coperos con rivales de Primera División para el Salamanca UDS y para Unionistas.

"Hace algunos años, trabajando en Portugal para un equipo que se llama Estoril-Praia, se me acercó uno de los compañeros al terminar un entrenamiento. Con él venía un tipo que vestía de calle y que había estado viendo la práctica desde alguno de los asientos azules y amarillos del estadio José Coimbra da Mota: Conociendo la respuesta de antemano, me saludó con un perfecto “Así que tú eres de Salamanca, no??” Para entonces, mi colega todavía dudaba sobre si yo sabría reconocer al bueno de José… Mi compañero nunca lo supo ni lo sabrá, pero mientras nos estrechábamos las manos, la cabeza no podía parar de repetirme, “Pero qué bueno eras, José Américo Taira!! Pero qué bueno eras!!”.

Actualmente me encuentro trabajando en Qatar como entrenador de uno de los equipos de la segunda división del país, Lusail SC. Al terminar uno de los entrenamientos la semana pasada, conversaba con un par de chicos del filial, uno de ellos holandés y otro noruego. Durante la despedida, el de Eindhoven me preguntó de qué parte de España soy. Sorprendido por su curiosidad, le respondí que soy de Salamanca, asumiendo que es habitual que haya personas que no sepan ubicar nuestra pequeña e histórica ciudad. LLevo tantos años lejos de casa, que he desarrollado inconscientemente una coletilla mediante la que ayudo a entender que estamos a solo dos horas de Madrid, conduciendo en línea recta hacia Portugal. Esta vez no me hizo falta. Al tiempo que pronunciaba la primera sílaba, veía cómo se le iba transformando inmediatamente el gesto, adivinando en su expresión un punto de sorpresa y orgullo sinceros: “My father is Ovidiu Stîng?!!”, me respondió.

Unos minutos más tarde, de camino a vestuarios, ahí estaba yo a solas con el extremo internacional rumano, como si estuviéramos hablando en el aparcamiento que separa el estadio Helmántico de las pistas de atletismo. Mientras le miraba, me resultaba un insulto pensar que ahora era yo el que calzaba botas de fútbol delante de él, pues soy incapaz de tirarle un caño al arcoíris. Viajé con la imaginación hasta mediados los años noventa… Quien nos viera, podría decir que yo era un periodista de cualquiera de los periódicos en papel que teníamos entonces en esta ciudad, grabadora en mano. Pasamos toda aquella improvisada conversación hablando en torno a un único club, mientras nos disparábamos nombres y anécdotas relacionados con aquella maravillosa temporada y media que él nos brindó: Yo, con la perspectiva que me daba el abono de mi asiento en Fondo Sur. Él, con las perspectiva de los elegidos, allí abajo, bien pegadito a la línea de cal. No me atreví, lo siento, a mencionarle que dos equipos de primera división (como lo son el Rayo Vallecano y el Celta de Vigo) volvían ahora a su ciudad para jugar, no uno sino dos partidos de fútbol oficiales esta misma semana. Idiota e iluso de mí, imagino que quise aparentar que las cosas seguían igual que cuando él nos dejó rumbo a Holanda, como un exnovio despechado que mete barriga, como si él no supiera perfectamente que el FCBarcelona ya no nos visita en la jornada de LaLiga de la noche de Reyes.

Por muchos años y kilómetros de distancia que hubiera entre las conversaciones con aquellas dos leyendas de la Unión Deportiva Salamanca, las dos veces conduje de vuelta a casa con la mente puesta en algún mismo lugar entre la alegría y la nostalgia. Intento negar rotundamente que estoy atravesando la crisis de quien va a cumplir cuarenta años, pero sí sentía algo de miedo al preguntarme si todo tiempo pasado fue mejor… Hay veces, no muchas ni tampoco pocas, que me gustaría negarlo y no ser tan romántico. Esta vez, además, me encantaría poder garantizarle a Taira y a Stinga que toda Salamanca estará a la altura esta Copa del Rey y que nada ni nadie va a arruinar esta doble oportunidad a Salamanca.

Me gustaría asegurarles que en esta fiesta van a sumar todos. Y también que, entre todos, silenciarán al amigo borracho y al cuñado pesado: Aquel graciosillo perdedor, que suele aguar la fiesta intentando hacerse notar con un altavoz que ni es suyo ni le pertenece. Y decirles que, al despertar del día siguiente, en toda Salamanca sí habrá resaca y no habrá vergüenza: Ni la propia, ni la ajena. Y que ojalá también esta doble visita va a dejar un gran recuerdo para los unos y para los otros, además de algún que otro euro en los bolsillos de los negocios locales. No estaría de más entender por fin que cada moneda gastada en dichos negocios seguirá sumando para evitar el cierre, independientemente de que pague un vallecano, un vigués o un salmantino. Ahora que empiezan los anuncios de Navidad, parece menos difícil entender que no hay nada malo en desearle prosperidad tanto a los negocios cercanos al Helmántico como a los que rodean el Reina Sofía.

Ojalá mostremos altura suficiente como para hacer gala de educación, de saber estar y de “salmancivismo”. Ojalá ver todas las bufandas al viento las dos noches seguidas, firmes entre unas manos que apuntan al cielo, que no al vecino. Y dos estadios equipados y preparados para iluminar (sin cortes de luz) semejante escaparate, luciendo sus mejores galas y mostrando con orgullo las armas con las que cuenta cada uno de ellos. Ojalá mucho ruido y muchas nueces!! Tantas como para que los dos equipos, con goles de Carlos de la Nava y Antonio Amaro, plasmaran su machada en las portadas de aquellos mismos periódicos que la crisis enterró. Ojalá otros dos equipos más de primera división en el siguiente ronda de Copa, para que los telediarios de tirada nacional mezclaran sus palabras con las imágenes de nuestra Plaza o nuestra catedral. Igual estoy pidiendo demasiado, igual pienso que aquel tiempo pasado era mejor… Pero nos guste más o nos guste menos, este es el fútbol actualmente en Salamanca, y creo que algunos de los que hoy sabemos explicar qué fue el SolFuerza y el CBS, entenderán este texto… No obstante, para los que no: “Ojalá”, de Silvio Rodríguez.

Jacobo Ramallo